Dentro de cualquier movimiento político hay varias corrientes y posicionamientos que si bien pueden compartir un objetivo final, también pueden chocar internamente. El movimiento feminista no es una excepción, como todo el mundo se puede imaginar. En los últimos años, los diversos posicionamientos sobre temas centrales de la lucha feminista como la prostitución, la expresión de la identidad de género o la interseccionalidad han levantado polvareda en el seno del movimiento feminista, pero ¿se puede decir que está dividido?
El movimiento feminista en el Estado español tiene una larga historia, pero gran parte de esta se encontraba relegado a un segundo plano. Durante años los discursos feministas raramente se colaba en la esfera pública, no obstante, a raíz de la gran movilización de 2018 para la Huelga Feminista, el movimiento pasó estar en las portadas de los diarios y a tener más influencia en la esfera pública. De la huelga se desprendió una imagen de unidad del feminismo, sin embargo, ni tan solo fue así hace cuatro años, ya que durante la organización de la misma varias corrientes feministas convergieron y chocaron. ¿Entonces, son nuevas las discrepancias en el seno del movimiento feminista? No. ¿Últimamente, estas se han ido pronunciando más? Sí.
Posicionamientos enfrentados
Hay varios temas que despiertan la confrontación en el movimiento feminista, uno de los más recientes ha sido la ley trans estatal. La polémica con esta ley iba más allá del texto en sí, si no por el proyecto feminista que lleva tras de si. Para entender por qué la tramitación de la ley levantó polvareda hay que dejar que esta toca uno de los aspectos fundamentales del feminismo: ¿es ser mujer? Es decir, se trata de definir al sujeto mismo del movimiento feminista, en última instancia la protagonista de esta. ¿En resumidas cuentas, las mujeres trans son mujeres? Hay una parte del feminismo que reduce la existencia femenina a los genitales de las personas y considera que es por esta condición que las mujeres son discriminadas. Otra considera que la discriminación de la mujer se construye de forma social y cultural, por lo tanto, el reconocimiento de la autodeterminación del género como un derecho -es decir, identificarte con otro género que con lo que se te asignó al nacer- no les supone ningún ataque a su proyecto político. Las feministas que, por el contrario, sí que consideran el reconocimiento de este derecho como un obstáculo, argumentan que si cualquiera se puede considerar una mujer, el sentido de ser mujer desaparece y por extensión se invisibiliza la discriminación que se sufre. Se trata de una división que afecta el corazón mismo de la definición de feminismo, en consecuencia, se enfrentan dos maneras de ver el movimiento, no solo dos facciones que consideran que un tema se tiene que tratar de una manera u otra, sino directamente aquí apela y contra qué tipo de discriminación se enfrenta.
Otro frente divisorio sí que hace referencia al trato de una misma cuestión desde dos visiones: la prostitución. No es ningún debate nuevo en el feminismo y los dos principales bandos son: las abolicionistas y las que están a favor de la regulación. En este caso es más fácil ver el núcleo del problema, ya que son dos propuestas diferentes de aproximarse a la prostitución. Por una parte, hay quien considera que la única vía para lidiar con la prostitución es prohibiéndola de raíz, otros argumentan el suyo reconociendo como trabajo sexual y procurarle el reconocimiento y a la seguridad de otros trabajos. Sería erróneo limitar esta situación a solo dos soluciones diferentes, detrás hay un debate profundo que apela al concepto del consentimiento o la capitalización del cuerpo, pero no refiere a la misma definición de feminismo desde un punto de vista teórico.
También hay otro motivo de disputa en el movimiento feminista que los últimos años se ha ido haciendo más evidente: la relegación de las mujeres racializadas dentro del movimiento feminista catalán y español. Varios colectivos de mujeres racializadas hace años que denuncian como sus demandas y reivindicación son ignoradas o dejadas de lado, hecho que las aleja del movimiento feminista mainstream, el cual es mayoritariamente blanco. Entre los colectivos que más han hecho campaña para señalar estas carencias encontramos en Afroféminas, las cuales se negaron a participar en la Vaga Feminista del 2018 para denunciar justamente la invisibilización de las mujeres racializadas en el movimiento feminista. No fueron las únicas al escoger este camino.
División en la calle
Con estas y otras divisiones llegamos al 8 de marzo de 2022, en los que las tensiones dentro del movimiento feminista han motivado a algunos colectivos a desmarcarse las convocatorias principales y mayoritarias que hay hoy. Como hemos podido ver, no es la primera vez que partes del colectivo no se suma a los actos mayoritarios. Este año, en Madrid, donde las disputas entre sectores del movimiento feminista han estado extremadamente marcadas los últimos años, se convocará una manifestación al margen de la marcha principal. La principal convocatoria surge de la Comisión del 8M Madrid, bajo el lema Derechos para todas, todos los días. ¡Aquí estamos las feministas! La otra marcha programada paralelamente está capitaneada por el Movimiento Feminista de Madrid y se enfoca en la abolición de la prostitución, cualquier tipo de explotación sexual y la pornografía. ¿Implica que en la manifestación principal no son bienvenidos estas reivindicaciones abolicionistas? No, simplemente las feministas abolicionistas madrileñas hacen otra convocatoria para no participar en la que también incluye personas a favor de la regulación.
A Catalunya, el debate sobre la prostitución y el posicionamiento del movimiento feminista sobre ella también se vive e intenso, pero la fractura no es tan fuerte. Las manifestaciones de esa tarde agrupan gran parte del movimiento feminista catalán, el cual durante el día y toda la semana ha programado otras convocatorias de acciones para el 8 de marzo.