Su templanza característica ha disimulado los comprensibles nervios antes del gran salto. Pere Aragonès ha saltado al campo para presentar su tercer discurso de investidura con la seguridad de que saldrá siendo president. Este sí, será el definitivo. En menos de 24 horas será proclamado president de la Generaliat, con los votos de los 74 diputados independentistas. El futuro president ha ido al grano. "Seré breve, todos tenemos mucho trabajo", ha señalado. El programa de gobierno lo había desgranado ya a finales de marzo, cuando la abstención de Junts le cerró el paso a la presidencia. Hoy ha recordado algunas pinceladas, y ha aprovechado para "agradecer la paciencia de una ciudadanía agotada con quien tenemos la deuda de recuperar su confianza". Dos ideas clave: el emplazamiento en el Estado español a hacer como el Reino Unido con Escocia y el compromiso de "sacudir" Catalunya con un alud legislativo progresista y de izquierdas.
"Por primera vez en lo que llevamos de siglo XXI, Catalunya tendrá un presidente independentista y de izquierdas", ha resaltado en los primeros compases de su intervención. Y en base a esta afirmación ha seguido desarrollando su propuesta para los catalanes. "Con una mano venceremos la Covid que a tanta gente se ha llevado y sacaremos al país de la crisis y con la otra avanzaremos hacia la República catalana", es una de las frases que ha pronunciado Aragonès que mejor sintetizan la apuesta de ERC de compatibilizar el avance hacia la independencia con la gestión del mientras tanto. En este sentido, ha remarcado que el acuerdo con Junts complementa aquello pactado con la CUP. Y ha vuelto a tender la mano a los comunes por enésima vez.
Referéndum pactado
En el capítulo dedicado propiamente a cómo debería Catalunya seguir avanzando para "culminar la independencia", Aragonès ha puesto el foco en la necesidad de "forzar" al Estado español a abandonar la represión y adoptar una nueva actitud con la carpeta catalana. "Esta es mi obsesión. Superar el bloqueo actual y resolver de una vez por todas el conflicto entre Catalunya y el estado español". Ha resaltado que "es urgente e imperativo cambiar la dinámica" para que el independentismo vuelva a recuperar la iniciativa".
Para conseguirlo, se ha comprometido a impulsar "el Acuerdo Nacional para la Autodeterminación y la Amnistía para defender la necesidad de una confrontación cívica y pacífica para forzar al Estado a asumir la realidad hasta ahora negada". "Quiero hacer como Escocia y me gustaría que el estado español supiera hacer como el Reino Unido en el 2014", ha admitido, invitando al Gobierno de Pedro Sánchez a hacer una propuesta para "seducir" a los catalanes en un referéndum sobre la independencia, "en lugar de negar sistemáticamente el derecho a decidir". Concretamente ha pedido que Madrid apueste por ofrecer "un proyecto alternativo a la independencia que vaya más allá de quedarnos con una autonomía recortada que hace tiempo que se nos ha quedado pequeña". Ninguna mención, sin embargo, al concepto "de embate democrático" recogido en los documentos pactados con Junts y la CUP.
En todo caso, sí que ha celebrado que las fuerzas independentistas "empezamos a tener un diagnóstico compartido de dónde estamos y qué hay que hacer a partir de ahora". Y eso pasa por dar margen a la mesa de diálogo.
Durante la media hora que ha durado su discurso, Aragonès se ha comprometido a gobernar para todos los catalanes, en la línea del independentismo inclusivo que practica ERC en los últimos años. "Todos aquellos que hoy rechazan la República catalana, tienen que saber que la República catalana nunca los rechazará a ellos".
Sacudida profunda
Más allá de los pasos concretos para materializar la independencia, Aragonès ha dedicado buena parte de su comparecencia a defender su compromiso de someter Catalunya a "una sacudida", con "cambios en la forma y en el fondo" basados en la justicia social para "situar a Catalunya como un país progresista de referencia a nivel europeo".
Ha adelantado una batería de leyes, cerca de una veintena, para llevar a cabo "cuatro revoluciones". La social —para garantizar casa, trabajo, salud y educación—, feminista, verde y democrática. "El único límite que nos tenemos que fijar es el de la voluntad popular de la ciudadanía de Catalunya", ha afirmado.
Entre las promesas del futuro president, un plan de rescate social de 700 millones, la gratuidad de los jardines de infancia, un plan de salud mental, un programa piloto para la renta universal o un pacto nacional para la transición ecológica.
El baile de nombres
Con la investidura resuelta, las conversaciones entre bambalinas ponen el foco ya en la quiniela de los nuevos consellers. En este terreno, la bomba informativa la ha protagonizado Elsa Artadi, a quien todo el mundo situaba en el cargo de vicepresidenta y que se ha descartado para quedarse en el Ayuntamiento de Barcelona. Hoy, en el Parlament, lucía una mascarilla con el logo del consistorio barcelonés. De los siete que tendrá ERC, cuatro serán mujeres. Una de ellas, seguro, será Laura Vilagrà en Presidència. Suenan también Ester Capella —hasta ahora en Justícia—, la diputada Jenn Díaz —que podría dar el paso a Igualdad y Feminismos si finalmente Alba Vergès salta del Gobierno—, y la actual titular de Agricultura Teresa Jordà —que podría mantenerse en el timón de esta conselleria, ahora ampliada con Acción Climática.
En el lado masculino, se da por hecho que Roger Torrent tiene lugar reservado, tanto así que se lo ha ubicado en múltiples carteras posibles, desde Interior a Cultura, aunque podría encajar también en Educació, teniendo en cuenta que lo más probable es que Josep Bargalló no siga. ERC integrará también a independientes, como es el caso de Joan Ignasi Elena, abogado que ejerció de portavoz de los presos de ERC y que en su día era el coordinador del Pacto Nacional por el Referéndum.
En la imagen principal, Aragonès en el Parlament. / S. Alcàzar