El 75,7% de los abogados se relacionan habitualmente en catalán entre ellos: un 44% siempre o de manera mayoritaria, y un 31,7% tanto en catalán como en castellano. A pesar de eso, sólo el 36,6% de los abogados dicen trabajar en catalán. Son datos de la encuesta que Plataforma per la Llengua ha encargado a la empresa GESOP, una encuesta que también concluye que el 63,8% de los abogados son catalanohablantes y que, en el caso de los menores de 41 años, el porcentaje sube al 64,2%. A pesar de ser más catalanohablantes, los abogados más jóvenes también son los que menos consideran el catalán como su lengua de trabajo: sólo la consideran así el 27,9%. El estudio se ha hecho con una muestra de 800 abogados y, si tenemos en cuenta que en el 2021 en Catalunya había 32.844 abogados colegiados, los resultados tienen un margen de error del 3,5%, según la misma Plataforma per la Llengua.
Lo que evidencia la encuesta es que, aunque el catalán sea mayoritario en la vida privada de los abogados y en la comunicación entre abogados, estos profesionales no lo utilizan a la hora de trabajar. El estudio ha querido saber en qué idioma hablan con los clientes, en qué idioma presentan los escritos en los juzgados y en qué idioma hacen las actuaciones orales en los juzgados. Con respecto a la lengua con los clientes, sólo el 29,3% dicen que hablan con los clientes mayoritariamente en catalán (aunque puntualmente el 80% lo utilizan), mientras que el 44,3% dicen que lo hacen mayoritariamente en castellano. En relación con la lengua en que presentan los escritos, un 57,3% no lo hacen nunca o casi nunca en catalán. En el caso de los abogados catalanohablantes, este porcentaje baja al 40,9%, pero eso no quiere decir que el resto les presenten en catalán: un 24% todavía lo hace mayoritariamente en castellano y menos del 34% tanto en catalán como en castellano, o más en catalán. Preguntados por la lengua en que intervienen en los juzgados, el 45,8% dicen que lo hacen siempre o casi siempre en castellano. En el caso de los abogados catalanohablantes, este porcentaje baja al 29%, aunque se podría sumar otro 36,9% que interviene en castellano de manera mayoritaria y en catalán minoritariamente.
¿El catalán, un requisito para los jueces?
La encuesta encargada por Plataforma per la Llengua también ha querido conocer los frenos con que se encuentran los abogados a la hora de utilizar el catalán en el trabajo y las propuestas que les parecerían bien para incentivar el uso. En este sentido, el 57,1% proponen medidas para aumentar el conocimiento de catalán entre los jueces y fiscales, y el 63,4% defienden, incluso, que conocer el catalán sea un requisito para los jueces y fiscales que quieran trabajar en Catalunya. Además, dos tercios de los abogados creen que en la práctica el catalán está en inferioridad de condiciones en la justicia y que utilizarlo no facilita el trabajo en los juzgados y tribunales. Estas opiniones son mayoritarias en prácticamente todos los perfiles de abogados analizados.
El idioma de la carrera de derecho
Otro dato relevante de la encuesta es que el 76,4% de los abogados dicen haber estudiado la carrera de derecho básicamente en castellano. En el caso concreto de los abogados jóvenes, los que estudiaron sobre todo en castellano bajan al 65,4%, pero son igualmente pocos los que estudiaron mayoritariamente en catalán: sólo el 20,4%. En el caso de los que tienen entre 41 y 55 años, este porcentaje baja al 16% y en los mayores de 55 años, al 5,7%. Eso contribuye a explicar que gran parte de los abogados se acostumbren a utilizar únicamente el castellano en el ámbito profesional.
El Govern quiere exigir un C1 de catalán
Precisamente hace 15 días, la consellera de Justícia, Lourdes Ciuró, aseguró en el Pleno del Parlament que exigirán que "los profesionales del ámbito judicial que trabajan en Catalunya tengan que tener, como mínimo, el nivel C1 de catalán". Además, afirmó que este requisito "no es nuevo" porque, según manifestó, en el País Valencià "ya está concedido". En este sentido, defendió que hay que pasar del B2 que ahora se pide y equiparse al nivel que tienen los estudiantes cuando acaban la escolarización.