Felipe VI se presentará en Barcelona el próximo viernes, en el marco de la llamada Barcelona New Economy Week (BNEW), para sacarse la espina que le quedó clavada la semana pasada cuando no le permitieron desplazarse a la capital catalana a entregar los diplomas de los nuevos jueces ante el temor a que la sentencia de inhabilitación de Quim Torra provocara protestas en la calle.

El monarca llegará acompañado del presidente español, Pedro Sánchez, para participar en la última jornada de este acontecimiento presencial y virtual que ha impulsado al delegado especial del Estado en el Consorcio de la Zona Franca, Pere Navarro, con el objetivo de favorecer la recuperación de la economía después de la crisis de la Covid-19.

Joan Carles i Corinna

Navarro, que fue primer secretario del PSC, saltó a los titulares de los diarios de todo el Estado cuando protagonizó en febrero del 2013 una de las declaraciones públicas más contundentes que se recordaban de un dirigente socialista en relación a la monarquía. Hacía pocos meses que Juan Carlos I se había hecho añicos la cadera una noche en Botsuana en que buena parte de la sociedad española descubrió la existencia de Corinna zu Sayn Wittgenstein.

Como máximo responsable de los socialistas catalanes y ante un centenar de empresarios en una comida organizada por la Cambra, Navarro pidió ni más ni menos que la abdicación del Rey. "Necesitamos a un nuevo jefe de Estado para hacer la transición del siglo XXI", advirtió, a pesar de reconocer el papel de Juan Carlos I y ante la perplejidad de los empresarios.

O el Rey o el sistema

"Planteo hoy abierta y públicamente la necesidad de abdicación del actual jefe del Estado", aseguró mientras en Madrid se disparaban las alarmas y el PSOE entraba en estado taquicárdico.

Navarro advirtió que si no se producía lo que tenía que ser un "relevo tranquilo", muchos ciudadanos podrían creer que lo que habría que hacer sería cambiar el propio sistema democrático". "No les faltaría razón si no hay una reacción a tiempo", añadió, además de señalar el papel que tendría que asumir Felipe VI para liderar una segunda transición, que incluyera la modernización de la Corona y con la aceptación de las normas de transparencia que reclaman los ciudadanos.

El PSOE, fulminante

La reacción del PSOE fue fulminante. Desautorizó a Pere Navarro de manera inmediata. La dirección federal del partido hizo público un comunicado en que aseguraba que los socialistas españoles no compartían "en absoluto" la opinión del primer secretario del PSC, y que sus declaraciones eran "totalmente inadecuadas".

Aquel día Navarro estaba, sin embargo, inspirado y no sólo avisó a la Corona de que si no cambiaba la institución se tambalearía —y con razón—, sino que además defendió el derecho de Catalunya a organizar un referéndum de autodeterminación, siempre que fuera, eso sí, legal y acordado con el Estado.

Un año y cuatro meses más tarde, Navarro tuvo que renunciar al liderazgo de los socialistas catalanes después de un descalabro electoral del PSC en las europeas y se convirtió en el primer secretario más breve de la historia del partido. Lo sustituyó Miquel Iceta. Eso sí, una semana antes de marcharse él, Juan Carlos I anunció que abdicaba. En julio de 2018, Navarro se puso al frente del Consorcio de la Zona Franca de Barcelona.