Una de las múltiples acepciones del verbo volver es, según el Instituto de Estudios Catalanes, "insistir porfiadamente en una cosa" -entendiendo por porfía la obstinación puesta en conseguir algo, en lograr obtener la razón. Esta es, seguramente, la definición que mejor pega con lo que ha querido expresar el Govern con el título que ha puesto al acto institucional de la Diada, Volveremos, que se ha celebrado esta noche en la Plaza de Sant Jaume. 

Más allá de los partidos independentistas, el colofón oficial del Onze de Setembre ha vuelto a abrazar los comunes, como lo ha hecho también por la mañana el acto orquestado por Òmnium Cultural para exigir la absolución de los presos y exiliados. Todos ellos han sido los principales protagonistas de la ceremonia, un montaje audiovisual que se ha proyectado en la fachada del Palau de la Generalitat. Se han leído mensajes de todos los presos y se han reproducido audios de los exiliados. Explicaban qué llevaban en la maleta en octubre de 2017, más metafóricamente que literal.

Así como por la mañana sólo ha participado de manera virtual, a través de un vídeo grabado clamando por la libertad de expresión, por la noche Ada Colau sí que ha hecho acto de presencia. La alcaldesa ha seguido el acto al lado del president de la Generalitat, flanqueado al otro lado por el president del Parlament. Los que no han asistido, en cambio, han sido el PSC, Cs y el PP, que acusan al Govern y a las formaciones independentistas de haber secuestrado la Diada.

La amenaza de lluvia de la víspera del Onze de Setembre forzó a los organizadores a posponer el acto, que inicialmente se había convocado para el martes por la noche. Como se ha hecho al aire libre, todos los ciudadanos que así lo han querido se han podido acercar. Otros, más de un turista, se lo han encontrado de casualidad y han decidido quedarse sin acabar de entender muy bien de qué iba la cosa. Al acabar, la plaza se ha fundido al grito de independencia. Colau, que ya se lo ha encontrado más de una vez, ha aguantado el tipo, haciendo un mutis mientras el resto de líderes políticos se añadían cómodamente al cántico. 

La celebración de un acto institucional por la Diada la instauró el tripartito de Pasqual Maragall, el año 2004. Entonces la convocatoria era en el Parque de la Ciutadella por la mañana, una tradición que mantuvo José Montilla y que siguió Artur Mas durante los primeros años de gobierno. Coincidiendo con el tricentenario de 1714, sin embargo, trasladó el acto al Born. A partir de aquí, los partidos no independentistas empezaron a saltar del barco.