Una chica llora por la muerte de su abuela y después del funeral recibe una caja llena de fotografías y recuerdos del verano de 1978. Y decide seguir sus pasos. Y claro, conoce a un chico. Y los dos son muy guapos. Esta es la idea del verano que ha escogido Estrella Damm para seguir su narrativa de marca Mediterrániamente, con el mensaje Cambie lo que cambie, que lo importante nunca cambie.
El anuncio, titulado, como no, Verano 78, lo ha ideado, una vez más, la agencia creativa Oriol Villar y cuenta con Blur como productora. La dirección es de Claudia Llosa, peruana establecida en Barcelona, que ya colaboró en las campañas de 2012 (No es el qué, es el cómo), 2014 (Entrena el alma) y 2018 (Cyrano). La pieza tiene dirección de fotografía del norteamericano Erik Messerschmidt, conocido y premiado por su trabajo en la película Mank (2020). Y se ha rodado en la Costa Brava, Menorca y Barcelona.
El mensaje que cambie lo que cambie, nada cambie, es bastante imposible, básicamente porque los precios se han vuelto prohibitivos, los paisajes han sido vampirizados y colapsados por el turismo y la temperatura es insoportable
El anuncio combina pasado y presente a través del recurso de la comparativa de fotos a los mismos lugares visitados, un recurso estético habitual de redes sociales como Instagram. El contraste nostálgico, además, se refuerza a través de la elección musical, que confía en el tema Yes, Sir, I Can Boogie, del dúo Baccara, interpretado por la cantante y compositora británica Debbie. Todo muy idílico. La pieza, sin diálogo, quiere incidir en el mensaje habitual de la marca: lo importante es disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Claro que sí.
Ya queda lejos el foco en la sostenibilidad iniciado con Alma y las piezas que siguieron hasta el 2022. El verano pasado, con Pussy ke manda, protagonizado por Bad Gyal, la marca devolvió a elementos más clásicos, como el sol, el mar o la diversión con amigos. Todos muy guapos siempre y con dinero en el bolsillo. O ricos directamente.
Pequeñas cosas en sitios carísimos, efectivamente. La Costa Brava, Menorca y Barcelona. No otros lugares con, diríamos, menos glamur y que no hay que citar para que nadie se enfade. La idea tiene muy buena voluntad, estética bonita y es un anuncio, claro, no un documental de denuncia. El problema es que el mensaje que cambie lo que cambie, nada cambie, es bastante imposible, básicamente porque los precios se han vuelto prohibitivos, los paisajes han sido vampirizados y colapsados por el turismo y la temperatura es insoportable. Estoy esperando que la competencia, o quien sea, haga un anuncio explicando esta otra realidad. O la realidad, vaya.