Los debates ya no deciden mucho cosas, pero sirven para coger el pulso a la campaña electoral. Esta noche se ha celebrado el de Telemadrid, el único debate de las elecciones del 4-M en el que participará la candidata a la reelección Isabel Díaz Ayuso. Y un poco como quería, se ha convertido en el principal centro de atención, protagonizando choques duros con Pablo Iglesias, pero también con el socialista Ángel Gabilondo y con Mónica García, candidata de Más Madrid. Se ha situado por encima y ha anulado tanto a la extrema derecha de Vox como a Ciudadanos, que han estado mucho desaparecidos. Cuando han intervenido Rocío Monasterio y Edmundo Bal en el partido, lo han hecho a menudo en posición de fuera de juego. Eso sí, la presidenta, con su estilo desafiante, altivo y a veces chapucero, ha salido con algún rasguño del bloque progresista, que ha recosido las heridas durante el debate.
Quien más la ha apretado ha sido Pablo Iglesias. El candidato de Unidas Podemos la ha avasallado con una batería de cifras bien documentadas sobre la situación del coronavirus en Madrid o las listas de espera, que en cambio Ayuso no tenía nada preparadas. Frente a esto, la candidata del PP ha optado por las descalificaciones personales. Se han tirado los muertos por la cabeza, con la lideresa madrileña rebatiendo que "los muertos son de todos". Cuando Iglesias le ha preguntado "por qué sonreía" cuando le recordaba las cifras, Ayuso le ha lanzado: "Yo sonrío porque da vergüenza ajena". También le ha dicho que es "lo más mezquino que hay en la política española" y "una pantomima que ha venido a rescatar un proyecto político para ni siquiera recoger su escaño".
También la ha desafiado Ángel Gabilondo, que si bien no es el mejor en los debates, ha encontrado la tecla adecuada, el gran resbalón de la presidenta madrileña en la campaña: decir que los de las "colas del hambre eran mantenidos subvencionados". Isabel Díaz Ayuso ha tenido que apagar el fuego: "Se merecen todo el respeto y atención". Le ha recordado que, antes del adelanto electoral, Gabilondo apuntaba para nuevo Defensor del Pueblo. "Le puedo asegurar que, si de mí depende, jamás lo será", le ha dicho sin venir a cuento. El candidato socialista ha empezado bastante apagado. Tanto que la moderadora María Rey le ha tenido que dar algún empujón para que interviniera en el bloque de sanidad. Ha tenido que recordar que él es el candidato y no Pedro Sánchez: "Yo soy Ángel Gabilondo y me presento yo". Eso sí, Gabilondo ha acabado el debate con un volantazo, después de su estrategia errática de decir que no quería pactar con Pablo Iglesias. Se ha dirigido al líder de Podemos: "Pablo, tenemos doce días para ganar". Ha aclarado después que sólo pide el apoyo.
Mónica García, a pesar de tener que presentarse delante de los telespectadores --soy Mónica García, candidata de Más Madrid--, ha hecho un papel digno. Ha aprovechado su condición de médico para apretar a la presidenta de la Comunidad de Madrid por su gestión del coronavirus. La candidata de Más Madrid se ha mostrado estupefacta para que Ayuso no sea capaz de hacer "una mínima autocrítica" cuando "las cifras son como son, dramáticas." Ayuso no se ha enfrentado tanto como con Iglesias y Gabilondo, pero la ha dejado en fuera de juego cuando le ha pedido las fuentes de sus datos económicos y García no ha sido capaz de dar respuesta.
Los más desaparecidos y desubicados han sido Rocio Monasterio y Edmundo Bal. La candidata de la extrema derecha ha sacado ya desde el minuto 3 el tema de los menores migrantes no acompañados, después de su cartel racista. Y lo ha sacado en casi cada una de sus intervenciones. El candidato de Ciudadanos se ha tenido que enfrentar a las encuestas, que pronostican la desaparición de la Asamblea de Madrid. Los dos se han visto eclipsados por la lideresa madrileña. Eso sí, excepto por los MENA, Ayuso ha evitado el enfrentamiento con Vox, a diferencia de Ciudadanos, con quienes rompió gobierno.
Isabel Díaz Ayuso ha intentado exhibir un tono presidencial y explotar su propio fenómeno personal en el único debate que participará. Ha salido con algún rasguño y con el bloque progresista que se ha unido, a pesar de las diferencias evidenciadas en temas como la fiscalidad. Nada como un enemigo externo para cohesionar las propias filas.