Hoy, estoy aquí para hacer una aclaración a toda aquella gente que le gusta presumir de su ignorancia. Pero, antes que nada, para no ofender a ningún colectivo, quiero aclarar que respeto profundamente a la gente que dice tonterías con la cabeza bien alta, en este mundo tiene que haber de todo y todo el mundo es libre de pensar lo que quiera, faltaría más. Dicho esto, prosigo el discurso que tengo preparado. El catalán y el valenciano son la misma lengua. Sí, es así, aceptadlo de una vez. Os lo confirmará cualquier filólogo que no esté bajo presión política y que no haya comprado el título. Y os diré más: el mallorquín, el menorquín, el ibicenco y el alguerés también son la misma lengua. No querían caldo, pues dos tazas.

Sé que esta información que os acabo de dar os ha provocado un gran choque emocional e intelectual, lo entiendo, de verdad; habéis estado recibiendo, durante mucho tiempo, mensajes que decían todo lo contrario. No pasa nada, nunca es tarde para cambiar de idea y evolucionar. ¿Por qué creéis que cuando un catalán habla con un valenciano no utiliza el traductor de Google? ¿Habéis visto alguna vez un catalán que vaya a Xàtiva (Valencia), pida la carta para comer en catalán y, en vez de la carta, le traigan un aspirador? ¿O un valenciano que vaya a Sant Joan les Fonts (Girona), pida en valenciano dónde está la plaza del pueblo y le contesten que son las siete y veinticinco? No, ¿verdad? Pues todo esto ya debería haceros sospechar que podrían ser la misma lengua.

A muchas personas no les gusta que el catalán y el valenciano sean la misma lengua —una manía como otra— y lo que hacen es utilizar una de las técnicas más viejas del mundo: divide y vencerás. Así que hacen creer a los valencianos que hablan una lengua distinta a la de los catalanes y que el único propósito vital que tenemos los catalanes es imponerles nuestra lengua. Parece una tontería, ¿verdad? Pues hay gente que lo piensa. Os lo digo desde el más grande respeto. Por cierto, ¿os suena lo de imponer lenguas? Es difícil de creer que una lengua tan minorizada y maltratada como el catalán pueda imponer algo en algún sitio.

Deberíamos ser capaces de separar la opinión de los entendidos en lengua (filólogos, lingüistas...) de la opinión de los políticos

A mí, personalmente, me da igual si la lengua que se habla en todos los Països Catalans se llama catalán, valenciano, mallorquín o cagarruta. No vamos a discutir por eso. Lo que es realmente importante es que todos hablamos la misma lengua (la llames como la llames). Pero vivamos un poco al límite y pongamos por caso que aceptamos la teoría de que el catalán y el valenciano son dos lenguas diferentes (como quieren hacernos creer muchos políticos). Pues perfecto, por esta regla de tres, también tenemos que aceptar que el castellano que se habla en Madrid es una lengua distinta del castellano que se habla en Cuba, en México, en Andalucía y en tantos otros lugares del mundo. Igualdad de condiciones y de tonterías. No sé qué pensaría la gente si hiciéramos este cambio. Ah, y el inglés de Inglaterra, obviamente, también sería una lengua distinta del inglés de Estados Unidos o del de Australia. ¿Estáis seguros de que queréis jugar a este juego de P3? Porque, si es así, tendré que poner que hablo más de treinta lenguas en mi currículum.

Hay demasiados intereses políticos detrás de los conceptos lengua y dialecto. Deberíamos ser capaces de separar la opinión de los entendidos en lengua (filólogos, lingüistas...) de la opinión de los políticos. En Italia, por ejemplo, políticamente, les interesó más decir que todas las lenguas que se hablaban en la península Itálica eran dialectos (un filólogo no habría dicho lo mismo sin presiones políticas; un filólogo habría dicho que son lenguas distintas). Querían unidad de pensamiento, por eso crearon una lengua común para todos los italianos e infravaloraron las lenguas que hablaban hasta entonces llamándolas dialectos (un poco como Francia con el occitano y el catalán). En España, en cambio, por un lado, para evitar cohesión catalanista, les interesó más decir que el catalán y el valenciano eran dos lenguas distintas; pero, por otro, en cuanto al castellano, les interesó más decir que el castellano que se hablaba en Andalucía y en los demás lugares de España eran dialectos de una misma lengua: el español (como lo llaman ellos).

¿A quién debemos hacer caso, pues, para decidir si un sistema de comunicación verbal de una comunidad humana es un dialecto o lengua? ¿A los expertos en lengua o a los políticos? Yo —llamadme tiquismiquis— confío más en los entendidos en la materia.

Venga, hasta la próxima semana.