Cuando faltaban unos diez minutos para que fueran las 16 horas del miércoles 13 de marzo del 2024, ahora hace un año, el entonces president de la Generalitat, Pere Aragonès abandonaba el Palau del Parlament para poner rumbo hacia la Plaza Sant Jaume, donde había convocado a los consellers de su Govern. Horas antes, el pleno de la cámara catalana había votado en contra de los presupuestos con el no de los comunes liderados por Jéssica Albiach, que reclamaban a Aragonès que rechazara definitivamente el proyecto del Hard Rock, que, a su vez, el PSC (que había llegado a un pacto con los republicanos para aprobar las cuentas del 2024), exigía mantener. Hora y media más tarde, Aragonès comparecía para explicar su decisión de adelantar las elecciones, previstas para principios del 2025. Durante las semanas anteriores, se había mostrado confiado en público que conseguiría finalmente el sí de los comunes para aprobar los presupuestos y que conseguiría acabar la legislatura después de que en octubre del 2022, Junts abandonara el Gobierno y dejara al Ejecutivo en una acusada minoría parlamentaria de solo 33 diputados.

Aragonès optó por convocar las elecciones cuanto antes mejor, concretamente, el domingo 12 de mayo, día de San Pancracio. Descartó así hacerlas coincidir con las elecciones europeas, previstas y convocadas para el domingo 9 de junio. "Ante la irresponsabilidad de los grupos políticos que hoy han rechazado los presupuestos, hace falta responsabilidad de país", manifestó al president de la Generalitat, poniendo el foco sobre Junts y los comunes por la decisión de no dar apoyo a los presupuestos elaborados por la consellera Natàlia Mas Guix. Los de Albiach se habían convertido en un socio estable, al menos en términos presupuestarios, para Aragonès e incluso aprobaron cuentas del presidente Quim Torra.

Sequía, caso Koldo e interrogantes sin resolver

Más allá de la no aprobación de los presupuestos, en marzo del 2024 Catalunya estaba inmersa en una de las fases más complicadas de la sequía, con restricciones cada vez más duras para varios sectores (los campesinos ya habían entrado en Barcelona con sus tractores) y con un verano al horizonte que se avistaba muy complicado. Fue convocar elecciones y empezar a llover, sin dejar de estar en una situación muy grave, pero en aquel momento se llegaban a plantear el transporte de agua de València en un barco para abastecer el país, una situación que nunca se llegó a traducir en la realidad. Además, el PSC, partido que lideraba en aquel momento todas las encuestas (con la excepción del CEO), tenía encima suyo la sombra del caso Koldo por la posible implicación de Salvador Illa como ministro de Sanidad durante los primeros meses de la pandemia. Y Junts, el gran rival por el bando independentista, no tenía un claro candidato a las elecciones. Finalmente, se habló mucho más de la carta de Pedro Sánchez que del caso Koldo durante la campaña y el presidente Carles Puigdemont decidió volver a presentarse a la presidencia de la Generalitat con la promesa de volver en Catalunya para la investidura.

Trece diputados menos después de decidir adelantar elecciones

La decisión de adelantar elecciones no fue acertada por parte del presidente Aragonès: perdió 13 diputados, un batacazo solo comparable con el del 2011 y cualquier posibilidad que su partido pudiera retener la presidencia de la Generalitat conseguida en el 2021. El resto es historia. Aragonès reclamó tomar decisiones individuales y colectivas después de este nuevo porrazo (ya llevaban  sobre los hombros los de las municipales y españolas del 2023) y predicó con el ejemplo al día siguiente, anunciando que dejaba la primera línea política. La dolorosa derrota abrió una guerra interna muy cruenta entre compañeros de partido con una Esquerra dividida entre los junqueristas y rovirisitas de la cual salió vencedor en diciembre Oriol Junqueras, volviendo a proclamarse presidente del partido. Antes, sin embargo, los diputados de ERC votaron a favor de la investidura de Salvador Illa, una jornada marcada por el retorno fugaz de Puigdemont.

Durante la campaña electoral para|por las primarias internas, Junqueras se quejó de que muchas decisiones que se habían tomado dentro del partido mientras él esaba en prisión y también al salir no contaban con su visto bueno. Tampoco la de adelantar elecciones, asegurando en varias ocasiones que a menudo los Ejecutivos pueden aguantar meses y años sin tener las cuentas aprobadas. En cambio, Marta Rovira, en su duro despido como secretaria general, soltó que fue el mismo Junqueras y su ahora secretaria general Elisenda Alamany quienes dinamitaron las posibilidades que el gobierno Aragonès tuviera presupuestos negociando con Jaume Collboni su entrada en el gobierno municipal del Ajuntament de Barcelona, dejando fuera de los comunes que se vengaron haciendo caer el gobierno de los republicanos ahora hace un año.