La consulta del 9-N del 2014 fue uno de los momentos clave del procés. Diez años después el independentismo ha perdido la mayoría en el Parlament y el PSC ha conseguido copar el poder político, han desaparecido del panorama formaciones como CDC y Unió, y Junts aparece como el segundo partido del Parlament mientras que ERC vive inmerso en una profunda crisis. Sin embargo, Artur Mas (Barcelona,1956), el president que lideró aquella consulta subraya que, pese a los errores cometidos, en aquellos años "emergió la mejor Catalunya luchando por el objetivo de decidir el futuro del país". A juicio de Mas, la debilidad del PSOE en el Estado proporciona al soberanismo una posición de fuerza para intentar conseguir la financiación singular para Catalunya, que equipara al pacto fiscal que él planteó a Mariano Rajoy el 2012, y que se convirtió en el preludio del 9-N. En una entrevista con ElNacional.cat, Mas analiza la situación del independentismo y de Junts y el papel del president Carles Puigdemont, y hace balance de estos diez años de reivindicación independentista. Mas subraya que ese proceso empezó en la calle, desde las entidades soberanistas, y "que lo que se hizo desde las instituciones fue intentar canalizarlo".

El 9-N es el primer paso claro para ejercer el derecho a decidir, la primera cima. Después vino una segunda cima, que fue el 1-O. Ahora hemos quedado por debajo del campo base

¿Cuál era el objetivo del 9-N?
Es el primer paso decidido para ejercer el derecho a decidir. La primera cima que coronamos como proyecto soberanista. Después vino una segunda cima, que fue en octubre del 2017, y a partir de allí, en lugar de mantener el sentido ascendente, tras unas semanas, empezamos a bajar. Y hasta ahora, que hemos llegado ya no al campo base, sino por debajo del campo base, porque resulta que en el Parlament incluso se ha perdido la mayoría estrictamente catalanista, si por catalanista entendemos aquellos partidos que no tienen ninguna dependencia con partidos de ámbito español.

Pero la consulta del 9-N se hizo. ¿El Gobierno la permitió? ¿La menospreció? Decían que era una butifarrada...
No la permitió. La combatió, con la única diferencia respecto del 1-O, que no enviaron a la policía ni dieron golpes. Ahora bien, el Tribunal Constitucional lo suspendió todo, nos tuvimos que buscar la vida como pudimos, tuvimos que hacer un llamamiento a voluntarios; y pocos días después, la Fiscalía ya presentó una primera querella por la vía penal. Después, empezó el Tribunal de Cuentas. El Estado no se quedó inerme. Sin embargo, quedaron desconcertados. Habían pensado que todo aquello tendría un impacto menor, y se encontraron con más de dos millones de personas que fueron a votar, ordenadamente. Se votaba por primera vez en este país, después de siglos, el concepto de la independencia. Todo salió redondo, y aquella gente quedaron absolutamente desconcertados y humillados. Dolidos en su orgullo, que es lo peor que los puede pasar a la Meseta. Y yo creo que allí se conjuraron los poderes del Estado, que nunca más les volvería a pasar una cosa como aquella.

Los poderes del Estado quedaron absolutamente desconcertados, dolidos y humillados y se conjuraron que nunca más les volvería a pasar

Pero tres años más tarde hubo el 1-O.
Y aquella gente que se habían conjurado diciendo no pasará nunca más, enloquecieron y fue cuando enviaron a los piolines, la policía y la Guardia Civil; y empezaron a repartir golpes por todas partes, y lo que consiguieron es que aquella segunda votación, la segunda cima, diera la vuelta al mundo y que todo el mundo quedara horrorizado de hasta qué punto el Estado español era capaz de utilizar la violencia institucional para reprimir a una buena gente que simplemente estaban ejerciendo su derecho al voto y el derecho natural de cualquier nación a decidir libremente su futuro político.

Usted mantuvo muchas conversaciones con Mariano Rajoy en aquellos años...
Sí, sí, hablamos mucho. Mariano Rajoy llegó a la presidencia a finales del 2011, en plena crisis económica, un panorama espantoso. En aquella época, le planteé una cosa que también está muy de actualidad, que llamábamos el pacto fiscal en la línea del concierto económico. Ahora, le llaman financiación singular. Más o menos es lo mismo, y han pasado 12 años. Le intentaba hacer entender que después de que Catalunya se quedara sin el Estatut votado por los catalanes, porque estaba decapitado por el Constitucional, había que encontrar una salida y que empezaba a tener movimiento en la calle importante. Le dije que la única salida que veía era el pacto fiscal, que tenía un acuerdo transversal muy amplio en el Parlament. Y aquel hombre, no entendió nada. En septiembre del 2012, tras una reunión decisiva en la Moncloa salí con la idea clarísima de que el pacto fiscal no lo sacaría adelante. Anuncié que disolvíamos el Parlament para convocar elecciones. Solo llevaba dos años gobernando.

Entrevista Artur Mas, expresident de la Generalitat / Foto: Carlos Baglietto
Entrevista Artur Mas, expresident de la Generalitat / Foto: Carlos Baglietto

En esas elecciones perdió 12 diputados.
Puede haber gente que diga que nos equivocamos. Pero si tú eres un demócrata y te has presentado a unas elecciones con un programa con el pacto fiscal en la línea del concierto económico, no podía pasar del pacto fiscal a la consulta sobre la independencia. Eso se tenía que avalar en las urnas. Por eso se adelantaron aquellas elecciones. Y también, porque pensamos que podíamos mejorar nuestra posición negociadora en Madrid. Esto falló, ciertamente, porque en lugar de mejorar, perdimos diputados, y nos dejó más en manos de otros partidos.

Y en aquellos comicios irrumpió la Operación Catalunya...
Efectivamente, en plena campaña electoral del año 2012, nos encontramos con unas acusaciones completamente falsas y publicado con grandes titulares. Allí empezó la Operación Catalunya, que después siguió con Xavier Trias, con la familia Pujol, con otra gente, y efectivamente detectamos la magnitud con el paso del tiempo de una operación diseñada desde el corazón del Estado de manera ilegal. Se trataba de destruir a un adversario político que actuaba pacífica y democráticamente, destruir a las personas, el proyecto y los instrumentos, porque simplemente no podían ganar en las urnas. Es muy bestia, pero fue exactamente así.

Diez años después de todo este procés, ERC negocia con el PSC, a cambio de investir a Salvador Illa, una financiación singular.
Sí.

Se ha perdido no la mayoría independentista, la mayoría de estricta obediencia catalana en el Parlament, y eso es decisión de los catalanes no es una imposición de fuera

Es decir, que hemos llegado al mismo lugar donde estábamos hace diez años. ¿Y ahora qué?
Volvemos a aquel punto cero. Algunos defienden que tendríamos que volver a otro punto cero, que es volver a rehacer el Estatut. No lo sé. Puedes tener la sensación de haber perdido el tiempo y las energías, cuando resulta que el contador devuelve al punto cero. Pero cada momento da para lo que da. Y ahora, hablando claro, es evidente que el tema de la independencia no está como el 2014. No tiene nada que ver. Yo digo de eso, el cuadrado de oro: las movilizaciones intensas, brutales, un millón y medio de personas en la calle, ahora no están; segundo vértice, un camino común trazado, la hoja de ruta convenida entre todo el mundo, solo faltaba la CUP, como casi siempre; tercer vértice, objetivo definido, ejercer el derecho a decidir del pueblo catalán; y cuarto, liderazgos de conjunto, Junts pel Sí, no de parte, no un liderazgo de un partido u otro. De un conjunto de cuatro vértice, fuimos a parar el triángulo de las Bermudas. Se ha perdido no la mayoría independentista, la mayoría de estricta obediencia catalana en el Parlament, y esto es la decisión que han tomado los catalanes que han ido a votar, esto no es una imposición de fuera, esto es la voluntad del pueblo de Catalunya diez años después del 9-N, y siete años después del 1-O.

Si ahora se puede presionar en Madrid para intentar salir del saco común de la financiación autonómica, que se haga. La aritmética nos es favorable. Saquémosle el provecho posible

¿Y cuál tiene que ser la respuesta?
Lo que se tiene que hacer es poner mucha carga de humildad, aprender de todos los errores, de los éxitos, y a partir de aquí, aprovechar el momento con lo que se pueda. Y si ahora lo que se puede es hacer presión en Madrid para intentar salir del saco común de la financiación autonómica y tener una financiación bilateral entre Catalunya y el Estado, salir del café para todos, pues, que se haga. Porque es mejor tener una autonomía fuerte que una autonomía débil. Y desde nuestro punto de vista, es mejor tener una soberanía compartida que una autonomía fuerte. Es mejor tener un autogobierno fuerte, dominando la financiación, dominando los ingresos, que una autonomía débil y controlada.

¿Usted ve, por lo tanto, posibilidades a esta negociación?
Alguna posibilidad tenemos. Alguna. Menos de lo que dicen algunos pactos. Desconfío bastante de que todo eso pueda acabar como dicen. ¿Será un concierto económico? Pues ojalá salgamos del régimen común. Yo lo deseo firmemente. De hecho, lo intentamos en aquel momento y no pudo ser. Ahora las condiciones son mucho mejores porque el Gobierno depende cada día a todas horas del apoyo de los independentistas catalanes. Si en algún momento puede salir bien es ahora. Porque la aritmética nos es, después de muchos años, claramente favorable. Pues saquémosle todo el provecho posible.

Sin embargo, también el independentismo está en una situación complicada. ¿Se esperaba que ERC pudiera llegar a esta situación, los ataques de falsa bandera o la intensidad de la batalla interna que se está librando?
Yo no me lo esperaba y no me satisface nada. Si aspiramos a una mayoría en el Parlament de las fuerzas de estricta obediencia catalana, sin dependencias de nadie de fuera de Catalunya, y si aspiramos al ejercicio del derecho a la autodeterminación otra vez, y probablemente a la soberanía compartida en el marco europeo, al final el acuerdo con la gente de ERC será fundamental; porque pueden representar menos de lo que representaban, que es el caso actual, pero poco o mucho estarán siempre. En este sentido, me duele mucho esto que está pasando. Me lleva a pensar que aquella gente que a veces presume demasiado de determinadas cosas, después se le giran en contra. Yo recuerdo toda aquella historia de que ERC es el partido de las manos limpias, el partido de la integridad, que en 80 años no ha tenido ningún escándalo... pues no, presumes mucho de eso, pero después la realidad es la que es, y la realidad es que han sido capaces de jugar con una de las peores enfermedades que afecta muchas familias, por un puro beneficio electoral, y eso no es ni ético ni íntegro.

Desde el 2014 también CDC ha desaparecido. ¿Visto en perspectiva, fue un error su disolución?
Depende de cómo se mire. Juzgado con el prisma de hoy, conociendo lo que conocemos, es posible llegar a la conclusión que fue un error. Visto desde la óptica de aquel momento, el año 2015, poco después de la confesión del president Pujol, las cosas eran muy diferentes. Mucha gente de CDC consideró que aquello era una golpe tan duro, en la base, en el alma de lo que representaba el proyecto convergente, que había que hacer alguna cosa, y la conclusión fue que es más importante el proyecto que el instrumento, que para salvar el proyecto, quizás teníamos que cambiar la herramienta. Diez años después, hemos conocido que todo aquello en gran parte venía de aquella Operación Catalunya del Estado, que lo quería destruir todo. En aquel momento, intentamos salvar el proyecto. Y yo creo que eso, a medida que va pasando el tiempo, se está viendo que es salvable.

Muchos intentan apropiarse del proyecto de CiU. ERC lo ha intentado. Ahora, el PSC. 

¿Qué quiere decir?
En estos últimos años, hay muchos que están intentando apropiarse del proyecto convergente. Esquerra lo ha intentado pero no lo ha hecho bien. Ahora lo intenta en parte el president Illa y el PSC. Ya veremos si les saldrá o no. Pero cada vez más, dentro de Junts, no es tanto que se tenga que restituir Convergència, no estoy hablando de eso, pero oigo discursos y posicionamientos políticos y veo que se toman decisiones que cada vez van más en la línea de aquel proyecto, que no tiene por qué ser aquel miméticamente porque han pasado años y ahora lo tenemos que poner al día. Pero aquellos que han dado por muerto esto de Convergència que vigilen porque yo veo que todo el mundo intenta apropiarse de alguna manera y donde genuinamente mejor está representada Convergència claramente es en Junts. Porque es donde está la mayoría de la gente que vendían de aquella tradición. No diré que están todos, hay gente que ha quedado por el camino es verdad, hay gente que hay que recuperarla.

¿Por lo tanto, estos votantes que se sintieron huérfanos de aquella CiU, que votaban a Jordi Pujol o Artur Mas, cree que volverán?
Es uno de los grandes retos que tiene Junts. Sin embargo, yo no hablo tan miméticamente del votante, sino de lo que es un proyecto central, integrador y con masa crítica. Eso era CiU. Central, porque recogía votos de todas partes, de muchas sensibilidades diferentes, y además con masa crítica porque lo votaba mucha gente. Entre el president Pujol y yo fueron 11 legislaturas seguidas, entre el año 80 y el año 2015, 35 años, ganamos cada vez las elecciones al Parlament. No es fácil de encontrar, ni en el contexto europeo. Eso quiere decir que había masa crítica, un montón de gente diferente que veían en aquella formación política un espacio que les representaba. Junts ahora es indiscutiblemente el segundo partido en el Parlament. El PSC ganó, es verdad, pero Junts quedó segundo clarísimamente, por lo tanto es la alternativa.

Artur Mas se hará militante de Junts o no. ¿Dónde está el problema?
No hay problema. Cada vez que Junts me ha pedido ayuda, yo lo he hecho, porque yo me identifico más con ellos que con ninguna otra formación política. Y además, la gente que me ha acompañado toda mi vida política, la mayoría están en Junts, y otros están fuera de la política. Cuando hubo toda la escisión dentro de este mundo, yo decidí apartarme un poco de la vida ordinaria de los partidos y subrayar más la figura institucional, de expresidente. Yo me siento más cómodo y creo que puedo contribuir más en esta posición. Y, además, me siento con más libertad para explicar las cosas. En caso de que yo me acabara haciendo de Junts, que probablemente lo acabaré haciendo, no quiero ser más que un puro militante de base. Prefiero tener esta libertad.

Hay que visibilizar caras nuevas potentes y liderazgos en Junts y quien mejor lo puede hacer es Puigdemont y estoy convencido de que lo hará

Carles Puigdemont ha asumido la presidencia de Junts, en un momento en qué se habla de que hay que renovar los partidos. Usted cómo valora que haya vuelto a asumir la presidencia?
En caso de que se tengan que visibilizar nuevas caras dentro de Junts, que yo creo que sí que hace falta, quien mejor lo puede hacer es el president Puigdemont. Las operaciones, no digo de relevo, las operaciones de visibilizar liderazgos, el que lo tiene que promover es el que lidera. Cuando el president Pujol impulsó su relevo, aparezco yo. Y lo soy cinco elecciones seguidas, desde el 2003 hasta el 2015. Cuando yo decido dar el paso al lado como consecuencia de lo que pasa con la CUP y para dar una oportunidad al proyecto soberanista, yo también hago un relevo, en aquel caso con el president Puigdemont. No estamos en este punto, porque ahora no se trata de hacer un relevo. El president Puigdemont dice, yo ahora doy un paso adelante y vuelvo a presidir el partido. Muy bien, nada que decir. Sin embargo, aunque ahora no estemos en el punto de este relevo, sí que estamos en el punto de visibilizar caras potentes dentro de Junts y que sean caras que tengan proyección para los próximos años en las múltiples funciones en que un partido tiene que poder ejercer, en los diferentes frentes, en el ámbito municipal, en el ámbito parlamentario catalán, español y europeo... Estoy convencido de que el president Puigdemont eso lo hará.

¿Podrá volver a Catalunya, Puigdemont?
Yo creo que podrá volver. Ahora bien, está siendo mucho más duro de lo que se preveía a partir de la aprobación de la ley de la amnistía. No solo para él, para mucha otra gente. En mi caso, yo todavía estoy peor que antes de aprobarse la ley de la amnistía, porque sigo teniendo abiertas las mismas causas que tenía, a las cuales no se ha aplicado la amnistía, pero me han abierto nuevas.

Es Puigdemont quien tiene que calibrar hasta qué punto es lo mejor para el proyecto el hecho de que mantenga el liderazgo electoral

¿Y cuando devuelva Puigdemont a Catalunya, cree que tiene que mantener el liderazgo electoral que ha tenido hasta ahora?
Es un tema en que no puedo opinar. Es muy personal, es él quien tiene que calibrar hasta qué punto eso es o no lo mejor para el proyecto que él lidera, o en qué situación él está anímica, de voluntad, etcétera. Yo me lo aplico a mí mismo, en dos sentidos. Cuando el president Pujol me lo propone, digo que sí y me lanzo a por todas. Pero después, cuando veo que continuar yo quiere decir cargarse Junts pel Sí, poner en riesgo la primera mayoría independentista en el Parlament después de tres siglos, repetir elecciones... apliqué una fórmula que para mí es sagrada, que es: tú cuando tienes que tomar decisiones muy delicadas tienes que pensar qué es bueno para tu país, después qué es bueno para tu proyecto, después tienes que pensar qué es bueno para tu partido, y después lo que es bueno para ti. Y yo decidí actuar de esta manera. Pero cada uno tiene que escoger el momento, las circunstancias en que se encuentra. Puigdemont, cuando vayan pasando las cosas tendrá que escoger su camino ahora ha escogido uno, pues tenemos que ver a partir de aquí cómo evolucionan las cosas y de él dependerá que vaya tomando las decisiones que crea más oportunas. Tome la que tome lo que es fundamental, y en este congreso de Junts se ha empezado, es ir visibilizando caras potentes de gente que se vea que tiene recorrido político y electoral.

Que la situación sea esta es un fracaso de los partidos independentistas

Y ante esta situación de los partidos independentistas aparece el PSC, con más poder que nunca: gobierna Ayuntamiento y Diputación de Barcelona, la Generalitat, en el Estado...
Que la situación sea esta es un fracaso de los partidos independentistas. Ahora le toca, sobre todo a Junts porque es la alternativa, cambiar este tablero de juego. Y eso no se puede hacer de ahora para mañana mismo, porque no hay elecciones a la vista. Por lo tanto, la gran tarea de Junts es prepararse para ser una alternativa creíble y con suficiente fuerza y masa crítica para darle la vuelta a este tablero de concentración de poder total en manos de un solo partido, que es el Partido Socialista.

Todo en un momento de crisis en el Estado. Incluso, se ha visto con la bronca al Rey y al presidente del Gobierno en Paiporta. ¿Qué evolución cree que puede tener eso?
Tenemos que separar lo que puede pasar en Madrid de lo que puede pasar en Catalunya. En Catalunya se da una paradoja y es que el president Salvador Illa y el PSC, que tienen todo el poder institucional, en todas partes tienen mayorías bastante débiles. Jaume Collboni es alcalde de Barcelona, pero perdiendo las elecciones. Pedro Sánchez es presidente del Gobierno, pero perdiendo las elecciones. Salvador Illa es presidente de la Generalitat, ganándolas, pero con 42 diputados de 135. La paradoja es que, teniendo todo el poder, hay muchas cosas que no podrán hacer porque no tienen las mayorías para hacerlas. En Madrid llegará un momento en que se verá muy evidente que no hacen absolutamente nada. Y eso no sé si se lo pueden permitir.

Entrevista Artur Mas, expresident de la Generalitat / Foto: Carlos Baglietto
Foto: Carlos Baglietto

Esto para negociar la financiación de Catalunya también será un problema?
O al revés. Yo parto de la base que si el PSOE se cree que otro tipo de estado es posible y que este estado tiene que responder a esta mayoría de ahora, de un estado de carácter plurinacional, puede articular una política y mantener unas alianzas a bastante largo plazo. Pero se lo tienen que creer. Y eso es lo que yo echo de menos en este momento.

¿Confia que el president Illa tendrá ambición realmente a la hora de negociar la nueva financiación?
El president Illa, lo es porque ERC lo votó. Sin ERC no habría sido president, se habrían repetido las elecciones en Catalunya. ¿Y por qué el voto de ERC? Por una razón confesada y una que no es confesable seguramente. La no confesable es porque no se podían arriesgar a repetir unas elecciones con todo el escándalo de los carteles y de todo y sin candidato claro. Pero la confesable es el pacto que hacen: Illa sabe que es president porque ERC ha pactado con él una financiación singular que nos hará salir del régimen común, del café para todos y tener una financiación en la línea de un concierto económico.

Se tiene que jugar la partida de la nueva financiación

¿Por lo tanto es optimista que pueda dar resultado?
A ver, no optimista con el resultado pero optimista con la posibilidad. La posibilidad existe. Las cosas cuadran de manera tal que se tiene que jugar la partida. ¿Eso quiere decir que la partida saldrá bien seguro? Aquí es donde yo soy bastante escéptico. La gente piensa que eso de la independencia es muy complicado. Yo también lo pienso. Y que un referéndum pactado también es muy complicado. Y es verdad. Pero que Catalunya salga del saco común de la financiación y tenga un tipo de concierto económico, que gestione todos los impuestos, que tenga la Agencia Tributaria, que el Parlament pueda modificar un montón de aspectos de los impuestos, que Catalunya acabe teniendo los poderes y el dinero,... ojalá.

A partir del 9-N se abrió un frente judicial del cual usted todavía está arrastrando muchos temas. Durante años tuvo su casa embargada, hasta que el ICF pudo poner los avales después del decreto que aprobó el Govern para cubrirlos.
Con el conseller Jaume Giró al frente como conseller de Economía...

¿Este tema está pendiente todavía, no?
Sí. Este tema está pendiente. Además, se tiene que entender que un aval no es un subsidio, no es una cobertura al 100%. El aval es mientras no te condenan. Pero si te condenan, el aval deja de existir y espabílate, que en este caso quiere decir con nuestros bienes propios. No solo yo, porque aquí somos un montón de gente afectada, gente de todo tipo, el president Puigdemont, Oriol Junqueras, Quico Homs, Andreu Mas-Colell y un montón de gente que no eran consellers ni presidents, que dirigían organismos de todo tipo.

¿Además, ya se pagó la condena al TSJC por el 9-N, no?
El dinero lo aportó todos la Caixa de Solidaritat y superaron los 6 millones de euros. Porque nos castigaron con todo.

¿Y aquí no hay amnistía?
No, aquí la amnistía no lo toca. Eso ya está pagado y allí se queda. Aunque se haya amnistiado el delito, el mal ya está hecho. Y hay una segunda causa en el Tribunal de Cuentas que es toda la acción exterior de la Generalitat entre el 2011 y el 2017 que son las dos presidencias, la del president Puigdemont y la mía. El 1-O, que está juzgado por el Tribunal Supremo, pero no por el Tribunal de Cuentas. Eso está por juzgar y está pedido a las instituciones en los tribunales europeos que se manifiesten en relación a si la ley de amnistía puede cubrir esto o no.

¿A usted también le han perseguido por el caso Volhov?
También. No estaba y ahora estoy. Estoy en el juzgado de instrucción número 1 de Barcelona, del juez Joaquín Aguirre, que a algunos nos ha metido en esta historia de la trama rusa.

Lo investigaron también en el caso Tsunami.
También por el caso Tsunami, que este ya se cerró.

Ha estado distraído...
Es bastante inverosímil que todo eso pase. Estamos hablando de un conflicto constitucional. El pueblo de Catalunya aprobó un Estatut, el TC se lo cargó, y tenemos un Estatut que no ha sido votado por los catalanes, el único de toda España. Y entonces propusimos un pacto fiscal. Y nos dicen, no, eso tampoco. ¿Y entonces, qué quieren que hagamos? ¿Sin Estatut, sin los recursos, sin los poderes financieros, qué quieren que hagamos? ¿Tiramos la toalla? ¿Bajamos la cabeza? Pues no lo haremos, lucharemos, buscaremos otras vías. De aquí viene todo, de una aspiración de mucha gente de Catalunya de buscar otro camino, una salida, pero siempre con una base democrática y pacífica. Y la respuesta del Estado es golpes, violencia, represión, operaciones ilegales, espionaje. Es verdad que después aquí lo hemos hecho de una manera determinada que hemos despistado, desnortado y fastidiado a mucha gente. Eso también es verdad. Son los errores propios, estos no son imputables a los otros, pero la causa existe, el conflicto existe, y es aquí donde yo creo que ahora hay una oportunidad.

¿Por qué?
Porque si uno de los grandes partidos españoles, en este caso el Partido Socialista, necesita a todos estos aliados cada día para salir adelante y no solo lo ve como una piedra en el zapato, circunstancial, sino que ve la posibilidad de construir otro tipo de estado plurinacional, plurilingüístico, pluricultural, es decir, la España real en definitiva, si ve eso y lo lidera, yo estoy seguro de que estas alianzas pueden ser alianzas mucho más permanentes.

¿Y entonces las personas que fueron a votar el 9-N, que votaron el 1-O, qué perspectiva tienen? ¿Esta alternativa de un estado plurinacional?
A ver, esta es una posibilidad para ir haciendo un camino, porque un camino u otro se tiene que hacer. De todos modos, yo creo que la aproximación honesta a toda esta gente es, primero, reconocer los errores. Segundo, más importante, aprender de los errores. Y tercero, todavía más importante, reconstruir las condiciones y rehacer todos los puentes para que eso sea creíble. Porque el problema que hay en este momento es quién se creerá que el tema de la autodeterminación o de la independencia puede ser un proyecto de futuro si resulta que no se da ninguna de las condiciones que son necesarias para que salga adelante: las movilizaciones no están; el camino común no existe; los objetivos compartidos tampoco están; y además, los liderazgos vuelven a ser de partidos, ya no son de un conjunto de proyecto. Una mirada honesta de futuro, obliga a reconstruir todo eso.

Ha habido errores, pero no olvidemos que en estos años también emergió la mejor Catalunya, luchando por un objetivo común y noble como decidir el futuro del país

Complicado...
Sí, pero de la misma manera que ha habido errores, carencias, puntos débiles..., todo eso es cierto, no olvidemos que en estos años también emergió la mejor Catalunya. Emergió la mejor Catalunya y sobresalió la mejor Catalunya, que era aquella Catalunya que la gente no se preguntaba si eras un partido o de otro y de aquella ideología o de aquella otra, sino que estaban luchando por un objetivo común y un objetivo noble, que es cómo yo decido el futuro de mi país, que quiere decir el futuro de la gente de mi país. Aquellas movilizaciones ejemplares, aquellas mayorías a favor de la soberanía de un país como Catalunya. Eso no se había visto nunca en este país, desde hacía décadas y décadas. Y eso también ha existido. Por lo tanto, aprendamos de los errores. Pero bebamos también de las buenas fuentes de los activos que les hemos sabido construir.

Pero también está la persecución judicial, la Operación Catalunya, las cargas del 1-O...
Ante de todo eso hay una cosa que se tiene que aprender, que es muy clara, en pleno siglo XXI, con un estado miembro de la UE como es España, 45 años después largos de haber muerto el dictador, el Estado actúa de esta manera. Y eso se tiene que aprender, porque quiere decir que cualquier cosa que se visibilice de cara al futuro tiene que tener en cuenta no lo que pasaba en la época de Franco y de la Transición, lo que ha pasado ahora. Igual que tiene que tener en cuenta que en la UE, como es una agrupación de estados las cosas van como van. Todo eso, el año 12, 13 y 14, ciertamente era un terreno desconocido. Ahora tenemos toda la cartografía, los mapas están todos. Sabemos qué ha pasado en todas partes, sabemos qué ha pasado en Madrid, sabemos cómo ha reaccionado el Estado, sabemos cómo han reaccionado los intelectuales liberales españoles. La cartografía la tenemos entera. Ahora, en el corto y en el medio plazo, si una cosa no podemos volver a hacer, es cometer los mismos errores, porque, a diferencia de hace unos años atrás, ahora tenemos las cartas.