Condenado al ostracismo, despojado de honores y herido por la embestida de un ictus, Jordi Pujol observa la política catalana desde un pequeño despacho en el Eixample de Barcelona que sustituye la oficina de expresident que durante años ocupó en el Paseo de Gracia. La confesión de la herencia, que el verano del 2014 impactó como un meteorito sobre la sociedad catalana, condenó al viejo president a la indiferencia y el menosprecio de la misma sociedad que en otros momentos lo había acorazado con mayorías absolutas. Pero no hay mal que cien años dure -ni ningún cuerpo que lo pueda resistir- y la huella que Pujol empieza a reivindicarse.

La voz de Pujol mitinero ha resonado en las convocatorias de Junts en la Catalunya Nord desde el primer día. Se ha dejado entrever en las intervenciones de Carles Puigdemont y en la de otros colaboradores de la campaña, con el secretario general, Jordi Turull, como alumno aventajado. El verbo pujolejar se ha vuelto a conjugar. Se ha podido constatar en las formas, la emotividad, las expresiones coloquiales, el lenguaje muy directo, las enérgicas explosiones dialécticas...; pero también en el fondo, la melodía del "levantar Catalunya", que Puigdemont repite incansable desde el escenario de Argelers y que le conecta directamente con las campañas que protagonizó Pujol, las apelaciones al orgullo, a la autoestima, el Catalunya necesita hacerse respetar, que aparece como uno de los lemas de la campaña de Junts. Incluso el color de la campaña ha recuperado el azul de CDC.

 

Pero no se trata solo de una manera de conducir el discurso político. Hay también las apelaciones a la obra de gobierno de CiU, lo cual no deja de ser una novedad en una formación que insiste en subrayar la transversalidad de sus orígenes, y que hasta ahora había optado por mantener distancias con la herencia de CDC -o, directamente, renegar de ella-. Este miércoles la candidata por Barcelona Glòria Freixa se ha reivindicado en Argelers como representante de la generación del president Pujol, "aquel president que tenía el país en la cabeza y en el corazón, que podía haber hecho una comunidad autónoma más, podía haber renunciado a todo y no renunció a nada, pensó en Catalunya como estado". El día anterior, desde Mollerussa, Míriam Nogueras se refería al retorno de CiU al Govern en el 2010 con Artur Mas como: "cuando entramos en el Govern nosotros". Tras años en que el procés ha concentrado de manera casi exclusiva el discurso, Junts reivindica ahora la gestión de Pujol como sinónimo de buen gobierno y en contraste con lo que han representado los últimos años de la Generalitat, con Pere Aragonès.

Este reubicar el papel de Pujol, no ha sido un movimiento improvisado. Primero fueron algunos representantes de Junts, que recuperaron la figura del president. Victòria Alsina, como consellera de Exteriores, convocó a Pujol a un acto en febrero del 2022 con el resto de presidentes para evocar la vocación europeísta de los gobiernos de la Generalitat. Todos fueron, incluido José Montilla -que nunca ha escondido que mantiene el contacto con Pujol- y Carles Puigdemont, que lo hizo a través de una pantalla. También Jaume Giró, como conseller de Economía, apeló en junio de aquel año a la obra de gobierno de CDC y a su capacidad de negociación en un acto con motivo del Año Trias Fargas en que el president ocupaba la primera fila de invitados. Eran los primeros pasos públicos para rescatar formalmente la figura de Pujol del agujero en que le había escondido su destierro político. 

Oriol Junqueras

Aunque Pere Aragonès declinó acudir al encuentro de presidents organizado por Alsina, este no es el posicionamiento general en ERC. El presidente del partido, Oriol Junqueras, sí quiso estar presente en el paraninfo de la Universidad de Barcelona donde se convocó la cita. De hecho, Junqueras, el historiador y el político, mantiene encuentros y conversaciones frecuentes con Pujol y nunca ha escondido el interés por conocer su opinión sobre la situación de Catalunya.

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Jordi Pujol y Oriol Junqueras la semana pasada a la ordenación del nuevo obispo de Girona el 21 de abril

 

Salvador Illa

Pero no es solo el soberanismo quien agita la bandera pujolista. El socialista Salvador Illa ya defendía en la precampaña una tercera transformación de Catalunya, después de la que, según asegura, protagonizaron los gobiernos tripartitos liderados por Pasqual Maragall y José Montilla, y la que, previamente, había impulsado Jordi Pujol.

Incluso en el discurso que pronunció el pasado 11 de abril en las Drassanes de Barcelona ante representantes de la sociedad civil y política de Catalunya, Illa evocó el impulso de Catalunya los años de recuperación de la democracia, cuando desplegó su autogobierno y la potencialidad del mundo municipal. "Y el liderazgo, de aquella primera transformación de Catalunya, con participación relevante del espacio político que yo represento lo lideró Jordi Pujol", remachó el dirigente socialista en un guiño sin ambages a los nostálgicos de los dinamismo de la Generalitat restaurada y en busca de un voto catalanista moderado. Siguiendo el discurso de Illa estaba el nieto de Josep Tarradellas o el que fue secretario general adjunto de CDC, Miquel Roca. Y no era casual. Aunque con el procés independentista el PSC ha dejado en hibernación el alma más catalanista del partido, Salvador Illa intenta resucitar desde hace meses este espíritu, torturado con contundencia durante el mandato de Miquel Iceta.

De hecho, el coqueteo del dirigente socialista con los nostálgicos del pujolismo, no ha pasado desapercibido para la líder de los comunes, Jéssica Albiach, que ha reprochado a Illa que "constantemente" cita a Pujol. "Además, cita a Jordi Pujol en un sentido positivo", aseguró alarmada.

Jordi Pujol

Pujol, camino de los 94 años y después de superar 10 años de los más complicados de su vida, participó dos días antes de empezar la campaña electoral, en una cena con militantes en Martorell. Allí también estuvo presente el número tres de la lista de Junts, Josep Rull, pero las peticiones de selfies eran mayoritariamente para el expresident, a menudo provenientes de personas muy jóvenes, demasiados jóvenes para conocer su acción de gobierno, pero también para ser conscientes del impacto que la confesión de la herencia provocó a la sociedad catalana.

Al acabar la cena, Pujol se dirigió al escenario apoyado en su bastón, con una imagen de debilidad muy diferente de la contundencia que lo caracterizaba como president, pero demostró que todavía es capaz de mantener la atención de un auditorio. Era el primer acto político en que intervenía desde el verano del 2014. Lo hizo tras un atril, con el lema de campaña de Junts Catalunya necesita buen gobierno, que casi el eclipsaba, Pujol pidió en una intervención de 20 minutos el voto para Carles Puigdemont. "Votaré Junts. Rotundamente votaré Junts. Ahora toca Junts. Y votaré a Puigdemont", aseguró el viejo político, que emplazó a los presentes a no dejarse arrastrar por el desánimo.

Veinte años después de abandonar el Govern y 10 años después de la confesión, Pujol bajó del escenario también con dificultades, pero visiblemente aliviado al constatar que el abrumador proceso de reparación, cuando menos con sus simpatizantes, empieza a verse satisfecho.