En Euskadi la bautizaron como la suma que resta. Después de mucho de insistir, Inés Arrimadas supo convencer a Pablo Casado para cocurrir juntos en las elecciones vascas de julio pasado. Y el experimento resultó más que fallido. El pinchazo fue histórico. Tanto, que finalmente ha tenido que rendirse en su intento de replicar la operación en Catalunya. "Concurriremos solos a las elecciones", ha anunciado desde Madrid Inés Arrimadas.
La líder de Ciudadanos ha lamentado que ni PP ni PSC "quieren sumar esfuerzos". La formación naranja había ofrecido a los dos partidos una alianza imposible, unir socialistas y populares en una misma candidatura. Iceta se borró ya de entrada. Ninguna sorpresa. Pero el Partido Popular se había estado dejando querer hasta ahora.
Ciutadans ganó las últimas elecciones catalanas, con 36 escaños y un mensaje unívoco: combatir el independentismo. En sólo tres años, el partido ha dilapidado todos aquellos apoyos. Por el camino, una etapa convulsa durante la cual Albert Rivera se ha retirado de la vida política y Inés Arrimadas ha abandonado el Parlament para asumir el liderazgo naranja. Su sustituta en Catalunya, Lorena Roldán, se ha acabado quemando y aunque tenía que ser la candidata el 14-F, finalmente la dirección ha impuesto a un viejo conocido, Carlos Carrizosa.
El desastroso experimento vasco
A diferencia de Catalunya, el País Vasco ha cerrado la entrada de Ciudadanos prácticamente en todas sus instituciones. El año que Albert Rivera probó suerte a las elecciones autonómicas vascas, en 2016, sólo obtuvo 21.477 votos, quince menos que los que tuvo UPyD cuatro años antes.
Para revertir la tendencia, Arrimadas se arrambó en un PP también en horas bajas en Euskadi. El resultado: 6 escaños. Para Cs, el experimento les sirvió para colocar a dos diputados en el Parlamento vasco, un hito histórico para los naranjas. En cambio, para los populares fue un auténtico fracaso. Pasaron de 9 diputados el año 2016 a sólo 4.