Para sorpresa de muchos y por alegría del PSOE, los 178 votos que recolectó Francina Armengol para salir escogida presidenta del Congreso de los Diputados han supuesto un empuje para encarar la segunda ronda de negociaciones con los partidos independentistas (ERC y Junts per Catalunya). La empresa es ahora mucho más atrevida: armar una mayoría similar para investir a Pedro Sánchez y permitir la reedición del gobierno de coalición entre el PSOE y Sumar. En las filas socialistas nadie esconde la satisfacción que sienten por haber superado el primer matchball de la legislatura, pero tienen asumido que la negociación que se avista será mucho más ardua y puntiaguda. ERC y Junts ya han adelantado que subirán el precio de sus votos.
El PSOE y Francina Armengol aseguran que la votación con la que los grupos progresistas consiguieron el control de la Mesa es el inicio de la hoja de ruta que tienen que seguir para la posible investidura de Pedro Sánchez. "Tendría que marcar el camino", aseguró el viernes en una entrevista en Televisión Española la flamante presidenta Armengol, que se ha comprometido a permitir la equiparación del catalán con el castellano, a pesar de observar "complejidades".
El portavoz socialista, Patxi López, profundizó en este argumento justo después de la votación de este jueves. Recordando que quedó "demostrado" que Feijóo no tiene suficientes apoyos para ser investido, López tiene claro que el único candidato "posible" es Pedro Sánchez". "Por eso trabajaremos para llegar a una investidura que ilumine un gobierno progresista y una legislatura de avances y no de retrocesos. Estamos más cerca de conseguirlo", aseguró López, para después negar que hubiera pactado una ley de amnistía con los independentistas catalanes. Al PSOE, el concepto amnistía genera cierta urticaria, prefieren hablar de desjudicialización, una especie de alivio penal para los represaliados del procés independentista.
El impulso que siente al PSOE y que comparte Sumar chocará con los equipos negociadores de ERC y Junts, que ya han anticipado que subirán el precio de su apoyo. De entrada señalan el referéndum y establecen desplegar una ley de amnistía como "línea roja" y, en el caso de Junts, reclaman que se exculpe a la expresidenta del Parlamento, Laura Borràs, condenada por un caso de corrupción que los de Carles Puigdemont interpretan como un caso de lawfare.
El malestar de Page se mantiene inalterable
A diferencia de otras etapas, esta vez Pedro Sánchez tendrá menos resistencias de las habituales entre los barones del PSOE. Después de la derrota sin paliativos en las elecciones autonómicas, los socialistas perdieron el control de comunidades importantes, como Extremadura, Aragón, el País Valencià y las Islas Baleares. En este sentido, líderes territoriales históricos y muy críticos con el hecho de negociar con independentistas, como el aragonés Javier Lambán o el extremeño Guillermo Fernández Vara, tienen actualmente menos poder y capacidad de influencia en las decisiones de Sánchez.
Entre los líderes territoriales hay uno que resiste en Castilla la Mancha. Emiliano García Page mantuvo la mayoría absoluta el 28-M y sigue percutiendo contra los aliados de Pedro Sánchez a siempre. El presidente castellanomanchego lamentó este jueves que Carles Puigdemont "tuviera el mando a distancia de la legislatura", en referencia al domicilio belga del expresidente catalán. "Puigdemont no puede tener sometido a libertad condicional el gobierno de España y mucho menos no puede ser el que lo decida", afirmó desde Pamplona.
Ahora le toca al rey Felipe VI
Al margen de las esperanzas e ilusiones que tienen depositadas, el primero que tiene que mover ficha es el rey Felipe VI, que este lunes y martes hará la ronda de contactos con los partidos escogidos a las elecciones del 23-J. Así como el PP defiende que Alberto Núñez Feijóo irá a la investidura si se lo pide, el PSOE cree que los populares están "presionando" al jefe de Estado proponiéndose para la elección. En La Moncloa van con cautela y esperan los movimientos de Felipe VI, que no recibirá la visita ni de Junts ni de ERC ni de Bildu ni del BNG. Sin estas formaciones se hace difícil pensar que el rey se pueda hacer una idea de qué candidato tiene más apoyos para la investidura.