Con toda probabilidad, la sentencia del juicio contra el procés independentista producirá un estruendo político y social sea cual sea el sentido de la misma. Por eso mismo, el momento de su publicación es lo bastante importante, ya que dependiendo del momento escogido el efecto puede llegar a ser regulado en función de intereses políticos.

Quién tiene la sartén por el mango, en todo caso, son los redactores de la sentencia, es decir, el Tribunal Supremo y principalmente el presidente de la sala Segunda, Manuel Marchena, que es quien controla los tempos y tiene la capacidad de decidir en qué momento se dará a conocer.

Todo apunta que durante este agosto se está terminando la sentencia y el runrún mediático apunta que la misma será dura, de penas de prisión bastante largas para los procesados y por lo tanto alguien ya se está calentando la cabeza para tratar de hacerlo público en el mejor momento posible, o cuando menos, en el menos peor.

¿A finales de agosto?

Es en este contexto que, según adelanta hoy mismo El Confidencial Digital, no se puede descartar una jugada pilla por parte de Marchena, avanzar al máximo la sentencia y hacerla pública este mismo mes. El medio citado, que menciona fuentes judiciales, apunta que la sentencia está ya mucho más adelantada de lo que se esperaba y que por lo tanto, el Tribunal Supremo puede jugar ahora el comodín de escoger a su interés el momento de la publicación.

De hecho, según indica el mismo medio, la intención de adelantar la publicación no sería otra que "evitar movilizaciones", un extremo que parece indicar que, efectivamente, la sentencia no será nada blanda para los procesados.

Es decir, los mismos que tienen que hacer pública la sentencia juegan ahora con el "factor sorpresa" a su favor y con la intención de coger la ciudadanía catalana desmovilizada y, si puede ser, todavía de vacaciones. Igual que se entiende que dar a conocer el resultado del juicio en vísperas de la Diada Nacional o del aniversario del 1 de octubre sería azuzar la movilización independentista, el as en la manga es procurar coger al máximo de gente en sus lugares de veraneo para minimizar al máximo las reacciones.

El juego del calendario, además, tiene nuevas dificultades, como la fecha del 23 de septiembre, cuando en caso de no haber investidura de un nuevo presidente del Gobierno se convocarían elecciones automáticamente para noviembre.

El Supremo, pues, tiene una carta escondida, y puede estar dispuesto a jugarla.