No lo puedo evitar. Cada vez que escucho la propuesta de traer el Senado a Catalunya, me emociono. Hey, pero emoción intensa. No una cosita de lagrimita rápida, no. Emoción de sollozo y de paquete de Kleenex de 20 unidades. Mire, ahora mismo, sólo de pensarlo ya tengo empapado el teclado del ordenador porque me caen lágrimas como gambas de Palamós.
¿Usted se lo imagina? Tener el Senado, no sólo acabaría para siempre con el problema del encaje Catalunya-España que arrastramos desde hace siglos, sino que situaría nuestro país en el mapa del mundo. Para nosotros, poder acoger un estamento con el prestigio del Senado español es un sueño que supera cualquier deseo que pueda tener un país moderno. Realmente la propuesta de Pedro Sánchez es la solución de-fi-ni-ti-va a todo. Incluidos los problemas de caspa de los catalanes. Es que, cada vez que lo pienso me doy cuenta de la magnitud de la propuesta. Y de los beneficios que nos aportaría.
Ahora bien, ¿dónde ubicamos una institución tan preciada que miles de gobiernos (o más) matarían por albergarla? Porque, claro, eso no lo podemos poner en cualquier lugar. A ver, el castillo de Montjuïc estaría bien, pero hace demasiado airecillo. Sí, sí, estamos de acuerdo en que las vistas son espectaculares, pero con el trabajo que hay en el Senado, sus señorías nunca tendrían tiempo de disfrutarlas como es debido. En cambio, un golpe de aire en el trayecto entre el coche oficial y la puerta de la cámara alta sería fatal. El Pueblo Español, en cambio, sí que sería un buen lugar para instalarlo porque, de hecho, el Senado también son varios trozos de esta España tan diversa, pero creo que tenemos que apostar por la descentralización. El Senado tiene que estar en Catalunya, sí, pero no en la capital. Y propongo cuatro localizaciones:
1/ Barcelona World. Casinos, tiendas, entretenimiento, golf, hoteles y... el Senado. Una oferta de ocio y diversión insuperable.
2/ Catalunya en miniatura. Si alguien es capaz de creer que la gran oferta de Catalunya es traer al Senado, la metáfora no puede ser más acertada.
3/ El carril VAO de la C58. A ver, para el resultado que ha dado, la infraestuctura fue una ganga. Sólo costó 80 millones de euros y para que pase alguien lo han tenido que acabar abriendo a todo tipo de vehículos. Es un lugar a la altura del Senado.
4/ El aeropuerto de Alguaire. El uso continuado de esta instalación (durante los 4 meses de la pasada temporada de invierno pasaron 197 pasajeros diarios) justifica haberse gastado 90 millones de euros en su construcción y la sitúa al nivel del carril VAO. Por lo tanto, es otro lugar idóneo para ubicar el Senado.
Sé que las ideas son geniales, pero yo las ofrezco de manera totalmente altruista. Tanto desde el punto de vista económico como de reconocimiento. Para mí será un orgullo ayudar humildemente a que una institución con tanto prestigio como el Senado español honre a mi país y su gente.
Y ahora, por favor, gritémos juntos: ¡¡¡Viva el Senado, este faro que nos señala el camino recto a seguir a la hora de hacer mucho y buen trabajo!!! ¡¡¡Viva!!!