Una terremoto con epicentro en Murcia que tuvo réplicas sonoras y contundentes que sacudieron el tablero político español. Hace dos años que una carambola chapucera orquestada en la Costa Cálida provocó un efecto mariposa que ha acabado dejando Ciudadanos a las puertas de la insignificancia. Surgida en Catalunya con grandes aspiraciones por todo el Estado, la formación naranja acumula meses de fugas de dirigentes y militantes, conserva ahora mismo un papel testimonial en el Congreso de los Diputados, parlamentos regionales y ayuntamientos y, ante el ocaso vivido, encara con perspectivas poco ambiciosas el ciclo electoral de 2023. Hace 24 meses del naufragio de Ciudadanos en la moción de censura de Murcia que ahondó en la crisis que ya vivía el partido después de la debacle electoral de Albert Rivera de noviembre del 2019.

En una operación mal ejecutada y abortada por Teodoro García Egea, Ciudadanos pretendía deshacerse del cartel que arrastraba de muleta del Partido Popular y, gracias a una moción de censura con el PSOE, aspiraba a hacerse con el poder en la Región de Murcia, donde los de Inés Arrimadas compartían coalición con la derecha. La jugada fue un fiasco total: tres consejeros naranjas se bajaron del barco y, como tránsfugas, hicieron confianza al PP. Para el complot también fueron cooperadores necesarios tres diputados díscolos de Vox. El resultado de aquella maniobra truncada a última hora fue que Isabel Díaz Ayuso vio el resquicio oportuno para convocar elecciones anticipadas en Madrid para mayo de 2021 alegando que sus socios de gobierno de Ciudadanos le querían hacer tres cuartos de lo mismo, hacerle la cama.

En aquellos comicios, Ayuso arrasó, salió reforzada pudiendo gobernar en solitario y Ciudadanos –que tenía 26 diputados a la Asamblea de Madrid– quedó aniquilada fuera de la cámara. De hecho, la pieza de Madrid fue la primera al caer del castillo de naipes porque, desde entonces, Ciudadanos ha vivido cada cita electoral como una auténtica pesadilla. Y los hechos lo constatan meridianamente. Desde la primavera del 2021, Castilla y León y Andalucía han celebrado elecciones y, en las dos convocatorias, los naranjas han pasado de formar parte del ejecutivo codo con codo con el PP a convertirse en irrelevantes. En Castilla y León salvó los muebles con un raquítico diputado (Francisco Egea) y en Andalucía no obtuvieron ningún parlamentario –tenían 21-. Desde Murcia, el Partido Popular se ha zampado decididamente los votos de Ciudadanos.

Una bajada en la confianza

La caída de Ciudadanos se detecta en las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Haciendo la proyección al Congreso de los Diputados, el pico de apoyo se registró en abril del 2018 (22,4%) y a raíz de las elecciones de noviembre de 2019 (5,6%), Inés Arrimadas cogió las riendas después de la marcha de Albert Rivera y las previsiones se empezaron a hundir significativamente. Después del desastre de Murcia en abril del 2021 (6,7%), el partido entró en una dinámica todavía más negativa en las encuestas que se tradujo con la pérdida de escaños en Madrid, Castilla y León y Andalucía. Desde marzo del 2022 que los naranjas no superan el umbral mínimo del 3% de los votos, un registro que les dejaría fuera del parlamento español. El dato más bajo de apoyos (1,7%) coincide con el inicio del proceso de refundación puesto en marcha el julio pasado.

Remodelación y un tono más amable

Ante las proyecciones decepcionantes y las derrotas electorales, Arrimadas provocó una refundación del partido. Ella abandonó la presidencia, se mantuvo como portavoz en el Congreso de los Diputados y dejó paso a una dirección bicéfala encabezada por el secretario general, Adrián Vázquez, y la portavoz política, Patricia Guasp. El logotipo y el tono de los mensajes han cambiado. Después de años de idas y venidas en el ideario aunque siempre con predisposición cabe a la derecha, ahora la nueva dirección se reivindica como netamente liberal y, ante un futuro incierto, ha decidido centrar el tiro y, de cara a las elecciones de esta primavera, apelar a las familias con hijos de solo de 45 años, de clase media. Para los tuyos es el lema con que se presentarán a los exámenes de la primavera. El tono de los discursos también ha pasado página.

Durante el acto de presentación de las candidaturas de mayo, Guasp empleó un tono más amable y menos beligerante evitando afirmaciones gruesas como las que acostumbra a decir desde la tribuna Inés Arrimadas, que habla habitualmente de "gobierno golpista y Frankenstein". "Somos la red de defensa de la clase media, tenemos que centrar la actividad política para la prosperidad de las clases medias (...) que nuestros hijos tengan, sino más, las mismas oportunidades que hemos tenido nosotros," explicaba a la balear ante los principales candidatos a las elecciones municipales.

Lejos queda aquella obstinación de Rivera con el anhelado sorpasso en el PP que dejó a Inés Arrimadas un barco con muchos escapes, que tenía muchas pérdidas. Y eso que durante la pandemia de la COVID-19, Arrimadas fue un aliado fiel al gobierno de coalición con la prórrogas del decreto de estado de alarma, al margen del apoyo a la reforma laboral. Un cambio de estrategia con que la ganadora de las elecciones catalanas en el 2017 quería reivindicarse como una opción útil para la ciudadanía a ambos lados del espectro ideológico y hacerse un hueco entre el ejecutivo y los socios de izquierdas e independentistas. Ahora vuelven a los orígenes liberales.

Ciudadanos y Catalunya

Ciudadanos nació como un proyecto político contra la inmersión lingüística y se hizo fuerte a Catalunya a raíz del 1 de octubre de 2017, como oposición frontal al movimiento independentista. Este ha sido tanto el leitmotiv de Albert Rivera i de Inés Arrimadas, que siempre ha hecho bandera de la lucha contra el "separatismo" y ha denunciado constantemente los pactos entre el PSOE y ERC en el Congreso de los Diputados. Pero la nueva ejecutiva, a pesar de defender la unidad de España, ha dejado de lado las proclamas más duras contra Catalunya y, por ejemplo, en el arranque de la precampaña Guasp no hizo ninguna cita sobre el independentismo catalán. La cúpula actual votará en contra de la moción de Vox y ha dejado atrás fotos incómodas del pasado, como la de Colón de 2019, cuando Rivera apareció al lado de Pablo Casado y Santiago Abascal.

Patricia Guasp y Adrián Vázquez encabezan la nueva ejecutiva de Ciudadanos / Foto: EP

De cara al ciclo electoral de este año, a Ciudadanos le queda poco capital político potente entre las filas. Apartada Arrimadas, la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, repetirá como candidata después de descartar hacer el paso al Partido Popular. La periodista Anna Grau será la candidata en Barcelona. El caso es que, en los últimos años, el partido se ha quedado casi sin candidatos, sin dirigentes y afiliados. La lista de fugas es incontable y el escape, sangrante. A raíz de la descomposición, el PP ha absorbido la mayoría a cuadros naranjas después de las victorias electorales en diferentes comunidades. En este sentido, Génova cuantificó que ya había 200 cargos que se habían ido al PP en una estampida sin precedentes.