Leía esta semana que solo un 15,9% de los jóvenes de entre 16 y 29 años ha logrado emanciparse en el Estado español. Esta cifra es 7,3 puntos inferior a la de hace una década. Si ampliamos la horquilla de las personas que consideramos jóvenes, vemos que las personas de entre 30 y 34 años que se han independizado de los padres llega al 69,8%, un porcentaje muy superior, pero 4,5 puntos inferior al de hace una década. Esto significa que, por encima de los 35 años, un 30% de las personas siguen viviendo con sus padres. Como resumen, los jóvenes se marchan de casa, de media, a los 29,5 años, y muchos de los que lo hacen no van a vivir solos o en pareja, sino que se marchan a compartir piso. Es habitual que, en Cataluña, haya jóvenes de 30 o más años, con trabajo fijo, que comparten piso con otra gente. Impensable hace 20 años.

Hace unas semanas se hicieron públicos los datos relativos a la natalidad en Cataluña. En 2023 nacieron 54.182 bebés en nuestro país, una disminución del 3,9% con relación al año anterior. El indicador coyuntural de fecundidad se situó en 1,10 hijos por mujer en 2023, el más bajo nunca registrado. Es el mínimo histórico, y este año todo indica que también haremos el mínimo histórico. Este drama viene de lejos: desde 1990, el máximo se registró en 2008, cuando llegamos a 1,53 hijos por mujer (una cifra muy alejada de la tasa de reemplazo, situada en 2,2 hijos por mujer). Por cierto, para despejar dudas, la tasa coyuntural de fecundidad de las mujeres extranjeras residentes en Cataluña es de 1,32 hijos por mujer, una cifra ciertamente superior a la de las mujeres catalanas, pero también bastante pequeña.

La crisis demográfica es una crisis nacional y debe recibir atención prioritaria de nuestro Govern. ¿Lo harán? Espóiler: no. Porque me parece que a alguien ya le conviene que los catalanes no tengan hijos

Mezclo las dos informaciones porque, a menudo, en los periódicos aparecen como elementos diferenciados: la crisis de la vivienda y la crisis demográfica. Desde mi punto de vista, son elementos que van vinculados de forma determinante. Es cierto que las mujeres catalanas, en su mayoría, no quieren tener tantos hijos como la generación de mis padres, cuando era muy frecuente tener tres o cuatro hijos, o más aún. Por eso yo tengo muchos amigos que son tres o cuatro hermanos. Es poco habitual encontrar a alguien de más de 40 años que sea hijo único y normalmente se debe a causas ajenas a la voluntad de los padres. Hoy, las parejas catalanas quieren tener menos hijos, pero creo que mayoritariamente quieren tenerlos. Quieren tener menos para tener más calidad de vida personal, pero al menos un par creo que los quiere la mayoría de la gente.

Si los quieren, ¿por qué no los tienen? Simplemente, porque no pueden permitírselo. Es así de triste y así de bestia. No tener hijos porque prevés que no podrás asegurarles los mínimos imprescindibles (alimentación, techo y escuela) es un drama nacional. Miles y miles de niños no nacen en Cataluña porque los padres creen que no podrán mantenerlos correctamente. Si no se pueden pagar un piso, ¿cómo pueden afrontar los gastos que suponen un par de niños? Emanciparse es la fase previa a crear una familia. Por eso la edad media de maternidad es de 32,6 años. Esta es la realidad y debería ser la principal preocupación de nuestros dirigentes políticos. Y no tiene solución a corto plazo, porque la solución pasa por empezar a construir hoy miles y miles y miles de viviendas protegidas de alquiler asequible. Además, se deben construir cientos de guarderías públicas y gratuitas, y es necesario diseñar e implementar ayudas exclusivas para familias de clase media. Con estas tres medidas empezaríamos a ponerle solución.

Hay muchas otras consecuencias negativas de la crisis demográfica. El futuro de nuestra lengua y nuestra cultura también se ve amenazado por esta cuestión. La transmisión de la lengua materna es decisiva para el futuro de una lengua, y si las familias catalanohablantes tienen menos hijos, estaremos fabricando menos hablantes nativos de catalán. Cualquier otra consideración puede ser políticamente correcta, pero aquí escribimos artículos para adultos, no cuentos infantiles. También es un problema grave para el futuro de nuestras universidades, que sufrirán un descenso de estudiantes en los próximos años, y para el mercado laboral, porque faltarán profesionales en todos los campos. La crisis demográfica es una crisis nacional y debe recibir atención prioritaria de nuestro Govern. ¿Lo harán? Espóiler: no. Porque me parece que a alguien ya le conviene que los catalanes no tengan hijos.