"Un día habrá un muerto". Con esta contundencia se expresa al fotoperiodista y especialista en la extrema derecha Jordi Borràs, quien, además, los últimos días ha sido víctima de un ataque fascista. Fue el pasado 16 de julio, cuando un agente de la Policía Nacional fuera de servicio le dio un puñetazo al grito de "Viva España y viva Franco". Este no ha sido el único caso reciente de violencia ultra. La semana pasada los casales populares de Nou Barris y Horta sufrieron varios ataques y también hubo otro esta misma semana en Girona.
Son sólo algunos de los muchos casos de violencia en nombre de la 'unidad de España' que ha habido desde septiembre hasta ahora en Catalunya. Un tiempo en que las agresiones han crecido "exponencialmente", como asegura el mismo Borràs, a raíz de la intensificación de los acontecimientos del proceso soberanista, con el 1-O y la declaración de independencia del 27-O.
También así lo ve otro especialista en la materia, Xavier Rius, que asegura que estos grupos de ultraderecha "se han hecho más fuertes" a raíz de la independencia y han encontrado "un espacio vacío". Una afirmación que comparte Marina Morante, de Unitat cotra el Feixisme i el Racisme, que considera que en los últimos tiempos "han encontrado un espacio donde se han podido hacer ver".
"Hasta hace unos meses la presencia de la ultraderecha en Catalunya era prácticamente irrelevante, más allá de su participación explícita en los actos del 12 de octubre en Monjuïc", se encarga de recordar Rius. En los últimos meses, sin embargo, han intensificado su actividad a la calle y con ella, el número de agresiones. Sólo entre los meses de septiembre y diciembre del 2017 hubo 139 casos de incidentes violentos con motivaciones unionistas, según un informe de Jordi Borràs publicado en Mèdicacat.
El 22-S, el inicio de las movilizaciones
El inicio de esta intensificación de la presencia de la ultraderecha en las calles, recuerda Rius, lo encontramos en la manifestación del 22 de septiembre delante la sede de la ANC, en la calle Marina de Barcelona. Hacía sólo dos días de la concentración delante la sede del Departament de Economia en protesta por las detenciones de la Guardia Civil y quedaban bien pocos para el referéndum. La protagonizaron unas 500 personas, entre las que había militantes de Plataforma per Catalunya, Somatemps o Democracia Nacional. La manifestación, que llevaba por lema Por España me atrevo, acabó con varias agresiones contra vecinos independentistas.
Los grupos ultras también encontraron su espacio durante el mes de octubre en las manifestaciones españolistas que llenaron las calles de Barcelona. Dentro de las manifestaciones multitudinarias que organizó Sociedad Civil Catalana, y a las que se sumó el bloque del 155 -Cs, PSC y PP-, se pudieron ver grupos reducidos de personas que llevaban símbolos fascistas y gritaban proclamas como "España se una y no cincuenta y una" o "Puigdemont a prisión", más propias de la ultraderecha. A la manifestación del 10 de octubre, explica para poner un ejemplo Xavier Rius, "había gente de Democracia Nacional con megáfonos cada 10 metros".
Todas estas manifestaciones les sirvieron, pues, para hacerse visibles, encontrar su espacio y sentirse más fuerte, hecho que ha hecho incrementar su presencia en las calles y que muchas veces ha acabado con incidentes violentos. En este sentido, cabe recordar algunos de los ataques más graves, como la crema del Ateneo de Sarrià o el intento de incendiar el de Gavà -este último con personas dentro-. Todo eso, por no hablar de las múltiples agresiones individuales a independentistas, como la que recibió un hombre que ponía lazos amarillos ante la prisión de Lledoners, u otras que se produjeron por la plantada de cruces amarillas o lazos amarillos en las playas de Canet o Mataró o en las calles de Vic, entre muchos otros lugares.
El perfil del agresor: "estamos delante de un nuevo fenómeno"
El fotoperiodista Jordi Borràs alerta que los agresores de ultraderecha que han perpetrado los últimos incidentes tienen un perfil muy diferente al que tenían los de los años 80 y 90. "Estamos ante un nuevo fenómeno", defiende Borràs, que asegura que los atacantes ya no sólo son "neonazis rapados", sino que se trata de "partidarios de la unidad de España, que votan varias opciones políticas, que no tienen porque tener una militancia previa y que deciden hacer justicia por su cuenta". Además, asegura que muchos no tienen antecedentes penales por su militancia a la extrema derecha, sino por "temas de delincuencia común".
Según otro experto que ha preferido mantener el anonimato, algunos de los militantes de Democracia Nacional que actúan por las calles de Catalunya tienen antecedentes por palizas, temas relacionados con la droga o, incluso, por violencia de género.
Activistas de izquierdas denuncian "impunidad" y "dobles varas de medir"
Ante esta situación los grupos antifascistas denuncian una cierta impunidad de la ultraderecha. Marina Morante, por ejemplo, recuerda que los jóvenes de Altsasu están en la prisión por una pelea de bar mientras que militantes de ultraderecha sobradamente conocidos y que tienen agresiones graves en la espalda "van por la calle y no pasa nada". Además, asegura que la policía equipara los grupos fascistas y los antifascistas y los considera a todos "radicales" cuando defiende que sólo los ultras de derechas son los violentos.
También Borràs considera que la extrema derecha tiene impunidad. Aunque defiende que los Mossos tienen una buena unidad de investigación para este tipo de agresiones, también denuncia que faltan recursos y que se producen demasiado pocas detenciones. En este sentido, critica que policialmente haya habido "una doble vara de medir", y que se haya destinado una cantidad de recursos "ingente" a investigar los CDR y las "abuelas que hacían bufandas amarillas", mientras ha habido casos "muy graves", como la crema del Ateneo o heridos de arma blanca.
En este sentido, defiende que después de los últimos casos hay un "clamor social para que se coja el toro por los cuernos" y se haga frente a la ultraderecha desde el Govern. "Habrá un muerto, matarán a alguien, si no ha pasado hasta ahora ha sido más producto del azar que de otra cosa", advierte Borràs.
Un hecho, sin embargo, que el Govern quiere revertir. El presidente Quim Torra visitó el otro día a los Mossos y les pidió que sean los garantes de la "desactivación de la amenaza" cuando se produce una agresión de carácter fascista. Además, el Govern ha pedido al Estado convocar una Junta de Seguridad urgente "para abordar la alerta antiterrorista y el incremento de los ataques fascistas". La premisa con la que se trabaja desde Interior a partir de ahora, una vez retirado el 155 y cambiada la cúpula, es "impunidad cero".