Curiosamente, el espacio electoral donde más se la juegan los candidatos no lo pagan los partidos de su bolsillo. El debate televisado de la campaña se ha convertido en el momento clave para todos los aspirantes. El de este martes en TV3 ha sido uno todos contra todos. Los ocho aspirantes han puesto toda la carne en el asador, algunos con más fortuna que de otros.
La nota positiva, que en contraste con el que hubo ayer en España donde todo fueron hombres, el de Catalunya ha sido paritario. Cuatro hombres y cuatro mujeres. Ninguna corbata. Gabriel Rufián (ERC), José Zaragoza (PSC), Jaume Asens (En Comú Podem), Laura Borràs (JxCat), Inés Arrimadas (Cs), Cayetana Álvarez de Toledo (PP), Mireia Vehí (CUP) e Ignacio Garriga (VOX).
Rufián: Dr Jekyll y Mr Hyde
"Calma". Ha sido la palabra que más ha repetido el candidato de ERC. De hecho, en muchos momentos parecía que Gabriel Rufián se lo decía a él mismo, acordándose de que no le conviene caer en las provocaciones del resto, especialmente de Cayetana y Arrimadas, que ya desde el principio le han saltado a la yugular.
A medida que avanzaba el debate, se han ido rompiendo los corsés, y Rufián se ha ido calentando como el ambiente. Ha intentado contar hasta diez antes de cada respuesta pero no siempre lo ha conseguido. Ha centrado las críticas contra los socialistas intentando deshacerse de la etiqueta de que los republicanos regalarán la investidura a Pedro Sánchez.
Aunque la mayor parte del tiempo ha sido Dr Jekyll, Mr Hyde ha aparecido en algunos momentos. Por ejemplo, cuándo se ha mofado de Cayetana afirmando que los diputados del PP catalán en el Congreso y en el Parlament caben juntos en un taxi. Tampoco ha podido resistir morder a su socia de Junts per Catalunya. Cuando Borràs le ha preguntado si investirá a Sánchez gratis, ha pulsado el botón rojo. "Gratis es dar la Diputación al PP para quitársela a ERC".
Zaragoza: veterano
El PSC ha tirado de experiencia para sustituir a su candidata Meritxell Batet, de baja por prescripción médica. El histórico José Zaragoza ha demostrado veterania y ha aplicado el manual de resistencia de Sánchez disparando a diestro y siniestro. Contra todos los que han bloqueado la formación de gobierno.
En los compases que la discusión subía de tono, Zaragoza ha cambiado al castellano, pero no por el motivo que lo hacen Arrimadas y Cayetana, sino porque le salía naturalmente con el cabreo. El momento más curioso, cuando ha tenido que leer del papel que el PSOE no pactará con la derecha que hace seguidismo de VOX.
Asens: utópico
Jaume Asens no se siente cómodo en el fuego cruzado. Su ideal sería un debate donde todos los candidatos se respetaran, sin interrupciones ni desprecios. Una auténtica utopía en los tiempos que corren.
A medio debate ha afirmado sentirse avergonzado por "el espectáculo lamentable de acusaciones" que estaban ofreciendo. "Parece un combate de boxeo", ha lamentado. Al líder d'En Comú Podem se le ha notado incómodo, como ya pasó el último debate. Asens prefiere los entornos tranquilos y los debates sosegados. Con todo, ha intentado cargar especialmente contra los socialistas.
Borràs: congestionada
Venía con fiebre y ha sufrido para aguantar hasta el final del programa. Unas anginas no son el mejor compañero de viaje para un debate electoral. Con todo, Borràs ha jugado la partida. Ha llegado sonriente y bien escoltada, por su inseparable Francesc de Dalmases y Eduard Pujol.
Por si se le complicaba la salud, nada más empezar ha anunciado la propuesta estrella que llevaba bajo el brazo: un grupo único en el Congreso de todos los partidos independentistas -JxCat, ERC y la CUP. Ni cupaires ni republicanos le han comprado la idea.
Borràs todavía ha tenido fuerzas para pellizcar a Gabriel Rufián, recordándole la abstención a Pedro Sánchez de la pasada legislatura. Eso sí, si alguien la ha sacado de quicio es Cayetana Álvarez de Toledo. Ha llegado a implorar al moderador Vicent Sanchis que la mantuviera controlada, que estando enferma como estaba le costaba aguantarla. No ha dejado de sonarse a lo largo de todo el debate.
Arrimadas: insolente
Arrimadas ha hecho de Arrimadas. La presencia de Cayetana Álvarez de Toledo la inquieta. Ya le pasó durante el último debate, el del mes de abril. Cuando no había ni empezado el debate las dos han batallado por la medalla de liquidar los lazos amarillos de TV3. Mientras Arrimadas ha hecho sólo un vídeo denunciando la presencia de estos elementos en los estudios de TV3, Cayetana los ha arrancado. Al verlo, la líder de Cs se ha puesto uno en el bolsillo para sacarlo al inicio del debate.
El tono ha sido insolente en todo momento, con Sanchis, con TV3, con Torra, con el "fugado y cobarde" Puigdemont, con Pedro Sánchez, con el PSC y con la CUP. Los ha cortado a todos. Al único a quien no ha dirigido ni la palabra ni ninguna crítica es a Jaume Asens.
Cayetana: soberbia
"Pierdan toda esperanza", repetía Cayetana Álvarez de Toledo a los independentistas. La cabeza de lista del PP ha adoptado su ademán característico, sin elevar el tono en ningún momento pero mostrándose absolutamente desafiante.
En muchos momentos ha eclipsado Arrimadas y ha puesto de los nervios a Laura Borràs. Sólo empezar el debate ha acusado TV3 de haber construido una secta y ha explicado que se había llegado a plantear marcharse del plató. Vestía de rojo España.
Vehí: rookie
Debutaba en eso de los debates electorales. Y se le ha notado. Con todo, ha aprovechado las ventanas para repetir las consignas de campaña de la CUP. Ha tenido para todos.
El peor momento ha estado cuando se ha confundido en un reproche en Gabriel Rufián, acusándole de haber asistido a una boda donde el candidato de ERC no había ido. Él la ha avisado de que se equivocaba y que cuando llegara la publicidad no sabría dónde ponerse. Vehí se lo ha tomado como una amenaza. Finalmente, pasados los anuncios, ha reconocido la pifia.
Garriga: blanqueado
Aunque las ha dicho de padre y muy señor mío, por ejemplo que el PSOE se dedica a profanar tumbas por la exhumación de Franco, el candidato de VOX ha parecido en muchos momentos un moderado al lado de Arrimadas y Cayetana.
Ignacio Garriga ha querido limpiar la imagen de su partido, vendiéndolo como nueva política y afirmando sólo empezar que VOX condena el racismo y el fascismo. Hechos, no palabras, que diría el expresidente Montilla.