Hay una crisis interna en Vox. Se multiplican los motines contra Santiago Abascal. Y el capitán del barco, que niega ningún "declive" en su formación, se ha visto obligado a blindar su liderazgo y ha rebajado de poder a los críticos. Su mala salud de hierro ha sufrido una metástasis en las Illes Balears, donde cinco diputados se han declarado en rebeldía y amenazan ahora en convertir a Vox en irrelevante. Ahora, además, se tensa la relación del partido de extrema derecha con el PP. La crisis en Balears podría reproducirse en otros territorios del estado donde los populares dependen de los ultras. El entorno de Santiago Abascal considera que empieza a ser hora de endurecer su discurso ante un Alberto Núñez Feijóo que, a ojos de la dirección de Vox, "menosprecia" la formación de extrema derecha.

Vamos por partes. Hace una semana, Vox celebró en Madrid una Asamblea General que sirvió para reelegir a Santiago Abascal como líder de Vox. Ante las informaciones de que Javier Ortega Smith intentaría disputarle la presidencia del partido, Abascal decidió avanzar para el mes de enero el acontecimiento, que se tendría que haber celebrado en marzo. Un movimiento que conseguía dos cosas: ganar tiempo a fin de que no pudieran conspirar en su contra, y evitar así su cuestionamiento como jefe del partido si se estrella en las elecciones gallegas de este febrero, cosa que prevén todas las encuestas. Además, es la segunda vez que rebaja el poder de Ortega Smith. Ya lo destituyó como secretario general de la formación en 2022, situándolo como vicepresidente; a la misma altura que Jorge Buxadé. Esta pasada semana, los dos han pasado de ser vicepresidentes de Vox a ser solo vocales. Abascal sitúa a su lado, como hombre fuerte, al catalán Ignacio Garriga: es ahora el secretario general y único vicepresidente del partido.

Todo eso pasaba en la Asamblea General del sábado de la semana pasada. El lunes, todo reventaba. Cinco diputados de Vox en las Illes Balears se declaraban en rebeldía con la dirección estatal del partido y decidían expulsar del grupo parlamentario a los dos fieles a Abascal: la presidenta del partido, Patricia de las Heras, y el presidente del Parlamento, Gabriel Le Senne. Lo más rocambolesco de esta historia es que los díscolos son mayoría y, por lo tanto, conservarán el grupo parlamentario de Vox. Mientras que los dos diputados fieles a la dirección estatal de Vox, pasan a ser diputados no adscritos. La dirección estatal ya ha expulsado del partido de extrema derecha a los cinco rebeldes. Pero ahora se abre un escenario cargado de incertidumbres en las Illes Balears.

¿Las Illes Balears, primera piedra de un choque autonómico entre PP y Vox?

El PP de Marga Prohens tiene 25 diputados en el parlamento y, por lo tanto, le faltan cinco para la mayoría absoluta. Mira por dónde, es el mismo número de diputados díscolos que hay ahora mismo en el hemiciclo. Pero PP y Vox tienen un acuerdo firmado para la gobernabilidad en este archipiélago. Santiago Abascal ha alargado la mano a Prohens para que mantenga los pactos con los dos diputados que él todavía controla. Pero no son suficientes. Y si la líder del PP rompe su pacto con Vox, Abascal se verá obligado a endurecer su discurso con los populares. Puede crearse así una guerra entre PP y Vox, con consecuencias en varias comunidades autónomas en las que los populares dependen aritméticamente de los ultras.

Hay, pues, nervios no solo en las Illes Balears. Sino también en Aragón, el País Valencià, Murcia, Extremadura y Castilla y León. Estas comunidades autónomas están gobernadas en coalición por PP y Vox. Los populares solo gobiernan con mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid, Andalucía y La Rioja. En Galicia también, pero se celebrarán elecciones el próximo 18 de febrero (las encuestas apuntan a una repetición de la mayoría absoluta).

Tanto los barones del PP como el mismo Santiago Abascal saldrán de dudas cuando se tenga que escoger al nuevo presidente del Parlament de les Illes Balears. Le Senne ha tenido que abandonar este cargo porque ya no tiene grupo parlamentario, por mucho que haya iniciado una batalla jurídica para mantenerse en el cargo. Ahora Prohens tendrá que mover ficha y demostrar cuál puede ser en un futuro su estrategia de pactos.

 

Una relación tóxica con Feijóo

Además, la relación entre Abascal y Feijóo no pasa por el mejor momento. Los dos tenían la esperanza de asaltar la Moncloa hace medio año, en las elecciones generales. Fuentes del entorno de Santiago Abascal admiten sentirse "menospreciados" últimamente por el PP. Lamentan que los populares salen en tromba en público contra el PSOE por cuestiones como la amnistía, pero más tarde pactan comisiones e incluso reformas constitucionales, dejando de lado al partido de extrema derecha.

Incluso estas mismas fuentes admiten arrepentirse de haber sido blandos durante la investidura fracasada de Feijóo, y no haber ejercido de oposición. Últimamente, Vox ha mostrado su apoyo incondicional y desinteresado en las manifestaciones que ha convocado el PP en Madrid contra los pactos del PSOE con el independentismo.

Vox, demasiado tiempo esperando su turno

También desde el entorno de Santiago Abascal admiten, con tono socarrón, que Vox empieza ya a esperar demasiado su turno. Días después de la incontestable victoria de Javier Milei en Argentina, desde la capitanía de Vox reconocían que empiezan a llegar tarde: en Europa ya han aparecido líderes ultras como Viktor Orbán o Giorgia Meloni, con Marine Le Pen como la principal alternativa durante los últimos años en Francia, así como personajes internacionales como Donald Trump, Jair Bolsonaro o el nuevo presidente argentino. Consideraban que una de las maneras de soñar en hacer un sorpasso al PP sería endurecer todavía más su discurso; en una línea similar a la de Javier Milei.

El líder de Vox, Santiago Abascal, en un mitin / Foto: Europa Press

El liderazgo de Abascal, mala salud de hierro

Santiago Abascal sufrió un doble varapalo este verano. El 23-J perdió hasta 19 diputados en el Congreso (de 52 a 33), un porrazo que solo hubiera estado dispuesto a asumir si a cambio se convertía en vicepresidente español en una Moncloa ocupada por Alberto Núñez Feijóo. Días más tarde, Iván Espinosa de los Monteros —perteneciente a la rama más moderada y liberal del partido— presentaba su dimisión por sus diferencias con Abascal, y expuso la lucha interna en el partido por escalar posiciones de poder. La familia opuesta a Espinosa la representa el ultracatólico catalán Jorge Buxadé, exmiembro de la Falange.

Ahora, ha rebajado de poder a Buxadé y Ortega Smith, y ha elevado la figura del fiel Ignacio Garriga. Pero eso no apacigua las dudas sobre su liderazgo. Durante los últimos años también ha abandonado el partido Macarena Olona, uno de los personajes más carismáticos de la formación, pero que abandonó el partido después de la mayoría absoluta del PP en Andalucía el verano de 2022, donde Abascal la envió como candidata. Desde su salida del partido, Olona se ha dedicado a cargar constantemente contra Vox y señalar las debilidades del liderazgo de Abascal.

Los pronósticos electorales de Vox, desastrosos

Ya hace algunos meses que Vox recibe varapalos de importantes dimensiones por parte del CIS. Los barómetros publicados este mes de enero y también en diciembre pronostican una bajada en el porcentaje de voto preocupante para la formación de Santiago Abascal. El partido consiguió en las pasadas elecciones del 23-J un 12,39% del voto. Ya fue una importante bajada en comparación con los anteriores comicios, pero al menos se mantuvo como tercera fuerza en el Congreso de los Diputados, por delante de Sumar. Pero las últimas encuestas otorgan a Vox un 8,3% de los votos y un 8,5%. "No estamos en declive, se mueren para matar a Vox", señalaba Abascal la semana pasada en su reelección.