Hay algo que sucede en España, que es grave y que se está contando de pueblo a pueblo por la organización de las gentes que, ante lo que se les viene encima, se han tenido que organizar, preparar denuncias y alegaciones en tiempo récord, y avisarnos a través de todos los canales a su alcance. No lo están teniendo fácil porque romper la barrera del silencio cómplice es muy complicado. Pero lo están intentando. 

Son cientos los rincones del Estado español en los que está sucediendo lo mismo: la implantación de grandes proyectos, megaproyectos, de energías renovables, está poniendo en peligro la sostenibilidad de la vida rural, la de sus habitantes y también la de sus agricultores, la de sus ganaderos que ven desaparecer sus tierras. 

La excusa es la transición a las energías renovables. Es la excusa porque, en realidad, el interés real está en hacer negocio. En facilitar grandes áreas de terreno para que las empresas privadas obtengan ingentes beneficios que, a su vez, no irán a parar jamás a las manos de los habitantes de España. Van a parar a manos de fondos de inversión, de empresas extranjeras, que utilizan nuestro espacio, nuestros recursos y hábitats naturales para hacer negocio y, sin el menor reparo, en no pocos casos destrozándolo todo. 

Cuentan con aliados en todas partes. Porque el dinero engrasa de maravilla las voluntades cuando han de torcerse. Y quizás por eso se encuentren políticos de todos los colores en los lugares donde se toman las decisiones y se obtienen los beneficios de semejantes proyectos.  La censura se impone, por medio del ya conocido ataque y del totalitarismo de los bulos. Ese que impera cuando se advierte de los peligros contra la naturaleza ante el impacto de semejantes molinos o placas fotovoltaicas. De esto se sabe cuando te toca, cuando después de ponerte la miel en los labios con enormes cantidades de dinero, desaparecen y te ves bloqueado, ahogado a impuestos y a responsabilidades con las que no contabas. 

El interés real está en hacer negocio para que las empresas privadas obtengan ingentes beneficios que no irán a parar jamás a las manos de los habitantes de España

Nos han contado una milonga con la transición energética, que en esta ocasión pasa por encima de daños realmente irreversibles para el medio ambiente, pero también, para el desarrollo de los entornos rurales. No es cierto que estos macroproyectos traigan prosperidad, empleo y oportunidades a estos territorios. Más bien, en la práctica, sucede todo lo contrario: no hay tierras para trabajarlas, ni ganadería que pueda sostenerse allí, y además resulta muy difícil marcharse porque nadie quiere comprar una casa junto a un molino de más de cien metros o una torre de alta tensión. 

La enorme cantidad de agua que es necesario destinar para algunos de los proyectos que vienen ahora a España, como las industrias de nuevas tecnologías y almacenamiento de datos, es otra de las realidades de las que no se habla. Y afectarán a lugares donde la sequía ha sido y es una amenaza real. Pero para destinar miles de litros de agua diarios a empresas que fabrican baterías para vehículos eléctricos, o para enfriar los ordenadores, parece haberla. 

Nos sumergen en un clima de pánico ante el cambio climático que nos hace pensar que la transición ecológica es algo necesario y positivo se haga como se haga. Y eso no es responsable. Porque las energías renovables pueden ser una solución excelente, siempre y cuando se desarrollen y desplieguen de manera sostenible, incorporándolas a las necesidades reales de los lugares donde se implementen, y no convirtiendo a España, como están haciendo, en una central generadora de energía proveniente del viento, del sol y del agua, a costa de destrozar nuestro propio desarrollo

Una visión colonialista que proviene del globalismo, auspiciada y propiciada por dirigentes políticos que han vendido su país y su alma a los fondos de inversión. Una manera de entender bien todo esto está siendo el visionado de Vidas Irrenovables. Un documental que se muestra de pueblo en pueblo, por toda España, para que se conozca lo que está pasando y sobre lo que ya vamos tarde para poder reaccionar. 

Gracias al visionado de este documental ya está habiendo ayuntamientos que protegen sus territorios mediante modificaciones de los ordenamientos urbanos. Una solución muy interesante si se quiere ir previniendo un gran desastre que ya ha comenzado a suceder. 

Hemos entrevistado al director del documental, que nos explica la realidad que no se nos está contando