Diría que la avalancha de solidaridad de una parte del independentismo político-cultural con la desgracia valenciana tiene menos que ver con un espíritu honestamente solidario que con el oportunismo de hurgar de forma pornográfica en el dolor sudista para redimir así la impotencia de no poder ofrecer ninguna alternativa al autonomismo en Catalunya. Pensaba en ello viendo las autocrónicas y los autopodcasts de movimientos como los "Voluntaris Catalunya Dana", que, desde la tormenta, han organizado fines de semana recreativos para ayudar en las poblaciones afectadas (pero sobre todo con el objetivo de correr a contárselo a los amigos de Barcelona con esa tonalidad de "mira, reina, la de cosas heavy que hemos visto" con la que los matrimonios del Eixample charlan de su viaje a Tailandia). En todo esfuerzo caritativo existe cierta voluntad de pasarela, es cierto, pero aquí habría que sumar cierta dosis de paternalismo cristiano.

Más allá de hurgar en la herida de los valencianos con el narcisismo de la superioridad moral, opino que lo mejor que se les podría ofrecer es un independentismo fuerte y sin complejos que no tenga que enfangarse los pantalones para explicar las cosas más claras. Dicho en otras palabras, quizás deberíamos recordar a los hermanos de lucha que su Generalitat —exactamente como la nuestra— es solo una herramienta de colonización cultural incapaz de hacer justicia a las infraestructuras que pueden garantizarles cierta riqueza, y que la DANA solo ha hecho emerger el estiércol de su sumisión. Esto puede joderles mucho más que darles pañales y comida para pasar unas horas, pero me atrevería a opinar que les será mucho más útil para garantizar un futuro próspero. A estas alturas, el independentismo debería haber aprendido que promover la moralidad esclavista, por buena que sea la intención, solo castra.

Lo consiga o no, Mazón tiene intención de aguantar en la poltrona porque le quedan unos cuantos años para capitalizar la pasta que le llegará de Madrid y de Bruselas y (aunque no sé si es lo bastante listo) porque debe de intuir que la capacidad de olvidar es prácticamente ilimitada. En este sentido, al PP valenciano y al PSOE madrileño ya le sirve que la fuerza del catalanismo que queda en ese territorio se empape del voluntarismo de lemas como "solo el pueblo salva al pueblo" y que nuestros activistas se disfracen de reportero de Iker Jiménez durante unas semanas. De hecho, todos nosotros deberíamos recordar que experiencias como este nuevo "valencià emprenyat" que ha parido la DANA solo acaba siendo una excusa para resucitar el centralismo político de un modo más o menos velado. También habría que saber que la ufanía de los catalanes en la desdicha siempre acaba siendo fagocitada por gente con vista como Pedro Sánchez.

El independentismo debería haber aprendido que promover la moralidad esclavista, por buena que sea la intención, solo castra

Como decía antes, todas estas ansias por organizar excursiones al sur y compartir la impotencia de los desvalidos con los amiguis me parece el corolario más lógico del estado de aburrimiento existencial en el que el PSC ha dejado la política catalana (un núcleo vacío de ideas donde todo el mundo, de forma poco disimulada, está luchando por ocupar el espacio que ha monopolizado Salvador Illa). De cara a romper esta atonía, sería bueno que nuestros aspirantes a líder empezaran a muscular opciones que vayan más allá de la dinámica catequista del procesismo y que, por mucho que les duela, se pregunten cómo es que Sílvia Orriols es la única política que logra sacar de quicio el actual Molt Honorable en las sesiones de control al Govern del Parlament. Pueden hacer esto, que exige valentía y hacerse un poco el antipático, o seguir promocionando excursiones al sur para que todo el mundo les enjabone el ego en X.

Dicho esto, también hay que recordarles que en nuestro territorio catalán también existen muchas zonas catastróficas donde la ayuda siempre es bienvenida y puedes ir a hacer voluntariado sin tantos costes de producción. Así puedes hacer país y quedarte tranquilo a la vez. En cualquier caso, todo el mundo sabe muy bien cómo termina esto de valencianizarse.