Sería algo absurdo no escribir hoy sobre la vuelta de Carles Puigdemont, pero también es algo absurdo escribir sobre la vuelta de Carles Puigdemont. Sobre todo porque la pregunta que me hago, nos hacemos, a las ocho y media de la tarde del miércoles 7 de agosto es si Puigdemont ya está aquí. Porque, sea como sea, no nos lo anunciará desde el balcón del Palau de la Generalitat. Y la pregunta es válida para hacérsela cuando el artículo salga publicado: ¿ya está aquí?

Puigdemont aún no ha vuelto y ya ha llenado horas de radio, tele, prensa y digitales. Se diría que tiene más eco mediático que apoyo electoral en estos momentos. Pero es lo que tiene ser el enemigo público número 1 del estado español e, incluso en este caso, podría decirse que también que de España, que no es lo mismo.

La primera pregunta que podemos hacernos es si el inminente regreso del hombre de Amer cambiará algo. ¿Habrá un nuevo Urquinaona si detienen a Puigdemont? Teniendo en cuenta que todo el mundo está de vacaciones y que este país no puede hacer la independencia ni en agosto ni los fines de semana porque todo el mundo se va a La Cerdanya, a la Costa Brava o a hacerse fotos para Instagram, no parece que vaya a ser o que tenga que durar muchos días. De hecho, Puigdemont habrá elegido el peor momento para regresar. De hecho, si los jueces son inteligentes, si el Estado es inteligente, lo mejor que pueden hacer es detener a Puigdemont unos días después del pleno y soltarlo como si nada. Y habrá terminado la épica y habrá terminado, que ya lo está, el procés para los próximos 20 años.

Si los jueces son inteligentes, si el Estado es inteligente, lo mejor que pueden hacer es detener a Puigdemont unos días después del pleno y soltarlo como si nada

En realidad, y supongo que Puigdemont lo sabe, lo que hará es ayudar a eso que se llama “pasar página”. He leído en Isaac Rosa que “independentistas y españolistas, izquierda y derecha, jueces y periodistas, ciudadanos en general e incluso el propio Puigdemont, todos celebraremos su regreso, sabedores de que no es posible pasar página al proceso sin resolver la situación del expresidente”. Creo que tiene razón. Y salvo la extrema derecha, el PP será el primero que se alegrará. Así podrá pactar pronto con Junts y no tendrá que depender siempre de Vox.

Y la segunda pregunta que nos podemos hacer es: ¿ha servido para algo el exilio de Puigdemont? No lo sé. De lo que sí estoy convencido es que habría servido de mucho más si el Govern se hubiera comportado como un gobierno solidario y todos sus miembros se hubieran ido al exilio. Al final, los consellers debían seguir lo que decía el president. Aquello sí hubiera sido una imagen potente, un golpe contundente. Todo un gobierno exiliado y a la una. Y, con la mayoría obtenida en las elecciones del 155, hubieran podido volver todos, ser detenidos todos a la vez.

Pero, ya saben, si unos que querían ir a la cárcel, otros al exilio y otros nada, si aquello era, con perdón, can pixa, ¿qué final debería tener? Si gestionaron la victoria del 1-O de forma más que pésima, ¿cómo iba a terminar aquello? Seguramente de la forma que acabará, que vista la capacidad política y que la realidad es que solo se miraban de reojo, todavía es una suerte. Sobre todo para ellos, claro.