La pelota se encuentra en el tejado del president de la Generalitat, Carles Puigdemont: si es capaz de resolver los agravios que denuncia el gobierno municipal de Batea (Terra Alta), la amenaza de marcharse a Aragón quedará enterrada.
En estos términos se ha manifestado el alcalde de Batea, Joaquim Paladella, a la finalización del pleno extraordinario convocado para debatir la "discriminación" que, asegura, sufre la población. Una sesión que ha congregado decenas de vecinos y que ha vivido momentos de gritos, reproches y peticiones de dimisión.
El ple de #Batea acaba amb crits de dimissió per part d'alguns assistents. L'alcalde manté obert el debat de passar a l'Aragó pic.twitter.com/wjIeK3Dj3b
— CatInfo Tgn-Ebre (@Cati_Tarragona) 25 de julio de 2017
Decenas de vecinos, algunos de ellos envueltos con la esteladas o con insignias independentistas, han llenado la sala de plenos del consistorio para asistir a un debate que, finalmente, no ha satisfecho las expectativas de la mayoría. Paladella, que durante los últimos días había anunciado públicamente que no le temblaría el pulso si tenía que plantear al pueblo la marcha de Catalunya para integrarse en Aragón, ha evitado pronunciar el nombre de la comunidad autónoma vecina y ha desgranado un discurso focalizado exclusivamente en las "discriminaciones" por parte de la Generalitat: desde el conflicto territorial con Gandesa, la masificación eólica o las treinta plazas promesas para la residencia de abuelos del pueblo.
A diferencia del discurso de los últimos días, se ha limitado a asegurar que, de no llegar a encontrar soluciones, se dirigirá en la subdelegación del gobierno español –con quién no dispone todavía de fecha de encuentro- para "hablar de todo". "Hay mil opciones", ha añadido. "Tenemos el derecho a aplicar la estrategia que haga falta para llegar a nuestro objetivo", ha apuntado, convencido de que un alcalde tiene que "arriesgar" para conseguir aquello que se propone para defender los intereses del municipio.
Por otra parte, ha negado reiteradamente que el tema identitario haya influido. "Eso no va de banderas. No va de España ni de Catalunya ni lo ha ido nunca. Eso va de Batea y las personas", ha constatado. Dice, además, que se ha sentido utilizado tanto por los partidarios como por los contrarios a la independencia de Catalunya.
La oposición contra Paladella
Las intervenciones de Paladella han encontrado una respuesta mayoritariamente crítica desde el público, que le ha recriminado en muchos momentos que no abordara la amenaza de marcharse de Aragón. Tanto 100% Batea como CiU, que están en minoría ante el gobierno municipal de UPTA-PM, le han reclamado abiertamente su dimisión después de ocupar la alcaldía durante 26 años.
Reacciones vecinales
Los habitantes de Batea no se han quedado cruzado de brazos ante los acontecimientos que ha vivido en la hasta ahora tranquila localidad de la Terra Alta.
Varios vecinos han mostrado su disconformidad con las decisiones del alcalde Paladella, como miembros de ERC, que han afirmado que "la opinión de una persona nunca representará la voz de todo un pueblo".
Sara Valls, miembro de las JERC de la Terra Alta, lamentó que el "pueblo se haya convertido en un medio de propaganda política en contra del 1 de octubre", así como ha defendido que "las declaraciones del alcalde no representan a prácticamente nadie en el pueblo".
Manel Sunyer, vecino del pueblo, ha transmitido que "la gente está muy enfadada. Paladella ha hecho mucho por el pueblo en estos 26 años como alcalde, pero lo que ha hecho ahora ha caído muy, muy mal".
Alberto Villaroya, vinicultor, también se ha sumado a las voces discrepantes con el talante del alcalde, lamentando que "por un cabreo (Paladella) nos ha metido a todos en el ajo, por una payasada. No tiene que ver nada lo que ha dicho él con el sentimiento del pueblo, y todo por 30 plazas de una residencia".