Hace demasiado tiempo que la relación entre el Govern de la Generalitat y el Estado va saltando de fotografía en fotografía, sin profundizar en la negociación necesaria para encauzar la salida del conflicto político enquistado desde hace más de una década. Este martes, Pere Aragonès ha viajado hasta la Moncloa con la intención de superar esta etapa y rascar más allá del decorado. La reunión con Pedro Sánchez, la primera entre los presidentes catalán y español desde hace un año y medio, ha durado más dos horas y media, y ha sido el primer peldaño hacia la recuperación de la mesa de diálogo, después de que la semana pasada, el líder del PSOE desbrozara el camino con los indultos. Aragonès ha insistido en pedir una solución para los exiliados y que se encuentre el marco legal para celebrar un referéndum de autodeterminación. Consciente de que la apuesta para explorar la negociación con el Estado genera dudas de puertas adentro, líder de ERC ha querido dejar claro que "el Govern de Catalunya no renuncia a la independencia".

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Aragonès durante la rueda de prensa posterior a la reunión con Sánchez. / Europa Press

Del encuentro, precedido por la decisión del Tribunal de Cuentas que Aragonès ha calificado "de ensañamiento" y "aberración", han salido dos concreciones en forma de fecha, no se esperaban más. La resurrección de la mesa de diálogo entre Catalunya y el Estado tendrá lugar la tercera semana de septiembre, pasadas las vacaciones. Era la voluntad de la Moncloa, pero a Aragonès le sirve para prepararla con garantías de ir con la unidad interna suficiente. Los equipos de los gobiernos catalán y español trabajarán en las próximas semanas en la metodología y el orden del día. Durante una rueda de prensa posterior a la delegación del Gobierno en Madrid ha justificado que no la convocatoria no sea inmediata, sino que se espere a después de vacaciones, porque no van "a buscar sólo una imagen". "Si la quisiéramos la tendríamos esta semana". Preguntado sobre posibles renuncias, la jefe del ejecutivo catalán ha razonado que el referéndum ya es un camino intermedio, porque da la opción a los del no, que la posición de máximos sería pedir que se impusiera la independencia mañana mismo.

Si bien no ha confirmado quien integrará la parte catalana, ni si estará Oriol Junqueras, Aragonès ha recordado que cuando se constituyó se acordó que fuera una delegación con rango institucional. Al mismo tiempo ha apuntado que el independentismo irá auditando los resultados de la negociación con el Estado, teniendo presente que la CUP y Junts dan dos años de margen en la vía del diálogo.

Una propuesta de Estado

"No será fácil, porque no renunciaremos, a que nadie se equivoque, iremos con toda la ambición", ha avanzado el president catalán, que ha reclamado al gobierno Sánchez "una propuesta de Estado para Catalunya". Aragonès ha recordado que el pacto que ERC firmó con el PSOE para investir a Pedro Sánchez preveía que el acuerdo al cual llegara la mesa de diálogo sería validado por los catalanes en una votación. "No hemos hecho todo este camino para volver en el 2010", ha puntualizado.

 

En paralelo, a lo largo de este mes de julio se convocará la comisión bilateral entre el Estado y la Generalitat, que está donde se abordan las cuestiones de gestión del día a día, como son los incumplimientos de inversión pendientes, los fondos europeos o los traspasos de competencias. Tal como ha adelantado ElNacional.cat, Aragonès ha pedido a Sánchez que quede claro que tiene que haber dos espacios separados, que hay que separar la negociación para la resolución del conflicto político de fondo y los temas de la agenda autonómica, que pueden afectar a cualquier otra comunidad.

La negociación más difícil en toda la historia contemporánea

En esencia, la cita ha servido para que el jefe del ejecutivo catalán expusiera formalmente a Sánchez que los dos puntos irrenunciables de la parte catalana son y serán la autodeterminación y la amnistía, así como "el fin inmediato de la represión". Si bien sobre este último punto puede haber más margen de actuación, con respecto a las dos principales demandas, el Gobierno no está dispuesto a ceder. Por lo tanto, de salida, las posiciones de una y otra lado siguen a las antípodas. El propio Aragonès ha apuntado que "las diferencias son evidentes" y que ha constatado que "las posiciones están alejadas". Ahora bien, hay un cambio de actitud y el compromiso de trabajar proactivamente para buscar una solución que pueda satisfacerlos a todos. "Será la negociación más difícil en toda la historia contemporánea", admite el president.

"Hay que dar una oportunidad al diálogo, la negociación y la política", ha subrayado Aragonès, que ha situado el informe del Consejo de Europa -que exige la liberación de los presos, la retirada de las euroórdenes y el fin de la persecución de líderes políticos- como aval para sus reivindicaciones. "El Consejo de Europa marca el camino", ha remarcado.

Anticipar fisuras internas

Aragonès tiene muy claro que es imprescindible trabajarse bien las alianzas en Catalunya antes de ir a la mesa de diálogo con el Estado. Es decir, que no puede repetirse la polifonía vivida en la anterior etapa, cuando Junts per Catalunya, que entonces ostentaba la presidencia, recelaba públicamente de este espacio. Los junteros, como la CUP, se han comprometido a respetar la apuesta por la vía dialogada de ERC, en tanto que los republicanos quedaron por delante a las elecciones del 14-F. El margen que dan es de dos años, hasta el 2023, con la condición que este camino "no se alargue innecesariamente".

Los republicanos reconocen que será extremadamente complicado que la negociación fructifique, pero insisten en que es necesario explorar este camino, y hacerlo con convicción, para ganar aliados internacionales, ya que "la unilateralidad no tiene complicidades", sienten desde presidencia.

Así pues, antes de reunir la mesa de diálogo en septiembre, Aragonès citará el soberanismo a una cumbre para trazar una estrategia conjunta.

En la imagen principal, Aragonès y Sánchez reunidos en Moncloa. / EFE