Estar en funciones es como gobernar con una mano atada a la espalda, con el piloto automático. En estos términos se expresan desde el entorno de Pere Aragonès para ilustrar la situación en que se encuentra el candidato a la investidura y redoblar la presión a Junts para cerrar, sin más dilaciones, un pacto para repetir la coalición. Si después del segundo intento fallido fuentes de los dos partidos admitían que veían viable que el acuerdo llegara antes de Sant Jordi, el paso de tortuga con que sigue avanzando la negociación vuelve a estirar el calendario. Ahora, el expectativa de ERC pasa por no dilatar el acuerdo más allá del final del estado de alarma, previsto para el 9 de mayo. Aragonès entró en escena el sábado para urgir a Junts.
Los republicanos prefieren no verbalizar ninguna fecha para no generar frustración, pero mantienen que ya no hay motivos para demorar más la negociación. Hay una que es inamovible, la del 26 de mayo, donde está fijado el precipicio que llevaría Catalunya a nuevas elecciones. Ninguno de los dos implicados quiere empujar a la repetición electoral, sobre todo ante el riesgo de perder el 52% de votos independentistas del 14-F. Las elecciones madrileñas del 4 de mayo se han erigido como un nuevo límite en el calendario. ERC confía en que Junts se avenga a pactar antes del estruendo en la capital. Que los junteros hayan movido su congreso, previsto inicialmente el 24 de abril, al 7 y 8 de mayo es una pista.
El argumento que esgrime ERC tanto en público como en privado es que Catalunya necesita al solidez de un gobioerno fuerte y renovado que pueda asumir con fuerza y autoridad el tramo final de la pandemia y las crisis social, económica y psicológica que se derivan de ella.
Sumar a Junts sin perder a la CUP
El reto de los republicanos es doble. No sólo tienen que convencer Junts para que pase de la abstención al voto favorable, sino que tienen que encontrar el equilibrio para que la virtual alianza con Junts no les haga perder a la CUP. Los anticapitalistas han reabierto las conversaciones con ERC para ver cómo mejorar el acuerdo alcanzado hace unas semanas.
El plan de rescate prometido por ERC durante la campaña y detallado en parte en el acuerdo cerrado con la CUP no podrá empezar a aplicarse hasta que haya un gobierno en plenas facultades. Ahora mismo, el ejecutivo funciona bajo mínimos, con un vicepresident-con-funciones-de-president que a su vez está en funciones. Aragonès tiene prisa para ser proclamado president y poder gobernar por fin, a un ejecutivo diseñado por él. Su voluntad es mantener su perfil de president in pectore, con una agenda rellena de compromisos institucionales, lo cual no significa, sin embargo, que no esté al corriente de cada paso de la negociación. No sólo lo informan cada día, sino que él mismo se ha mostrado dispuesto a implicarse en primera persona.
Las negociaciones han entrado en la fase decisiva. Después de más de una veintena de encuentros, ERC y Junts ha puesto ya toda la carne en la parrilla, pero no hay ninguna pieza que haya llegado al punto de cocción óptimo. Desde la reanudación de la semana pasada, en la cual se discutió una propuesta de programa de gobierno sugerida por los republicanos y que venía a ser la síntesis del programa electoral de los dos partidos, los contactos han seguido, a través de intercambios de documentos y contrapropuestas. Más allá de este apartado, y según fuentes conocedoras de la interlocución, se ha abordado de manera incipiente cuál tendría que ser la arquitectura del nuevo gobierno. Además, siguen las aristas sobre la alternativa a la mesa de diálogo si esta fracasa y la estrategia compartida de los diputados independentistas en el Congreso.
Tres nuevas conselleries
El planteamiento de los de Junqueras prevé cambios en las conselleries. Aragonès quiere crear tres nuevos, la de Acción Climática, la de Igualdad y Feminismos y la de Universidades. Ello provocaría una reestructuración de otros departamentos, como el de Territori, que podría quedar absorbido, y desde ERC se da por hecho que desaparecerá la de Políticas Digitales, que fue una apuesta de Junts per Catalunya. Al mismo tiempo, los republicanos aspiran a incorporar al ejecutivo un Comisionado Next Generation, que se encargue de gestionar los fondos europeos de recuperación post Covid y que dependa directamente del presidente Aragonès. Este es uno de los puntos que chirría en Junts, que se ocupará de Vicepresidencia y Economía y pretende quedarse con el paquete de las inversiones europeas.
La vuelta de Semana Santa no dio el empuje esperado a las negociaciones. La nueva semana que ahora arranca será determinante para comprobar si la cosa coge ritmo. El miércoles hará dos meses de las elecciones. Mientras tanto, el partido que las ganó, al PSC, sigue reclamando la presidencia. Hoy, con una oferta en ERC para hacer un nuevo tripartito.
En la imagen principal, Aragonès rompió su silencio el sábado. / EFE