El temporizador que descuenta el plazo que queda hasta el día de la constitución del Parlament ha marcado el compás de la conferencia que Pere Aragonès ha protagonizado este jueves por la noche para exponer su programa de gobierno, Al lado de la gente, y redoblar la presión hacia Junts per Catalunya y la CUP. La ambición de ERC es llegar al próximo viernes con un acuerdo global para el reparto de poder en la Mesa, su investidura, el nuevo gobierno y los presupuestos.
Sin ningún acuerdo firme —de momento— para la investidura, el todavía vicepresident en funciones se ha enfundado el traje de president, ante la atenta mirada de su mentor, Oriol Junqueras y con la presencia en el auditorio del Espacio Serrahima de Barcelona de las primeras espadas de dos de los tres partidos con quien ERC aspira a pactar, Laura Borràs y Francesc de Dalmases, de Junts, y Eulàlia Reguant y Dolors Sabater de la CUP-Guanyem Catalunya. Los comunes se han descolgado, un indicador claro de cómo evolucionan las negociaciones. También estaban representantes de las principales entidades de la sociedad civil, la ANC, Òmnium, Pimec, Foment, el Cercle d'Economia, CCOO, UGT, la Intersindical, el Consejo Nacional de Mujeres, el Col·legi d'Infermeres, la Taula del Tercer Sector y el Instituto Sobiranies.
Salir de la zona de confort
Consciente de que el acuerdo se hará esperar y, si llega, será rozando el larguero, Aragonès ha arrancado contundente, dejando claro que Catalunya no se puede permitir seguir viviendo en la interinidad. "Todos tenemos que estar a la altura. Es esencial que todo el mundo hable claro. De las negociaciones tiene que salir un acuerdo sólido, honesto y generoso", ha dicho, el "Govern del 3-O", con Junts, la CUP y ECP. En este sentido ha pedido al resto de fuerzas políticas "ser conscientes del momento trascendental" que vive el país y que está en juego "el futuro de las próximas generaciones". Por eso, los ha emplazado a centrarse en "los denominadores comunes, que son muchos" más que en el "quién" hay como compañero de viaje y "abandonar vetos estériles". Porque, dejar que se cierre la ventana de oportunidad abierta el 14-F, "desperdiciarla", "sería temerario e irresponsable".
Siguiendo esta línea, ha exigido a las fuerzas soberanistas "renunciar a jugar con la incertidumbre y los cálculos electorales". "Todos y todas tenemos que salir de nuestra zona de confort", ha afirmado, haciendo un llamamiento a "digerir las contradicciones y no mantenerse en la comodidad de la oposición". Todavía en este capítulo, una advertencia implícita al sector de Junts per Catalunya que presiona para dar un paso al lado y dejar a ERC a su suerte. "Estoy convencido de que nadie estará tentado de jugar la carta de la repetición electoral para obtener mejor resultado". Que la frase iba para el partido de Puigdemont es evidente, teniendo en cuenta que es la única de las tres formaciones con quien negocia ERC que ha perdido diputados el 14-F.
Enmienda al pasado convergente
Más allá del emplazamiento público a Junts, la CUP y los comunes, Aragonès ha esbozado como se imagina el nuevo gobierno que quiere presidir, que ya bautiza como la Nueva Generalitat Republicana. En este apartado ha pronunciado una sentencia que lo resume todo. "Tenemos que acabar con la frase de eso siempre se ha hecho así", una referencia clara a la etapa de los gobiernos de Jordi Pujol. Y ha seguido desarrollando la idea, defendiendo que ERC ha venido "a cambiar inercias, no a gestionar".
De ahí que apueste por un "gobierno que no reproduzca esquemas del pasado", con una "estructura nueva, moderna y 100% paritario", que rompa "la dinámica de compartimentos estancos". Como ejemplo, la propuesta de los republicanos de crear dos nuevas conselleries, la de Igualtats i Feminisme y la de Transició Ecològica.
Independentismo integrador
La conferencia ha sido una cata de lo que será el discurso de investidura. En la conferencia, que ha preparado a lo largo de los últimos días al lado de Junqueras, Aragonès ha hablado de las cuatro revoluciones que quiere impulsar como presidente: la social, la feminista, la verde y la democrática.
Como ya había hecho durante la campaña, el líder de ERC se ha comprometido a imprimir un giro a la izquierda al independentismo para garantizar que la salida de la crisis derivada del coronavirus se haga a partir de políticas progresistas y no se aplace el rescate social necesario en Catalunya.
Al mismo tiempo, se ha reafirmado en la apuesta de ERC por un independentismo "integrador", que "recupere la iniciativa" y que se centre en acumular más fuerzas en lugar de adentrarse en una confrontación estéril que pueda acabar frustrando expectativas como pasó el año 2017.
La presión del calendario
Cada día que pasa sin cerrar un acuerdo añade una pizca más de presión a las filas republicanas, donde son conscientes de que la estrategia de Junts pasa por apurar al máximo el calendario para poder apretar más en la negociación y que ERC tenga que abaratar sus condiciones.
En paralelo, y como ya es tradición, los timings de la CUP interfieren en el objetivo inicial de ERC de cerrar un acuerdo de manera ágil y rápida. Como ya ha pasado en las dos últimas legislaturas, los anticapitalistas sondearán a la militancia antes de tomar una decisión definitiva. Según apuntan fuentes del partido a ElNacional.cat, entre el domingo y el martes se ha convocado una segunda ronda urgente de Asambleas Abiertas Parlamentarias, que organizan la quincena de territoriales cupaires. Una vez recogida la opinión de las bases, se elaborará un posicionamiento definitivo, que se tendrá que acabar votando en un consejo político.