La salida de Junts del Govern después de que sus militantes decidieran abandonarlo en una consulta ha abierto el debate sobre si este hecho, la ruptura de un gobierno formado por partidos independentistas, puede suponer el final del procés. Esta tesis tiene defensores y también detractores, que creen que este está más vivo que nunca y que los últimos acontecimientos pueden hacer reavivar la fuerza del movimiento. Artur Mas se sitúa en medio de estos dos pensamientos, ya que si bien considera que el procés no está muerto, "porqué todavía hay mucha gente que considera que este tendría que ser el camino hacia la independencia, también cree que no está pasando por su mejor momento. "El procés está hibernando, está en el congelador", ha resumido, recordando que cuando una cosa se descongela, ya no se puede volver a poner al congelador, en referencia al hecho de que si se vuelve a intentar, tendría que ser por última vez. Con todo, ha lamentado, que la gran crisis de Govern que ha acabado con un Ejecutivo en minoría de ERC con nuevos miembros de otras sensibilidades y solo 33 diputados en el Parlamento, demuestra que no se puede decir ahora mismo que el procés tiene la credibilidad que tenía en otros momentos.
Estar dispuestos a renunciar
Mas ha hecho estas declaraciones en un debate en RAC1 con David Fernández, líder de la CUP durante la consulta del 9-N y con quien, a pesar de las grandes diferencias ideológicas entre los dos, se llegaron a poner de acuerdo para el país, tal como han destacado, y protagonizaron uno de los momentos más emblemáticos del procés cuando se abrazaron después del éxito de la consulta. En ella, también ha lamentado el desacuerdo de los partidos independentistas, que han llevado a la ruptura del Govern y ha advertido que no se puede pretender pactar con alguien desde posiciones muy diferentes si no estás dispuesto a renunciar en parte a tu posición: "Si no estás dispuesto a moverte nada, entonces no hay posibilidad de pactos. Es lógico que haya tensiones, pero el secreto es saber cómo haces frente a las tensiones y las diferencias", ha reflexionado. Mas no es militante de Junts, pero se había mostrado a favor de permanecer al Govern, a pesar de los incumplimientos del president Pere Aragonès.
Estos pactos, que ha defendido que tenían lugar durante la época en que fue presidente de la Generalitat y también durante la época del presidente Puigdemont, se han perdido y esto provoca situaciones "esperpénticas", como ahora una mesa de diálogo sin todas las sensibilidades que integran el Govern: "Eso es una gran debilidad que mostramos ante el estado español. Constata la posición de debilidad de nuestra parte negociadora", se ha quejado Mas. Tanto él como David Fernández han coincidido en lamentar que en el momento con más represión también sea cuando más división hay el independentismo: "Cuando alguien desde fuera te aprieta mucho y te aplica condiciones durísimas, la reacción normal es la cohesión interna para defenderte ante una agresión, en nuestro caso se ha producido el contrario", algo que considera inconcebible.
Reclama un espacio de dirección estratégica
Mas ha reflexionado también sobre la importancia de recomponer un espacio donde poder dibujar el futuro "en base de lo que piensa uno y el otro", para evitar que los partidos se acomoden en su posición sin moverse: "En aquel momento avanzamos porque encontramos los puntos en común entre mucha gente, pero todos renunciamos a cosa. Aixo se tiene que entender como un paso adelante", ha apuntado al expresidente de la Generalitat, que considera que Junts tiene razón cuando se queja de la ausencia de un espacio de dirección estratégica que hasta el 2017 tenía el independentismo". Por eso, tanto Mas como Fernández han pedido a ERC y Junts que abandonen lo que han tildado de "batalla campal" para sentarse a negociar.