Por fin, detenido después de 19 meses en busca y captura, El Yoyas, el alias por el que es conocido Carlos Navarro, pasó a disposición judicial y a ser encerrado ipso facto. Todo televisado, todo por la audiencia. El Yoyas se hizo famoso gracias a su participación en un programa de telebasura que todavía sigue vivo después de docenas de ediciones protagonizadas por cazafortunas mediáticas con pocas ganas de trabajar y vips casposos. Lo bautizaron como Gran Hermano, un triste homenaje a una de las grandes figuras orwellianas y, por si no quieres caldo, dos tazas, idearon una versión destinada a mostrar las miserias de estrellas decadentes consideradas vip con una cierta peste a seborrea.

Toda esta basura del Gran Hermano nos la vendieron, ya hace veinte años, como un interesante experimento sociológico y para darle cierta credibilidad, contrataron como conductora a Mercedes Milá, quien, con la batuta del programa, volvió a hacer del periodismo histriónico el sello de un espacio que vivía de los instintos más bajos de las personas. Si hay siete pecados capitales, Gran Hermano los cumple todos: lujuria, pereza, envidia, gula, ira, soberbia y avaricia. En este festival de emociones primarias, solo falta el quinto mandamiento, un no matarás que quedará reservado, es de suponer, para futuras ediciones, cuando la sociedad ya esté preparada para espectáculos del tipo rollerball, deporte estrella de la película futurista de Norman Jewison.

El Yoyas participó en la segunda edición de Gran Hermano y ya, desde el primer instante, se le vio desacomplejadamente violento. Duró poco, pero con una semana tuvo bastante para que Fayna, una chica canaria con pinta de princesa Disney, cayera rendida a sus encantos de macarra de barrio. Los extremos se atraen. Fue el primero en ser expulsado y salió como los toreros que triunfan en la plaza, con dos orejas, la cola y gritando al viento su famoso placa-placa con que amenazaba a los díscolos a su intolerancia. Y viendo su popularidad, lo llamaron como invitado permanente en otros programa basura de una cadena que ya, desde su creación, trató de perfumar la mierda y venderla bellamente envasada y etiquetada como perfume. Hablo, claro, de Tele 5.

No se entiende la sociedad actual sin la creación de Tele 5 en Italia y su expansión por Europa

Es importante ver la serie dedicada a Silvio Berlusconi para entender qué es Tele 5. La serie consta de tres episodios que viajan por la vida de Don Silvio y que nos aclaran el porqué de la existencia de una cadena que creó Il Cavaliere con un objetivo comercialmente ideológico. No se entiende la sociedad actual sin la creación de Tele 5 en Italia y su expansión por Europa. Berlusconi quería hacer una televisión para divertir al pueblo, pane et circenses, y la utilizó para atomizar las mentes de los televidentes y usurpar el poder al frente de Forza Italia, la versión política de Tele 5. Desde entonces, la política y los políticos parecen más unos participantes de Gran Hermano que unos invitados de La Clave, el famoso programa de José Luis Balbín. Quien no sepa de qué hablo, que entre en Youtube y compruebe que hubo una época que, metafóricamente hablando, en la televisión se veían rayos C brillar en la oscuridad, muy cerca de las puertas de Tannhäuser. Y gracias a Tele 5, todo aquello se ha perdido como las lágrimas en la lluvia.

Paolo Girone, el padre de Marcello, uno de mis amigos del alma, fue uno de los grandes publicistas de Italia y uno de los creadores de la imagen corporativa de Tele 5. Y como hombre de confianza de Berlusconi, solía viajar en el avión privado de Il Cavaliere, donde se vivían situaciones típicas de machos en celo permanente. En uno de los vuelos, Belusconi tuvo el deseo de contratar como azafata a una de las famosas cantantes apadrinadas por la cadena. Y mientras la chica servía un whisky, Berlusconi se dirigió a Paolo y le dijo: "Esta tía es tonta, pero mete unas grandes mamadas". En italiano, pompino.

Tele 5 es una gran mamada. Y Tele 5 también es Ana Rosa y su ideología ultra vestida de Mamen Marqueño. Como también lo son sus campañas en contra del catalán y el periodismo vestido de escándalo amarillento de Jorge Javier o los informativos con cuerpo de apocalipsis gore de Pedro Piqueras. Una cadena que fabrica tiburones como Karmele Marchante y después se los come como si fueran sardinillas. Tele 5 es una gran mamada que ha fabricado monstruos como El Yoyas, a quien catapultó hasta la gloria y le hizo creer que su violencia era respetable porque era guapo y muy mediático. Todo por la audiencia.

Encarcelado El Yoyas, Fayna no respira tranquila. Los separarán cinco años y seis meses de prisión y un mar de distancia. Pero los maltratadores físicos y psicológicos tienen el poder de esconderse en la mente de los maltratados y aparecer como un espectro cuando la víctima cree que ha conseguido pasar página. Y eso que casi todos, espectadores incluidos, veían que Fayna caía en la trampa de un lobo como El Yoyas. Muchas veces, tienes que hacer caso a la gente que te rodea, pero el amor te ciega y te hace convencer de que tu pareja ya cambiará gracias a tus capacidades persuasivas. Y a vosotros, feministas maccarthistas, os informo de que hay un porcentaje pequeño de mujeres como El Yoyas.

Y la Fayna no respira, porque sabe que todos los maltratadores vuelven y que, dentro de cinco años y seis meses, saldrá de la prisión, libre para coger un avión y plantarse delante de su ex y sus hijos para seguir marcándolos con su violencia. Y viajará, seguramente, con dinero conseguido como invitado estrella de uno de estos programas de Tele 5 que vende la telebasura maquillada como información veraz. Todo por la audiencia. Il Cavaliere lo tenía claro: todo es un gran pompino.