La imagen de su padre durante el golpe de estado del 23 de febrero de 1981 ha pasado a la historia de España. Con el teniente coronel golpista Antonio Tejero disparando tiros al techo del hemiciclo al grito de "al suelo todo el mundo", el expresidente Adolfo Suárez les plantó cara. Cuando todos los diputados ya estaban en el piso, el primer presidente de la democracia, el sucesor del franquismo, se enfrentó la a los que querían reimplantar una dictadura. "Mi única idea durante los primeros momentos del golpe fue mantener la dignidad del presidente del Gobierno de España. La dignidad de la democracia (...) Si me mataban tenía que ser cara a cara", explicó él mismo años más tarde.

Al final, sin embargo, es el hijo quien mata al padre, en términos políticos. Adolfo Suárez Illana (Madrid, 1964), número dos de Pablo Casado a las elecciones españolas del 28-A, le enmienda completamente la plana. La semana pasada llegó a asegurar que veía "más perverso" el referéndum del 1-O que el golpe de estado real del 23-F. Lo intentó justificar asegurando que el 1-O "lo dieron personas escogidas por el pueblo". De tener, parece no tener respeto ni por el papel que los libros de historia españoles han dado a su padre.

Durante la precampaña, después de ser presentado como número dos de Casado, ya las ha dicho de padre y muy señor mío. Por ejemplo, sobre el aborto. Primero dijo que esta ya era una práctica de los "neardentales", que arrancaban la cabeza a sus hijos. Y después advirtió sobre la legislación en Nueva York, que según él permitía el aborto incluso después del nacimiento del bebé. Pocas horas después se vio obligado a rectificar después de supuestamente hablar con un despacho de abogados de la ciudad norteamericana, según justificó. Nadie le había dicho que Casado quería evitar este dossier, y menos abordarlo de esta forma.

Ya en una visita a Barcelona durante la campaña del 21-D, en diciembre del 2017, hacía comparaciones peculiares entre el legado de su padre y el procés. "Mi padre no fue un presidente democrático, lo escogieron en dedo. Curiosamente, y teniendo en cuenta toda una batería de leyes franquistas, ni siquiera se permitió violar ninguna de estas en aquel camino hacia la democracia", relataba. E insistía: "Llegamos a la democracia sin romper ninguna ley. Ni siquiera una ley franquista tenía que ser rota".

Tardó sólo 19 días en abandonar la política después de ser derrotado por José Bono en Castilla-la Mancha

Fracaso estrepitoso en política

Suárez Illana no es nuevo en este mundo, pero del único intento serio salió muy escaldado. A diferencia de su padre, que consiguió ganar unas elecciones democráticas a pesar de ser el "hijo" político del dictador, el hijo de Suárez sólo conoce la derrota en política. Es lo que le pasó en 2003, cuando fue el cabeza de lista del PP a las elecciones autonómicas de Castilla-la Mancha. Fue derrotado por goleada por el después ministro socialista José Bono. No llegó ni a recoger el acta de diputado. Al cabo de 19 días de las elecciones, se retiró.

Cuando aceptó el encargo de encabezar esta candidatura, la única de la que había formado parte hasta ahora, hacía tan sólo un año que estaba afiliado al PP. Pero fue darse de alta y que José María Aznar lo incluyera en el Comité Ejecutivo del partido. Era la gran apuesta del líder de la derecha españolista.

La campaña también estuvo marcadas por declaraciones fuera de lugar y por el malestar interno dentro del partido con un candidato "paracaidista". Todo indicaba que tenía que ser el entonces alcalde de Toledo, José Manuel Molina, pero Madrid les impuso como cabeza de lista. Era un joven abogado cuyo único mérito era llamarse Adolfo de nombre y apedillarse Suárez. Ni siquiera conocía el terreno. El resultado, previsible: el socialista Bono arrasó con el 58,61% de los votos, mientras el hijo del expresidente tuvo que conformarse con el 37,16% de los escrutinios.

Muy a menudo, el nombre no hace la cosa. Mientras Adolfo Suárez padre pasó de ser el nombrado en dedo por el dictador a una de las figuras clave de la Transición, consiguiendo ganar en unas elecciones con la moderada UCD, Adolfo Suárez hijo se ha convertido en el referente de la derecha españolista más dura, condenada al fracaso. Primero bajo la bendición de José María Aznar y ahora como apuesta personal de Pablo Casado.