Antes de entrar en el Consejo de Ministros, el 13 de abril de 1931, los periodistas preguntaron al almirante Juan Bautista Aznar si habría crisis de gobierno. Y él les respondió: "¿Qué crisis más desean ustedes que la de un país que se va a dormir monárquico y se despierta republicano?". La jornada anterior se habían celebrado elecciones municipales en todo el Estado, que se convirtieron en un auténtico plebiscito contra una Corona asediada y desacreditada por sus vínculos con la dictadura. Lo ganaron los republicanos, de calle. En Catalunya, hasta el 70% de los concejales electos fueron republicanos. Dos días después de la cita con las urnas, el 14 de abril, el rey Alfonso XIII abandonaba España a escondidas y Vigo proclamaba la República y Éibar izaba la bandera tricolor. Seguirían sus pasos València, Barcelona... y Madrid. Ya han pasado 90 años de aquella proclamación, todavía en la memoria, y parece que algunos patrones se repiten. Al menos por lo que respecta a la monarquía.
Nicolás Sánchez-Albornoz sabe muy bien lo que fue la Segunda República, que vivió de pequeño. Es historiador y profesor universitario. Fue el primer director del Instituto Cervantes. Como republicano y estudiante activista, fue detenido en 1947 y enviado a realizar trabajos forzados al Valle de los Caídos, de donde escapó y se marchó al exilio. De hecho, siguió los mismos pasos que su padre, que hizo las maletas después de la guerra civil. Justamente Claudio Sánchez-Albornoz había sido ministro de Exteriores el año 33 y acabó siendo presidente del Gobierno de la República en el exilio entre los años 1962 y 1971.
¿Qué balance se puede llegar 90 años más tarde? En conversación con ElNacional.cat, Sánchez-Albornoz, que con 96 años vivió aquel periodo, es claro: "Finalizar la República con una sublevación militar fue una barbaridad para la evolución de España". En este sentido, el historiador señala que aquel régimen situó España en una "senda de modernización y libertad" que el golpe de estado frenó en seco, y retrasó. Todavía hoy subsisten "tensiones inútiles por no aceptar un régimen constitucional".
¿Y qué balance tuvo en Catalunya? Un balance "muy positivo", según el historiador Jordi Casassas, experto en historia del siglo XX. Por una parte, porque había la "inercia" de la Mancomunitat, que permitió poner en marcha "bastante rápido" aspectos como la educación o la cultura. "Como se dijo entonces, en España se hizo la república sin republicanos, pero en Catalunya había un importante cojín republicano, especialmente en la sociedad civil", explica el catedrático y presidente del Ateneu Barcelonès. Todo esto ayudó a un "ambiente general de cambio". Casassas está convencido de que, si no hubiera sido por el golpe de estado, la Segunda República hubiera perdurado. Como mínimo, en Catalunya tenía una "fortaleza total".
Pero llegó un golpe de Estado contra la Segunda República y ésta, después de tres años de guerra civil, cayó. Cuarenta años de dictadura, muerte de Francisco Franco y retorno al régimen previo. No el republicano, sino el monárquico, como señaló el Caudillo. No se quiso ni cuestionar este punto, como confesó años más tarde el expresidente Adolfo Suárez, hablando de un hipotético referéndum sobre monarquía o república. "Hacíamos encuestas y perdíamos", confesaba el líder de UCD a la periodista Victoria Prego. Nicolás Sánchez-Albornoz subraya que "el dominio del Ejército sobre la política" lo hizo prácticamente imposible. Jordi Casassas lo describe como un "paso a la llamada democracia tutelado por la dictadura" y por unos "grupos dominantes que se consolidaron con Franco". Fue un "trágala".
Nueve décadas más tarde, la imagen de la monarquía española vuelve a verse asediada y cae en el mismo descrédito. Todo empezó con las cacerías de elefantes y las amantes de Juan Carlos I, pero ha explotado durante los últimos meses con los presuntos casos de corrupción y comisiones ilegales del ahora rey emérito, que se encuentra "exiliado" como su abuelo, pero en los Emiratos Árabes. No es posible un plebiscito como el del 12 de abril de 1931. Ni siquiera se pregunta en las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas. Desde el 2015, el año posterior a la abdicación, el CIS no incluye ninguna pregunta sobre la Casa Real. Dejó de preguntar después de la caída en picado. La última nota, de hace seis años, era de 4,34 sobre 10.
El CIS ya no pregunta por la monarquía, pero hay quien intenta tomar el pulso a la calle. Un grupo de 16 medios decidió impulsar una macroencuesta, que se hizo pública el 12 de octubre del año pasado. Estuvo dirigida justamente por Belén Barreiro, exdirectora del Centro de Investigaciones Sociológicas y ahora al frente de la agencia 40db. Se hizo sobre una muestra de 3.000 encuestados por todo el Estado español. El 47,8% de los españoles se posicionaba a favor de la República, y el 36,1% se oponía. El porcentaje aumentaba considerablemente en Catalunya, con dos tercios (66,5%) por la república y sólo un 14,6% por la monarquía. La Corona, sin embargo, se imponía en algunos de los territorios más poblados, como es la Comunidad de Madrid (46% contra 32%), Andalucía (43% contra 31%) o el País Valencià (37% contra 32%).
Una cosa puede ser la mayoría social, pero otra cosa muy distinta son las mayorías políticas, que no siempre son la traducción de la primera. Lo puede ser en el Parlament de Catalunya, donde 82 de los 135 diputados son abiertamente republicanos. Son más del 60%. En cambio, no pasa lo mismo en las Cortes españolas. En el Congreso, son una setentena de 350, sumando Unidas Podemos y los partidos independentistas, nacionalistas y soberanistas. En el Senado todavía peor: 37 de 261. La cosa cambiaría si el PSOE volviera a sus raíces, a su trayectoria histórica hasta 1978. Pero eso sigue sin pasar.
De ahí el interrogante: ¿será posible la Tercera República? Nicolás Sánchez-Albornoz explica, con ironía, que "los escándalos son consustanciales a los Borbones" y que no son "mucho mayores a los de Isabel II o su abuelo Alfonso XIII". Admite que "ojalá" fuera posible volver a esta forma de Estado, pero que antes hay que consolidar la democracia. No puede ser una "República a secas" de la noche a la mañana. El concepto de República "es muy ambiguo si no se precisa". Si bien no cree que el PSOE sea monárquico, también admite que ahora mismo "no establece como prioridad un cambio de régimen". Con la configuración actual, el historiador lo pone en duda.
Jordi Casassas cree que, como entonces, el gran "cojín" de republicanos se encuentra en Catalunya y en el País Vasco. "Ser posible, es evidentísimo que es posible. Otra cosa muy diferente es si es probable", reflexiona el catedrático de historia contemporánea. Señala que poderes como el Ibex, la judicatura, algunas facciones del Ejército o los grandes medios "están aguantando el Estado", y que en este contexto es "dificilísimo". Dicho todo eso, sin embargo, recuerda, cómo la historia demuestra que "a veces los hechos fortuitos son los que pueden hacer cambiar las cosas". También avisa de que la falta de voluntad política para tocar aquello fundamental, como la Constitución, es contraproducente, "es un suicidio".
El periodista Albert Calatrava (TV3 y Catalunya Radio) es coautor del libro La Armadura del Rey (Roca Editorial, 2021), junto con Eider Hurtado (ETB) y Ana Pardo de Vera (Público). Justamente sostiene que, junto al PP, el PSOE es un "elemento central para el sostén de la monarquía". Lo ha sido durante el reinado de Juan Carlos I "y lo está siendo con el de Felipe VI". Más allá que algunos ministros de Pedro Sánchez consideran que "se ha podido escorar hacia la derecha", Calatrava asegura que "en ningún momento, ni ahora Sánchez ni los futuros líderes del PSOE no parece que vayan a cuestionar la vigencia de la institución", más allá de alguna voz interna residual. Como mucho, añade, "lo que veremos en los próximos meses, para acabar de apuntalarla, que se pueda hacer algún tipo de reforma para demostrar que la institución se adapta a los nuevos tiempos".
A pesar de todo, el delegado de la CCMA en Madrid considera que tanto Unidas Podemos como los partidos independentistas han servido "para poner en el debate político y parlamentario aspectos que eran tabú" relacionados con la Corona. "En la primera década de este siglo, eran contadas las preguntas parlamentarias sobre el rey Juan Carlos o la institución", recuerda el periodista. "Ahora este debate sí que forma parte del día a día parlamentario y hace diez o quince años era impensable", contrapone. Sólo en el último año, concluye, se han presentado hasta nueve peticiones de comisión de investigación en el Congreso de los Diputados. ¿Quién las ha tumbado? El PSOE, uniendo sus votos con el PP y la extrema derecha de Vox.