Se han escrito muchos libros sobre el procés y se ha hablado mucho sobre qué pasó el 27 de octubre del 2017, el día en que el Parlament declaró la independencia de Catalunya. Y aunque aquel día el mundo miraba al país y decenas de medios —tanto nacionales como internacionales— seguían en directo qué pasaba en cada rincón de la cámara catalana y el Palau de la Generalitat, todavía hay muchas sombras sobre qué hicieron y dijeron las personalidades más relevantes de esos hechos.
Este lunes, sin embargo, algunas sombras han desaparecido. El president en el exilio, Carles Puigdemont, ha presentado M'explico (La Campana), libro que recoge su testimonio sobre los hechos que transcurrieron entre enero de 2016 y el 21 de diciembre de 2017 de la mano del director de El Punt Avui, Xevi Xirgo.
"Me he planteado la posibilidad de cesar a todo el gobierno. Porque así, de esta manera, no tienen ninguna responsabilidad sobre lo que tiene que pasar. Internamente, sin embargo, me hago una reflexión. Si ceso a todo el gobierno, no podremos ir al exilio. Y un gobierno en el exilio puede hacer mucho trabajo, puede internacionalizar mucho las cosas. Un gobierno, en la prisión, no hace nada. De la opción del exilio hemos hablado después del 1-O. He hablado muchas veces con el vicepresident, de lo que haríamos. ¡Y tanto! Hemos hablado de prisión y de exilio. 'Si nos quieren en la prisión, iremos a la prisión', me ha dicho él. Yo discrepo, de eso: ¿qué haremos en la prisión? ¡No podremos hacer nada!", le respondía el president.
El pleno
Poco antes de que empezara el pleno en el Parlament, todos los miembros del Ejecutivo celebraron una reunión en que acabaron decidiendo que la votación sería secreta y que la declaración no será leída por Puigdemont. Durante el pleno, el president no intervino. Y no lo hizo porque eso hubiera generado derecho de réplica de todos los grupos, "y esto será un guirigall", pensó.
Después de la declaración de Puigdemont y el vicepresident Oriol Junqueras en la escalera del Parlament, el president convocó al Govern y todo el estado mayor: "A las seis de la tarde en Palau", dijo en persona o a través de un mensaje en el móvil a todos los convocados.
Reunión en el Palau, sin Junqueras
Llegada la hora, Puigdemont empezó su intervención y se dio cuenta de que no estaban ni Marta Rovira ni Oriol Junqueras. "¿Los habéis visto?", preguntó. Justo en este momento entró por la puerta la secretaria general de ERC. "¿Y el vicepresident?", preguntó Puigdemont. "El vicepresidente no vendrá. No se encontraba muy bien", respondió Rovira. "¿No se encontraba bien? Caray. Si hace poco rato estábamos en el Parlament y no ha dicho nada. ¿La reunión más importante que tenemos que tener, la primera reunión de la República que pedían todo el rato, y el vicepresidente no viene? ¿Y ni siquiera me lo dice? Se ha marchado sin decirme nada", pensó. "Este se ha asustado", le dijo Jordi Turull al oído.
El único que no se extrañó de la ausencia de Junqueras fue el conseller de Salut, Toni Comín. "No os dejéis atrapar", le había respondido Junqueras a la pregunta de Comín sobre qué haría. "¿Qué me estás diciendo? ¿Tú te quedas? ¿Qué harás?", le preguntó con insistencia, sin obtener ninguna respuesta más que un gesto de cordialidad.
Forcadell intervino para decir que no dormiría en su casa por recomendación de su abogado. Ponsatí anunció que se marchaba a París. "El vicepresident no está; Forcadell dice que no dormirá en casa... ¡Qué panorama!", reflexionó el presidente.
'Operación Castell'
Nadie en aquella reunión defendió hacer efectiva la DUI y poner en marcha la llamada 'Operación Castell', la cual se basaba en cerrar las calles adyacentes al Palau, movilizar a la sociedad civil y resistir hasta que hubiera algún reconocimiento de la República catalana. "Si ponemos en marcha la Operación Castell, es el inicio de un conflicto civil muy serio", pensó Puigdemont.
Pronto, la opción de marcharse tomó fuerza. ¿No lo veis, que no tenemos nada preparado, si nos quedamos aquí? ¡Es una vergüenza, haber llegado hasta aquí y que no tuvierais nada preparado! Me voy a París", reprochó Clara Ponsatí. "Nos tenemos que marchar", dijo también Turull. "Se nos han apoderado los nervios. Todo el mundo dice: 'vayámonos, vayámonos antes de que venga la policía", pensó Puigdemont.
Comín y la consellera de Agricultura, Meritxell Serret, no pudieron resistir la tentación de ir a ver cómo estaba la plaza Sant Jaume una vez acabada la reunión. "Qué disonancia emocional tan bestia. Nosotros aquí, sufriendo, y la gente en la calle saltando", pensó el conseller de Salut.
Finalmente, el president decidió pasar una última noche en su domicilio después de discutir con su mujer y unos amigos. "Sabíamos que después de la declaración, en un escenario de respuesta violenta del Estado, no había nada preparado. Si nosotros hubiéramos podido mantener el Govern, firmes, sería otra cosa. Habíamos previsto quedarnos y desplegar los decretos ley. Pero hacer todo eso, tal como está actuando el gobierno español, habría generado violencia. Y con violencia nosotros no habríamos ganado. El nuestro es un proyecto que se tiene que ganar por la democracia, con más votos que los otros, no porque seamos más fuertes y tengamos más policías, que no lo somos. No quiero sangre", reflexionó el president antes de dormir cuatro horas y despertar ya a primera hora del que tendría que haber sido el primer día de una Catalunya independiente.
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