La encuesta que publica La Vanguardia este domingo, tan dulce para ERC, pero también para el espacio de Carles Puigdemont, ha agriado el ánimo entre algunos influencers de la derecha española, desde los conservadores más civiles hasta los ultras del garrotazo. Ya venían entre calientes y de mala leche a causa de la visita del presidente español, Pedro Sánchez, al presidente de la Generalitat, Quim Torra, con todo su protocolo. Ahora temen que falle la política de "contentamiento", como la llama José Antonio Zarzalejos, (de reencuentro según la Moncloa) con el independentismo. Temen que el soberanismo gane en votos las elecciones al Parlament y que pase del 50%, pero, sobre todo, les asusta que la fracción insurgente se consolide como socio sénior del Govern. "Si gana Puigdemont, todo salta por los aires", escribe Casimiro García-Abadillo, director de El Independiente, un digital de aire centrista y tono civil.
La situación que angustia a los comentaristas es, paradójicamente, que Junqueras no gane en condiciones de construir la misma coalición que sostiene a Pedro Sánchez en Madrid, con el PSC y los comunes, como explica Rubén Amón en El Confidencial. Esta formula "subordinaría" el programa independentista de ERC al mantenimiento del gobierno en Madrid, añade. Sin embargo, si el soberanismo supera el 50% de los votos, a Sánchez "se le se hundiría el consenso de la investidura [y] se expondría a la ferocidad del monstruo independentista, legitimado con el fervor de las urnas 'verdaderas'" según Luis Herrero en Libertad Digital. "Sin ERC en la presidencia de la Generalitat ni el PSOE en la Moncloa, el diseño de su estrategia colapsará".
Casi todos interpretan que la visita de Sánchez fue un balón de oxígeno para Torra, detrás de quien ven la mano de Puigdemont, que ya ha ganado a ERC las elecciones donde concurrió como cabeza de lista, como recuerda Herrero. "El gobierno [español], que ha puesto la legislatura en manos de ERC, tendría que tenerlo en cuenta. Sobre todo, para tener a punto un Plan B que aplicar cuando la negociación que acaba de poner en marcha concluya en fracaso", apunta García-Abadillo.
Una situación irreversible
El director de El Independiente no es optimista. "Para desconsuelo de los que pensamos que el independentismo es un desastre para Catalunya y para España, lo más probable es que tengamos que enfrentar una situación irreversible", dice, antes de acusar a Sánchez de "prometer cosas que no puede cumplir", que solo servirán "para fortalecer a los enemigos de la Constitución y debilitar los que la defienden".
Pedro J. Ramírez, en su editorial dominical en El Español, también castiga a Sánchez por dar aire a Torra. Le recuerda la dura sentencia de Robespierre ("la virtud, sin el terror, es impotente") y le recomienda una dureza equivalente, mención metafórica incluida a la guillotina.
En El Mundo hay división de opiniones. La cronista política Lucía Méndez deja espacio a la versión de la Moncloa: "Pedro Sánchez vuelve de su arriesgado viaje a Barcelona 'aliviado', 'satisfecho' y 'esperanzado' y con la confianza en que el diálogo con el independentismo está dando frutos". En cambio, el director del diario, Francisco Rosell, no está para cuentos: "Sánchez legitima el golpe de Estado del 1-O con concesiones tangibles en el ámbito de la soberanía y [en el ámbito] fiscal, almibaradas con medidas de gracia para sus artífices". Y de aquí para abajo. Sin embargo, las inquietudes de uno y otro son las mismas: si ERC no gana bien las próximas elecciones catalanas, el castillo de Pedro Sánchez caerá.
Apocalipsis ultra
En el lado más ultra suenan las trompetas del apocalipsis. En Vozpópuli, Jesús Cacho avisa de que "la farsa representada en el Palau de la Generalitat es tan solo la primera estación del viacrucis que este aventurero sin escrúpulos [Sánchez] está dispuesto a hacernos transitar camino de la independencia de Catalunya. Cosa que el sujeto parece dispuesto a conceder al separatismo a fin de que el independentismo le siga sosteniendo en la Moncloa".
Plus ultra (más allá), Federico Jiménez Losantos: "No hay una forma más descarada de sumarse al golpe [de estado (del 1-O)] que el documento que entregó Sánchez a Torra. El título del documento es, en sí mismo, un delito de alta traición: 'Abrir vías de negociación y diálogo sobre el futuro de Catalunya'. 44 promesas que son 44 delitos".