La exdiputada de la CUP y exiliada en Suiza, Anna Gabriel, ha pedido analizar los hechos desde octubre del 2017 para "volver a hacerlo, para poder hacerlo mejor". En una carta a la militancia de la CUP, Gabriel explica que para hacerlo mejor, "hace falta no autoengañarse, mirar la realidad de cara y asumir el peso del futuro". Según la exdiputada, "la unidad, como la verdad, es concreta y no se puede basar en el vacío"
Así, Gabriel ha añadido que "hay que saber que las bases son sólidas si están fundamentadas y que tendría que haber una correspondencia entre lo que se dice en público y la realidad". Ha insistido en que a pesar que "el contexto represivo hace difícil el trabajo", es imprescindible revisar "aquello que no se hizo bien" y asumir la propia responsabilidad. Igualmente, requiere que se aplique "el rigor en el balance de los acontecimientos para evitar que la historia se repita".
Sin esta revisión esmerada de los hechos, sin la claridad de los instrumentos y los medios necesarios y sin la determinación de los días de septiembre y el 1 y el 3 de octubre, Gabriel ha asegurado que "la unidad es una palabra vacía" y que "muchas de las proclamas que se hacen son contundencia discursiva para alimentar propaganda partidista".
De esta manera, la exdiputada de la CUP ha advertido que "no nos podemos permitir que la solidaridad antirrepressiva se utilice demasiado a menudo como herramienta de presión". Y explica que tampoco se puede permitir "que un contexto excepcional -que ya hace demasiado que dura- se utilice como pretexto para coacciones demasiado convencionales".
A la carta, Gabriel reflexiona sobre su exilio que, "aunque la decisión no sea comprendida por todo el mundo", afirma que decidió no presentarse "en un Tribunal que juzgaba una posición política y todo un movimiento", y que sigue manteniendo la convicción que "mientras haya represión, el exilio tiene todo el sentido del mundo".
A pesar de las circunstancias, la exiliada en Suiza ha perseverado que "ni el exilio, ni la prisión, ni la represión hacen que renunciemos al sueño ni que dejemos de trabajar para hacerlo realidad". Asegura que "eso quiere decir superar todos los obstáculos" contra un "estado fuerte y vengativo que utiliza la represión, la inteligencia y todo el poder a su alcance". Y eso, según Gabriel, quiere decir "soportar el peso de la indiferencia hacia el dolor, que a veces se expresa con el cinismo de la sonrisa de quién acaba apuntalando el régimen haciéndonos creer que lo combate.