El debate monográfico sobre sequía y cambio climático ha constatado, de nuevo, las profundas diferencias entre la visión del Govern y la de la oposición sobre la gestión de esta materia. El momento actual es de máxima preocupación: los embalses catalanes se encuentran en mínimos históricos y seis millones de habitantes que viven en el sistema Ter-Llobregat ya se encuentran en fase de emergencia. Las restricciones han irritado a la población de las ciudades, pero también el campo, con chaladas manifestaciones de agricultores y ganaderos durante las últimas semanas. Mientras tanto, cada semana llegan anuncios sobre nuevas infraestructuras para garantizar agua para el país (cuándo esta no tiene que llegar por barco). Y en medio de todo este caos, el Parlament ha sido el escenario elegido por los partidos para cruzar sus posiciones al respecto y presionar al Govern por la falta de soluciones. Ya no basta con mirar al cielo.
El discurso de Aragonès ha sido marcadamente optimista. El presidente ha optado por enviarse piropos y sacar pecho de la gestión de la sequía por parte de su ejecutivo, contrastando las medidas que ha impulsado enfrente de las de los predecesores. "En esta sequía, como gobierno, nos ha tocado poner el país, hacer el trabajo que estaba por hacer, después de años sin inversiones o bien por endeudamiento o bien por austeridad mal entendida", ha lamentado el presidente Aragonès. En la misma línea, ha aplaudido la cantidad de infraestructuras que se están poniendo marcha (hace dos semanas, el Govern anunciaba la intención de acelerar la ampliación de la desalinizadora de Tordera y la construcción de la de Foix), subrayando también el "salto adelante incuestionable" que se ha hecho para adaptar el país a una nueva realidad climática durante la actual legislatura. "Se están pagando años de sequía de inversiones y falta de previsión", ha concluido.
La oposición, sin embargo, se ha aliado para desmontarle el discurso. Desde las filas de los socialistas, Salvador Illa ha plantado cara al ejecutivo exigiendo al presidente y al conseller "un punto más de humildad". "Si tan bien lo hemos hecho, ¿por qué estamos donde estamos?", ha disparado desde el atril del Parlament. El líder del PSC y jefe de la oposición ha hecho un llamamiento para que la Agencia Catalana del Agua y el Govern que "se pongan las pilas de una vez por todas", ya que "no hay más remedio que hacerlo". Illa se ha encargado de contraponer la actuación de la administración catalana con la del Govern, que ha hecho "el esfuerzo" por garantizar que Catalunya pueda contar con la llegada de agua en barcos provenientes de la planta desalinizadora de Sagunt.
Por su parte, Junts ha reclamado al Govern un "cambio de rumbo urgente en la gobernanza" para combatir la sequía. El presidente del grupo parlamentario de los juntaires, Albert Batet, ha exigido al ejecutivo que "abandone la confrontación para fomentar la cooperación entre administraciones" y ha pedido "transparencia" sobre el coste del agua que pueda llegar en barcos desde Sagunt, medida que desde el partido sostienen que será insuficiente. En esta línea, tanto Batet como Salvador Vergés han reprochado al Govern que "espera que la solución venga de Madrid": "Sufren de españolitis y piden al Estado". Según los juntaires, si el campo, el agua o las renovables fueran asignaturas, el ejecutivo las habría "suspendido".
Mientras, tanto la CUP como los comuns han coincidido en el diagnóstico: la situación obliga a plantear un "cambio de modelo". Paralelamente, ambas formaciones señalan que este nuevo modelo no puede pasar por la ampliación del aeropuerto del Prat, el Hard Rock o el Cuarto Cinturón. De hecho, los anticapitalistas han ido más allá y han pedido al grupo de Jéssica Albiach que no dé apoyo a los presupuestos del Govern si hay partidas o compromisos para desarrollar alguna de estas tres grandes infraestructuras. Por último, los dos grupos han coincidido en pedir más restricciones para el sector turístico porque encuentran "incongruente" que sectores como el campesinado o la industria sean los que más las sufran.
Una nueva cumbre de partidos
Los partidos han compartido una batería de propuestas con el Govern. Ahora bien, más allá de concreciones, ha habido una demanda compartida por los principales grupos de la oposición: tanto PSC como Junts han pedido a Aragonès poner en marcha una nueva cumbre de partidos sobre la sequía. Fue el último día de marzo de 2023 cuando se celebró el último encuentro político de esta magnitud, y que en aquella ocasión acabó con un sonado fracaso. Ahora, casi un año después, la situación se ha empeorado marcadamente, y es mucho más urgente encontrar respuestas comunes que no agraven la división política. El PSC ha propuesto reunir de nuevo este espacio de diálogo porque faltan "mecanismos más fluidos para negociar", mientras que Junts lo ha reclamado con el fin de trabajar en una "solución nacional" a la sequía.