Puede que todavía no haya oído hablar del "movimiento woke" o, si lo ha leído, todavía no tenga claro de qué se trata. Viendo la velocidad de los acontecimientos, es mejor ir preparándose.
Durante los últimos años, se ha venido asociando el término "woke" (que proviene del inglés y significa algo parecido a "despierto") a movimientos contra las injusticias sociales.
El diccionario de Oxford incorporó el término en 2016, señalando que se identifica con una alerta ante una injusticia en la sociedad, especialmente el racismo. Por su parte, el diccionario Merriam-Webster define "woke" como "consciente y atento a los hechos y cuestiones importantes (especialmente en el ámbito racial y social), calificando el término como una palabra "coloquial".
Los orígenes se ubican en los años cuarenta entre la comunidad negra. En los años 60, Luther King empleó el término "stay woke" durante uno de sus discursos, concretamente el "Remaining awake through a Great Revolution" (permanezcan despiertos en esta gran revolución). La explosión de su uso, es señalada por la CNN, en el Black Lives Matter, en 2013, con la muerte de Trayvon Martin en Florida.
Se refiere, en muchas ocasiones, a lo que en España denominamos "postureo de la izquierda". Ese "pseudomovimiento progre" que pretende ir tan a la vanguardia, que genera debates carentes de raíz, y que pretende imponerse sin dar lugar a debate
Sin embargo, depende de dónde se utilice, el término ha ido adquiriendo distinto significado, pues al traspasar las fronteras de Estados Unidos, la realidad política y social le ha dado también un nuevo contenido.
En Reino Unido, el "woke" se venía empleando para definir a lo "políticamente correcto". Desde Francia, sin embargo, se tiende a considerar lo "woke" como una importación norteamericana, y se percibe de manera peyorativa, pues lo que representa pondría en riesgo los valores franceses.
Y la tendencia a considerar el "wokismo" de manera negativa se ha extendido en los últimos años. Se refiere, en muchas ocasiones, a lo que en España denominamos "postureo de la izquierda". Ese "pseudomovimiento progre" que pretende ir tan a la vanguardia, que genera debates carentes de raíz, y que pretende imponerse sin dar lugar a debate.
Se ha hablado de los woke cuando se ha pretendido reescribir la historia, criticando, desde la cultura actual, hechos pasados. ¿Recuerdan la retirada de cómics de Tintín por cómo se referían al Congo?
En España, podríamos considerar buena parte de las políticas de Podemos como dentro del "wokismo". Las posturas sobre el género (ley trans, movimiento me too), son sin duda ejemplos claros de ello. Lo que caracteriza a este movimiento, entre otras cuestiones, es la política censora: el ataque sistemático, la cancelación, el insulto y acoso a quienes no comulguen con sus postulados. Hacen de la creencia, dogma de fe, y con ello, desde las instituciones, se imponen pautas que no permiten un debate en la sociedad, promoviendo el silencio del disidente.
Otro de los signos de identidad de lo "woke" es el castigo constante: señalar a un culpable a quien cancelar en la sociedad y punir mediante códigos penales, o bien normas administrativas. La libertad de expresión queda en un segundo plano porque "lo woke" es superior, según sus correligionarios. El comportamiento que se promueve desde el movimiento woke, según apuntan algunos expertos, tiene más que ver con el resentimiento que con la voluntad de construir una sociedad más justa, más igualitaria y más tolerante. A pesar de que ese es el supuesto eslogan que se promueve por el "wokismo", la realidad es muy distinta: a través de la imposición de su discurso, se genera un intento de sometimiento, que en muchos casos, provoca tensiones sociales que degeneran, precisamente, en lo que se pretendía evitar: disenso, enfrentamiento y separación de posturas en lugar de inclusión.
Es un término que suele utilizarse desde posturas conservadoras, o de derechas. Pero no solamente. Y es que, precisamente, desde la izquierda, la que no comulga con el actual gobierno "progresista" configurado por PSOE y Unidas Podemos, también se emplea el término para marcar distancias con quienes parecen haberse olvidado de lo esencial para los movimientos sociales: el debate, el análisis, la participación "desde abajo" en la toma de decisiones. Lo "woke" es aquello de pretender ir de izquierdas, de progre, para en realidad, colarnos medidas que pervierten verdaderamente la igualdad de las mujeres, que no modifican la ley mordaza, por ejemplo.
La bandera LGTBI, utilizada como "patrimonio" de la izquierda, también es "woke". Puesto que, en realidad, intentar pretender que todo lo que afecte a este colectivo se debe analizar desde una perspectiva de izquierdas, es querer confundir al personal. Las personas homosexuales, trans, bisexuales, no tienen por qué sentirse representadas por la izquierda; y de hecho, posiblemente, haya quien hasta pueda sentirse molesto con el uso que se está queriendo hacer de ellos para fines partidistas.
Las personas homosexuales, trans, bisexuales, no tienen por qué sentirse representadas por la izquierda; y de hecho, posiblemente, haya quien hasta pueda sentirse molesto con el uso que se está queriendo hacer de ellos para fines partidistas
Seguramente, viendo determinados comportamientos desde el ámbito institucional, haya podido identificar como "woke" alguno. Sobre todo, en lo que al feminismo se refiere, a la ley trans, o a la cancelación de personas públicas, como sucedió con Plácido Domingo en su día.
El disfraz de lo progre para enmascarar comportamientos que en muchas ocasiones son ataques a la libertad de expresión, a la libertad de conciencia, de creencia, de pensamiento; la persecución a toda opinión contraria a la suya bajo la acusación de "fascistas", "machistas", "tránsfobos". Una tendencia que se está dando, sobre todo en una parte del gobierno, que representan aquellas jóvenes que se suponía que llegaban para abrir la política, que entrase aire fresco y que pudiéramos tener una democracia mucho más dinámica y plural.
La moda de los "escraches", que llegó con la señora Colau, está bien vista por los woke siempre y cuando no les toque a ellos. Porque en ese caso, ya no hablan de "jarabe democrático", sino de acoso, que es lo que a mí me parece, que es en todo caso.
El insulto al contrario, se legitima, porque el contrario es siempre "fascista". Sin embargo, cuando el insulto lo lanzan contra ellos, es, adivine, fascismo, claro. Porque así funciona este lamentable juego que está pisoteando los principios más básicos de la convivencia en democracia: el respeto a la persona y el debate con argumentos a las ideas.
El wokismo prescinde de argumentos, busca axiomas y pretende utilizar "el bien común" o una causa social aparentemente justa, para señalar a los "buenos" y a los "malos" de la manera más simple posible. Normalmente, utilizando paraguas argumentativos que no suelen encajar en los parámetros abordados por expertos desde hace décadas. Todo es muy moderno, muy superficial y muy innovador. Incluso para ir contra la misma ciencia, esa que tanto han defendido cuando ha venido promocionada por la industria farmacéutica durante la pandemia.
Porque lo woke, dicho sea de paso, aunque hace mucho ruido, cancela al disidente, y aplasta el debate democrático, suele estar del lado de quien tiene interés en asegurarse pingües beneficios, como ha sucedido durante la pandemia. El comportamiento woke no es patrimonio de la supuesta izquierda, puesto que también el centro y la centro-derecha se han sentido muy cómodos en este tipo de comportamientos.
Aunque le parezca nuevo el término, no está de más tenerlo en cuenta para poder identificarlo. Se disfraza de lucha social, pero en realidad, promueve la censura, el señalamiento y es incompatible con la democracia.
Es un paso más para difuminar la izquierda y la derecha, que durante los últimos años, parecen haber quedado en el pasado como eje ideológico. A la vista están las alianzas generadas durante la pandemia, pero también ahora, y los votos que se alinean en el congreso. Es cuestión de espabilar, más que de estar "despiertos".