La buena situación sanitaria hace que, poco a poco, España se adentre en una especie de normalidad. Y un día nacional es un día para recuperar y reivindicar las tradiciones. Por ejemplo, este 12-O se ha recuperado el desfile militar en el paseo de la Castellana de Madrid, con menos pompa pero respetando el formato de siempre. De la misma manera, han vuelto las banderas españolas al centro de la capital española. Y para mantener las costumbres, el rey Felipe VI ha sido aclamado --y también Isabel Díaz Ayuso-- y el presidente español Pedro Sánchez ha sido recibido con una enorme regañada por parte del público asistente a la celebración castrense. Como anécdota, primero han silbado el himno y la bandera españoles, pensándose que era el dirigente socialista. Había ansia para abuchearlo.
Los últimos en llegar, con unos minutos de retraso, han sido justamente Pedro Sánchez. Y los Reyes, que han presidido la ceremonia. Sánchez ha llegado discretamente, silbado sólo oír su nombre y con gritos de "dimisión". En cambio, a los monarcas lo han hecho alabados y con pompa, en su RollsRoyce y acompañados de la Guardia Real a caballo. La presidenta Isabel Díaz Ayuso y el alcalde Jose Luis Martínez Almeida han hecho de anfitriones. Y han asistido a todos los presidentes autonómicos, menos las dos ausencias habituales (Pere Aragonès y el lehendakari Iñigo Urkullu) y dos más por motivos de agenda (Alberto Núñez Feijóo y Emiliano García Page). No ha faltado ningún ministro del Gobierno, tampoco los cuatro de Unidas Podemos. Ni todas las instituciones del Estado.
Durante toda la ceremonia, los vivas al Rey se han mezclado con los gritos contra el Gobierno de coalición y en particular contra su presidente. Incluso durante el principio y el final del himno español. "Sánchez dimisión" y "fuera, fuera", ha sido de los que más se ha escuchado. Pero ha habido un amplio repertorio de insultos de un público no muy partidario de la España progresista y plurinacional: "Sánchez okupa", "parásito", "chorizo", "hijo de puta"... Ha sido la tónica de principio a final. De hecho, cuando ya se despedían las autoridades, también se han podido escuchar gritos de "Ayuso, Ayuso".
Este año la celebración ha vuelto al paseo de la Castellana, a diferencia del año pasado, que se limitó a un breve acto en la plaza de armas del Palacio Real. Han desfilado un total de 2.500 efectivos, una delegación reducida en comparación con 2019, cuando desfilaron hasta 4.000 soldados. A diferencia de hace dos años, el paracaidista que bajaba con la bandera española ha podido aterrizar sin ningún tipo de susto, esquivando las farolas malditas. Todo ha salido según el guion previsto: interpretación varias veces del himno, izada de la rojigualda, homenaje a los caídos por España con La muerte no se el final, la cabra de la Legión... Ha durado menos que otras ediciones, pero no ha faltado nada.
Bueno, sí que ha habido una metida de pata. Uno de los aviones de la Patrulla Águila --la que dibuja la bandera española en el cielo-- desprendía humo lila en vez de rojo. Ha ido de poco que fuera la bandera la Segunda República.
Dos visiones del 12-O
Un 12-O que también ha servido para mostrar, al menos en el discurso, dos visiones diferentes de la concepción de España. Por una parte, la del Gobierno, expresada por el mismo Pedro Sánchez. En un tuit esta mañana, el presidente del Gobierno ha reivindicado "lo que nos une, lo que nos engrandece como sociedad, el que hace de España a un país acogedor, abierto, diverso". El dirigente socialista también ha apelado al "compromiso, la solidaridad, la cooperación y el multilateralismo".
Una visión absolutamente diferente a la del jefe de la oposición, Pablo Casado, que ha apelado incluso a la "falsa leyenda negra" que supuestamente perseguiría la historia de España. "Celebramos con orgullo la Fiesta Nacional y el Día de la Hispanidad, más este año ante la falsa leyenda negra contra la Historia de España, que ha sido fundamental para la humanidad," ha escrito el líder del PP en su cuenta de Twitter.