Desde la inhabilitación de Quim Torra en septiembre pasado, que Pere Aragonès ejerce las funciones de president. Lo hace, sin embargo, con las manos atadas y las capacidades limitadas, en tanto que líder de un gobierno en funciones. El candidato de ERC se prepara para dejar atrás los corsés y asumir el cargo con todas las de la ley. Su partido se encuentra inmerso en una vorágine negociadora para conseguir las alianzas que permitan no sólo su investidura sino la construcción de un gobierno estable. Este jueves, Aragonès se enfundará en el traje de president para pronunciar una conferencia dirigida a todo el país, abierta a la ciudadanía.
El acto servirá para desgranar el programa que guiará el nuevo ejecutivo que aspira a liderar y que, según ha adelantado la portavoz de los republicanos en una rueda de prensa este lunes, se basan en cuatro ejes. Un plan de rescate social inmediato, un plan de reconstrucción y transformación de Catalunya, un pacto antifascista y la construcción de las bases para la República. Para "aterrizar todas estas propuestas", el todavía vicepresident con funciones de president se dirigirá a los catalanes en lo que será una especie de ensayo de discurso de investidura donde trasladará las líneas maestras de lo que ya han bautizado como "la nueva Generalitat republicana", que quieren "progresista, transformador, profundamente democrático, feminista y ecologista".
Entre los aspectos concretos que se incluyen un plan de emancipación juvenil, un plan de choque contra la pobreza, garantizar que todas las familias tengan acceso a los subministros básicos como son la luz, el agua y el gas o la gratuidad de la enseñanza infantil de 0 a 3 años.
Diálogo y Mossos
En paralelo avanza también la apuesta por una revisión del modelo de orden público en Catalunya que los republicanos están abordando en las conversaciones con la CUP. Los dos partidos han creado un grupo de trabajo para estudiar las demandas de los anticapitalistas, que pasan por una moratoria del uso de las balas de foam, apartar a la Brimo de los desahucios y la retirada de la Generalitat como acusación en las causas contra activistas. Con todo, los republicanos puntualizan que el compromiso con la CUP es para estudiar las propuestas, que en ningún caso se ha cerrado nada al respecto.
Con respecto a la hoja de ruta independentista, ERC insiste en la necesidad en resucitar la mesa de negociación con el Estado como única solución para resolver el conflicto político y confía poder convencer Junts per Catalunya para que participe sin boicotearla.
Rechazo a un gobierno sólo con los comunes
Este fin de semana la líder d'En Comú Podem hizo pública la oferta formal de su partido a ERC y el PSC y que pasa por un gobierno compartido entre comunes y republicanos que cuente con el apoyo desde fuera de los socialistas. "No pasará", ha querido dejar claro la secretaria general de ERC, Marta Vilalta. Y lo ha argumentado porque "con los socialistas no hay nada que pactar ni ha sumar". En este sentido, ha insistido en que se trata de proyectos contrapuestos.
Descartada esta opción, de puertas afuera a ERC todavía mantienen viva la esperanza de un gobierno a cuatro, aunque de puertas adentro asumen que es prácticamente imposible. Sobre todo, poder añadir a los comunes. A lo que todavía no renuncian es a la posibilidad de que la CUP se pueda integrar o, cuando menos, acceda a firmar un acuerdo de gobernabilidad que, a pesar de quedarse fuera del ejecutivo, sirva para garantizar una mayoría estable en el Parlament de Catalunya. Esta legislatura, los independentistas suman 74 escaños.