La llegada de Donald Trump en la Casa Blanca podría haberse convertido en un empuje para la extrema derecha española, pero ha acabado convirtiéndose en un dolor de cabeza para Vox. Se han producido divisiones dentro del partido desde el retorno del magnate norteamericano a la Casa Blanca. Y el último episodio, el de los aranceles, lo ha complicado todo todavía más y ha sumergido a Santiago Abascal en un mar de contradicciones: tiene que hacer malabarismos para defender al presidente de los Estados Unidos y al mismo tiempo admitir que estas tarifas son negativas para la economía española. Este posicionamiento comporta riesgos, y es que ya se han producido algunas fugas en este discurso por parte de personalidades de Vox que sí que han defendido las medidas impulsadas por Trump. Las contradicciones son tan grandes que la formación se ha visto obligada a difundir entre sus filas un 'manual' de argumentos sobre cómo posicionarse en este asunto.

La noticia de la semana llegaba la noche de este miércoles cuando Donald Trump declaraba desde Washington la guerra comercial al mundo y aplicaba aranceles "recíprocos" del 20% a la Unión Europea y del 34% a China. Las consecuencias han sido, de momento, desastrosas: porrazos generalizados en las bolsas; tanto en Wall Street como en Asia y en Europa. El viernes el Ibex-35 cerró con una caída próxima al 6%, la peor desde la pandemia del coronavirus. En el estado español las miradas se focalizaban en el Gobierno, a quien se le exigen soluciones, y a Vox, a quien se le exigen explicaciones como familia política de Trump.

El sindicato de Vox aplaude a Trump y después corrige

El primer resbalón por parte de la formación de extrema derecha llegó el jueves, cuando hacía escasas horas que Trump había declarado la guerra arancelaria. El líder del sindicato de Vox 'Solidaridad', Jordi de la Fuente, aplaudió al magnate norteamericano por haber hecho el anuncio con una "escenografía brutal", rodeado de trabajadores. En un desayuno informativo cubierto por la agencia Europa Press, aseguró que el presidente de los Estados Unidos "defiende a la clase obrera" con esta medida proteccionista y abogó por cerrar filas con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, a quien tachó de "punki adorable". En su discurso aseguró que su sindicato defiende medidas proteccionistas del mismo tipo.

Horas más tarde, al ver que el posicionamiento del partido es estar en contra de estos aranceles, el sindicato ultra se veía obligado a corregir. A través de Twitter (X), hacía el siguiente contorsionismo discursivo: "Estamos a favor de que en Europa y en España se apliquen medidas como las que ha aplicado Trump; nos oponemos al hecho de que aplique aranceles en España porque defendemos nuestra industria y nuestros trabajadores".

Abascal, a favor de Trump pero en contra de los aranceles

En los últimos días, Santiago Abascal ha tenido que hacer algunos malabarismos. El miércoles, antes de que Donald Trump decretara su guerra arancelaria, aseguró que "respeta y entiende" que el presidente norteamericano impulse estas medidas porque "defiende sus intereses". Al día siguiente, a través de uno de sus hombres fuertes en el Congreso de los Diputados, José María Figaredo, reconocía que las tarifas eran "políticas perjudiciales para los españoles y positivas para los americanos". Este parlamentario insistía en que la culpa no es del magnate americano, sino de los máximos responsables de Exteriores del estado español y de la Comisión Europea por "no estar negociando con los Estados Unidos".

"Ni Sánchez, ni Feijóo ni Von der Leyen han defendido los intereses de los españoles; nos arrastran a una guerra comercial suicida", dejaba por escrito aquel mismo día Abascal en su cuenta de Twitter (X). El líder del PP ya le ha contestado, acusándolo de "silencio connivente" y de no ser un verdadero "patriota". Al líder de Vox, además, se le suma un problema. Y es que ya hace casi un año que tiene un nuevo competidor en el carril de la extrema derecha. Esta semana el líder de 'Se Acabó La Fiesta', Alvise Pérez, lo acusaba de "besarle los pies" al magnate norteamericano. "Abascal calla sometido a Trump", decía al joven ultra.

Abascal se traga sus propias palabras

El líder de Vox tendrá que asumir que en los próximos años tendrá que hacer volteretas discursivas complicadas de realizar, o incluso tener que tragarse sus propias palabras. Por ejemplo, a mediados de marzo aseguró que Italia no sería víctima de los aranceles americanos porque la ultra Giorgia Meloni, a diferencia de Pedro Sánchez "cae bien a Donald Trump". Bien, pues resulta que este país también es víctima de estas tarifas del 20%. El gobierno italiano apela desde el jueves a una negociación con los Estados Unidos para revertir la situación.

 

Ante tantas contradicciones, el diario El País avanzaba este jueves que Vox difundió un documento interno para que los miembros del partido tuvieran claro cuál es su argumentario si se les pregunta por la cuestión. El 'manual' apunta que el partido está en contra de estos aranceles porque son nocivos para la economía española. La formación, que tiene como fuente de votos los sectores más castigados por esta guerra comercial, culpa de la situación "a los burócratas de Bruselas", que son los autores del Pacto Verde Europeo y la Agenda 2030; estrategias contrarias, según Vox, a los intereses de los ganaderos, agricultores y el tejido productivo del mundo rural.

Tregua entre PSOE y PP ante los aranceles de Trump

Aunque parezca sorprendente, PSOE y PP se han hecho caricias esta semana ante la guerra arancelaria declarada por Donald Trump. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, se reunió el viernes con los diferentes grupos parlamentarios para abordar esta cuestión, y los populares salieron satisfechos, sin ánimos de hacer sangre y con plena voluntad colaborativa y de llegar a acuerdos entre las dos grandes fuerzas políticas de España.

La única vía de desgaste a Sánchez que ha abierto Feijóo es la de registrar en el Congreso de los Diputados una ley para alargar la vida útil de las centrales nucleares en el Estado, ahora que la nueva guerra comercial acentuará el proteccionismo y la dependencia de los recursos propios. El PP tiene el convencimiento de que pueda sumar los votos de Vox y también de Junts per Catalunya y Esquerra Republicana a su iniciativa; y aprobar así una norma contraria a la estrategia impulsada por el Gobierno en materia de transición energética.