Son las 7:30 horas de la mañana de un jueves 11 de marzo del 2004. Miles de madrileños se dirigen a la estación de Atocha de Madrid como lo hacen casi los 365 días del año para, en su gran mayoría, ir a trabajar o estudiar. Es hora punta, cuando más gente coincide en los vagones y estaciones de tren de la capital española. Lo que no saben aquellos pasajeros es que están a 6 minutos de ser víctimas del segundo atentado más mortífero de la historia de Europa, que provocaría 192 víctimas mortales y 2.057 heridos (193 con la muerte de uno de los policías, al detener a los yihadistas semanas más tarde). Se situaría solo por debajo del atentado de Lockerbie, llevado a cabo por dos ciudadanos de la Líbia de Muamar al Gadafi y que mataron a 270 pasajeros de un avión que salía de Londres con dirección Nueva York en el año 1988.

El atentado del 11 de marzo del 2004 se llevó a cabo entre las 7:36 y 7:39 horas de la mañana, a través de 12 mochilas abomba con dinamita plástica que efectuarían hasta 10 explosiones en 4 trenes. 7 de las bombas explotaron en Atocha, 3 de las cuales en un tren que venía de Guadalajara y 4 en uno que venía de Alcalá de Henares. Otra bomba explotó a la estación de Santa Eugenia en un tren que venía de Alcalá de Henares; finalmente, dos de ellas lo hicieron en la estación de El Pozo del Tío Raimundo, en otro tren que venía de Alcalá. Más tarde, la policía consiguió detonar de forma controlada dos artefactos más, mientras que un tercero lo consiguieron desactivar. El objetivo de los terroristas era hacer estallar las bombas dentro de la estación de Atocha repleta, a esa hora, de trabajadores y estudiantes. Esta última mochila no detonada permitió iniciar la investigación que conduciría a la identificación de los autores.

Imagen del atentado yihadista en los trenes de Madrid / EFE

El atentado del 11-M, respuesta de Al Qaeda a la cumbre de las Azores

Los atentados se llevaron a cabo en un contexto de escalada mundial de guerra entre Occidente y el mundo islamista radical. La gran inflexión fueron los atentados en las Torres Gemelas el once de septiembre del 2001, ejecutados por el grupo fundamentalista islámico Al Qaeda como respuesta a las intervenciones de Estados Unidos en el mundo islámico. A consecuencia de los atentados de las Torres Gemelas, ordenados por Osama bin Laden, Occidente se movilizó contra el islamismo radical. Estados Unidos, liderado por el republicano George W. Bush; Reino Unido, gobernado por el laborista Tony Blair, y España, con el popular José María Aznar al frente; llevaron a cabo la cumbre de las Azores, junto con el entonces primer ministro de Portugal José Manuel Durao Barroso, un 16 de marzo del 2003, justamente un año antes del 11-M.

La cumbre acabó desembocando en la invasión de Iraq por parte de estos cuatro estados con el argumento que el régimen de Sadam Huseín tenía armas de destrucción masiva, hecho que, posteriormente, se acabó demostrando como la gran mentira de esta cumbre. En la cumbre de las Azores, se vinculó al sátrapa iraquí con el denominado eje del mal. La famosa fotografía del trío de las Azores (Aznar, Blair y Bush) escenificó la alianza transatlántica contra el terrorismo global. Este posicionamiento situó al estado español en medio de la geopolítica mundial, con un importante protagonismo de Aznar y el impulso del fortalecimiento de las relaciones con Estados Unidos.

De izquierda a derecha: el ex primer ministro laborista de Reino Unido, Tony Blair; el expresidente republicano de Estados Unidos George W. Bush; y el expresidente español, del PP, José María Aznar / EFE

La guerra de Iraq, sin embargo, acabó siendo estéril, con miles de soldados muertos y un conflicto que se estancó hasta que en 2009 el presidente de Estados Unidos Barack Obama ordenó la retirada de tropas norteamericanas. El atentado en Atocha, por lo tanto, fue una clara y contundente respuesta a la invasión de Iraq por parte de Occidente, tal como afirmaba el comunicado de la organización Al Qaeda: "El golpe forma parte de una antigua revancha que estaba pendiente con la España cruzada, la aliada de América en la guerra contra el islam," subrayaban los terroristas.

La autoría del atentado: de ETA a Al Qaeda

Al Qaeda reivindicó el atentado de Atocha, aunque inicialmente no se atribuyó la autoría a la organización yihadista. El Ministerio del Interior español, liderado por el popular Ángel Acebes, atribuyó la masacre a ETA durante todo el día del 11-M. Batasuna, el entonces considerado brazo político de ETA, negó su autoría insistentemente. Uno de los elementos destacables es que, habitualmente, ETA avisaba del atentado antes de que se ejecutara. Es más, se trataba de una operación muy compleja para una organización, que, entonces, ya estaba muy debilitada en el contexto global de preocupación por la seguridad debido a los atentados del 11-S del 2001. También se encontraron versos del Corán, junto con detonadores, en una furgoneta en Alcalá de Henares. Una pista clave que, a las 8 de la noche, obligó al ministro del Interior a poner sobre la mesa la segunda hipótesis, secundaria, de un atentado islamista. Solo una hora más tarde, Al Qaeda reivindicó el atentado a través de un diario árabe.

A pesar de estas evidencias, los populares insistieron en atribuir la autoría del atentado a ETA en un contexto en el que solo quedaban tres días para las elecciones generales con unas encuestas que daban unos resultados lo bastante ajustados entre el PP de Aznar, con su segundo, Mariano Rajoy, como candidato, y el PSOE de José Luís Rodrígiez Zapatero, que acabaría ganando los comicios, finalmente no suspendidos. Para el gobierno popular, todo lo que no iba en la línea de culpar a ETA era tachado de "miserable" y "de intoxicaciones malintencionadas". De hecho, el propio Aznar llamó a los grandes diarios de todo el Estado para insistir en su relato de culpar a ETA. En una edición especial matinal, diarios como El País apuntaron directamente en portada a la organización terrorista vasca, aunque, ya hacia la noche, estos medios recularon y abrieron la puerta a las dos tesis. Y es que con las elecciones españolas a la vuelta de la esquina, la autoría de un grupo radical islamista perjudicaba al Partido Popular al haber involucrado al estado español en las guerras del Iraq y Afganistán. Al menos, es lo que reflexionaba internamente el Partido Popular, tal como confesó posteriormente en un libro el exministro de Exteriores del PP, José Manuel García-Margallo.

La portada especial de El País para los atentados yihadistas del 11-M

Inicialmente, los grupos de la oposición también se apuntaron a la tesis que apuntaba a ETA, sin embargo, a medida que aparecieron indicios que indicaban la culpabilidad de Al Qaeda, fueron reculando. Desde el entonces líder del PSOE, José Luis Zapatero, al jefe de filas de CIU en Madrid, Josep Antoni Durant i Lleida. Sin embargo, el único que acabó defendiendo e insistiendo en señalar a ETA sería el gobierno del PP de José María Aznar. Fueron apareciendo pruebas, como las directas amenazas de Bin Laden al estado español publicadas por El Mundo. También el aviso del director del CNI en una reunión de los jefes de inteligencia militar de la OTAN. Indicios a los que investigaciones posteriores han demostrado que no se prestó la suficiente atención por parte de los servicios de inteligencia españoles.

La insistencia de los populares continuó, a pesar del choque con la realidad. Mariano Rajoy, entonces candidato de los populares a las elecciones que se celebraban en 3 días, insistió en que tenía la "convicción moral de que había sido ETA". El propio ministro del Interior, Ángel Acebes, se reunió con el jefe de información de la Guardia Civil, que le informó de que iba a detener a varios marroquíes y que las pruebas ya no apuntaban a ETA. Sin embargo, minutos más tarde, en rueda de prensa, reiteró la acusación de culpabilidad etarra y con Zapatero indignándose públicamente. También se pudo localizar un vídeo, gracias a una llamada de los yihadistas a Telemadrid, en el que Al Qaeda reivindicaba el atentado. La oposición empezó a acusar al Gobierno de manipulación y de ocultar información. El portavoz del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, elevó el tono y aseguró que los españoles se merecían un gobierno que no les mintiera.

Movilizaciones de rechazo y contra la mentira de Estado: "¿Quién ha sido"?

Los atentados provocaron muestras de rechazo por toda Europa. En España, el mismo 11 de marzo, se convocaron manifestaciones espontáneas en solidaridad con las víctimas. Al siguiente día del atentado, más de once millones de personas se manifestaron por todo el estado español. En Barcelona, se movilizaron más de un millón y medio de personas con el lema: 'Catalunya, con las víctimas de Madrid. Contra el terrorismo. Por la democracia y la Constitución'. Muchas pancartas condenaban el terrorismo, así como la guerra del Iraq. En Madrid, hubo una manifestación de más de 2,3 millones de personas con la presencia de representantes políticos de toda Europa. Aznar recibió críticas durante toda la jornada con gritos de "¿Quién ha sido"?.

De hecho, al día siguiente, miles de personas se manifestaron cargando contra el Gobierno y exigiendo saber la verdad sobre la autoría de los atentados en un clima de tensión creciente a las puertas de las elecciones. Unas 5.000 personas se concentraron ante la sede madrileña del PP en Madrid, mientras que en Barcelona hicieron lo mismo en varias manifestaciones. También hubo caceroladas rechazando la actitud de los populares.

Manifestación de rechazo a los atentados del 11-m con más de un medio millón de personas / Efe

Muchas de estas manifestaciones se organizaron de forma espontánea. Fueron las primeras movilizaciones que se llevaron a cabo gracias al móvil, haciendo evidente la gran capacidad de movilización que tenía la todavía entonces nueva tecnología. La ciudadanía se autoconvocó a través del SMS, con los clásicos móviles de la marca Nokia que tenían una pequeña pantalla superior y un teclado debajo. Un ejemplo de los mensajes que se pasaba la ciudadanía era este: “¿Aznar de rositas? ¿Lo llaman jornada de reflexión y Urdaci trabajando? Hoy 13M, a las 18h. Sede PP, c/Génova 13. Sin partidos. Silencio por la verdad. ¡Pásalo!". Esta metodología supuso un antes y un después en la convocatoria de manifestaciones y en la forma de comunicarse. Los primeros mensajes los lanzaron grupo de activistas de izquierdas, que ya estaban activos desde las protestas multitudinarias, especialmente en Barcelona, contra la participación española en la invasión aliada en Iraq.

Las elecciones, celebradas un 14 de marzo, tuvieron una participación del 77,2%. El PP las perdió entre críticas a Aznar mientras votaba. El PSOE obtuvo hasta 164 diputados, contra los 148 de los populares, que perdían la mayoría absoluta de los últimos cuatro años. Los dos grandes partidos alcanzaron el 82% de los votos, en un contexto de máxima polarización solo tres días después de los brutales atentados del once de marzo, en medio de la conmoción y el dolor de las víctimas y sus familias.

Protesta delante la sede del Partido Popular en Madrid contra la gestión de los atentados yihadistas del 11-M / EFE

 

La teoría de la conspiración y el papel de Aznar

La postura del Partido Popular y de José María Aznar de seguir culpando a la organización terrorista ETA, o de implicarla en los hechos de una u otra manera, tuvo continuidad con un abanico de teorías conspirativas. Sobre todo, se forjaron y alimentaron en medios y por parte de periodistas vinculados a la derecha popular, como el diario El Mundo, Libertad Digital, Intereconomía, esRadio o la COPE. Periodistas destacados como Pedro J. Ramírez, Fernando Múgica o Federico Jiménez Losantos fueron los altavoces de la ofensiva para mantener la duda sobre la autoría de la masacre yihadista. El origen de esta teoría radica en un artículo de El Mundo publicado 39 días después del atentado. Se cuestionaba la veracidad como prueba de la mochila bomba que no llegó a explotar encontrada en la comisaría del Puente de Vallecas. La carga fue desactivada por los TEDAX de la policía española, mientras que el teléfono que se encontró que servía para activar la bomba fue utilizado para localizar a los terroristas. En aquel artículo, se apuntaba a la posibilidad de que la instrucción del sumario hubiera sido saboteada por la policía con mentiras al juez instructor, Juan del Olmo. De hecho, incluso se suicidó la mujer del comisario del Puente de Vallecas por las presiones provocadas a raíz de las noticias de los medios afines a los populares.

Según los conspiranoicos, el objetivo de los terroristas no sería otro que forzar un cambio en el Gobierno a favor del PSOE. Por eso, todavía vinculan a ETA con el atentado, y es que consideran que ninguno de los terroristas muertos disponía de los conocimientos técnicos necesarios para llevar a cabo el atentado. Además, los propietarios de la tienda de móviles aseguran que los compradores tenían acento español y que, entre ellos, hablaban otra lengua. El diputado de los populares, Jaime Ignacio del Burgo, puso sobre la mesa la posibilidad de que fuera el euskera. Además, también vinculan la posibilidad de que algunos de los autores del atentado hayan vivido en el País Vasco.

De izquierda en dreta:l'aleshores presidente del Gobierno, José María Aznar, con el ministro del Interior, Ángel Acebes y el ministro de Trabajo y portavoz del Gobierno, Eduardo Zaplana, durante la crisis del 11-M / EFE

 

Con todo, también vinculan al PSOE, ya que resultó el gran beneficiado en las elecciones generales, si bien, algunas encuestas ya apuntaban al vuelco electoral de Zapatero mucho tiempo antes de los atentados. Fernando Huarte, militante del PSOE asturiano y miembro encubierto de los servicios de inteligencia españoles, se entrevistó con uno de los terroristas antes y después del 11-M, mientras que uno de los detenidos se afilió al PSOE después de los atentados, lo cual también sirvió para alimentar la teoría de la conspiración.

Aznar perseveró en extender las dudas sobre el atentados al asegurar en sede parlamentaria que los autores intelectuales de los atentados "no están ni en desiertos remotos, ni en montañas lejanas". De hecho, siempre ha insinuado que ETA podría estar involucrada en los atentados y nunca ha admitido errores en la gestión de la matanza de hace 20 años. "Actuamos correctamente y de buena fe, con un trabajo extraordinario. Fueron los peores días que se pueden recordar de la izquierda en España. Fue lamentable", espetó el expresidente y todavía líder carismático de la derecha española hace tres años en una entrevista en El Español.

La sentencia

El juicio de los atentados del 11-M se llevó a cabo entre el 15 de febrero del 2007 y el 2 de julio de 2007 con un total de 57 sesiones que se celebraron en la Audiencia Nacional. Allí, quedaron probados los hechos realizados por el grupo yihadista. Durante el proceso judicial, hubo tres jueces: el presidente de la Sección Segunda de la Sala de lo Penal; Alfonso Guevara, presidente de la Sección Tercera de la Sala de lo Penal; y Javier Gómez Bermúdez, presidente y ponente del tribunal. Este último leyó la sentencia el 31 de octubre del 2017 y, de los 29 acusados, el tribunal absolvió a ocho.

Aunque siete de los miembros se suicidaron en Leganés el 3 de abril del 2004, matando a un policía, la sentencia condenó a un total de 19 personas. Los más destacados, Jamal Zougam y Otham el Ngaoui a 49.922 y 42.924 años de prisión, respectivamente. También fue condenado José Emilio Suárez Trashorras a 34.715 años y seis meses por facilitar los explosivos provenientes de la mina de donde trabajaba. La sentencia también imputa la autoría a los miembros que se inmolaron en el piso de Leganés.