El discurso de José María Aznar apoyando la candidatura de su candidato a Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, este fin de semana, ha servido para constatar que sigue considerándose, él mismo, el mejor presidente de la historia de España. Como ya hizo con Mariano Rajoy anteriormente, ahora aprovechó para cargar contra el actual líder popular, Pablo Casado, en un mensaje cargado de segundas: "Hay muchas personas que se cogen a supuestas soluciones baratas, fáciles, mágicas, a populismos mentirosos y falsos, porque no tienen un referente fuerte con quién confiar. Ser un referente fuerte es fundamental en el mundo de hoy", ha añadido Aznar, que cree que "los sentimientos no pueden eliminar la razón" y que "quien intenta eliminar la razón por los sentimientos, se equivoca". Y concluye: "La política, el proyecto y el liderazgo es idea, razón, sentimiento. Todo eso es lo que hay que mezclar y aquello que hace un gran proyecto conjunto". Y en esta síntesis de ingredientes para triunfar en política ha puesto de ejemplo a otros personajes destacados del PP y, en último término, un Casado a quien prácticamente olvida citarlo: "Hoy, los protagonistas son otros, Mañueco, Feijóo, Ayuso, Moreno Bonilla, López Miras, o tantos otros". Viendo que se lo olvidaba, ha añadido: "O Pablo Casado, por supuesto".

Desde el auditorio castellano no había Casado, a quien le silbaban las orejas mientras Aznar continúa con su discurso incansable: "Escucho decir que hay que ganar para que llegue no sé quién a La Moncloa, para que llegue no sé quién al palacio de no sé qué, en la casa de no sé qué o en el convento de no sé qué. ¿Escuchad, la pregunta es, y para hacer qué? Se gana, para hacer qué?". Y tiró de triunfalismos para asegurar que el PP le debe mucho a Mañueco y a él mismo: "Hace años aquí empezó todo. Un partido unido, fuerte, ganador. Aquí se gestó una alternativa nacional, reformista, centrada, triunfadora, ante un socialismo anticuado y fracasado. Aquí se gestó un proyecto transformador, para Castilla y León primero, y para España después. Permitídnosme que lo diga así, no nos han hecho, ni concebido, ni ideado, ni nos han parido para hacer pequeñas cosas, sino para crear, fundar, hacer, construir y para ganar. Sobre todo cuando tenemos que ganar al servicio de los otros", mientras todo el mundo lo aplaudía cada vez más.

El presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, con José María Aznar y Ana Botella en Valladolid / Fuente: EFE

Casado responde

El discurso ha comportado un efecto paralelo, alejado de la rivalidad entre socialistas y populares para ganar la presidencia de Castilla y León el próximo 13 de febrero. Aznar provocó las ganas de Casado y este también ha acabado contestando por alusiones. La falta de liderazgo que definía Aznar, le sirvió para justificar la fuga que algunos votantes han hecho hacia Vox. Casado, delante de 500 simpatizantes ayer domingo, quiso aclarar "la ausencia de referente fuerte" que definía el expresidente: ¿"Cuál es el proyecto del PP? Que los españoles puedan hacer realidad su propio proyecto", ha contestado Casado a Aznar, sin citarlo, pero haciendo referencia clara a sus críticas el día anterior. En su discurso, el líder del PP también se ha lanzado al ataque contra Vox, el partido que amenaza con impedir que el PP consiga un triunfo rotundo en Castilla y León. Y sobre el "para hacer qué" que se preguntaba Aznar, el actual líder Casado le recuerda el proyecto que ya presentó en Valencia: "El discurso que pronuncié entonces es mi discurso de investidura. Aquí hay todo lo que hay que hacer en España, aquello que necesita España. Fue un discurso después de hablar con 400 expertos, analizar 50 reformas legislativas y que, en definitiva, hablaba de devolver el poder a las personas". No obstante, ambos han mantenido la guerra fría sin citarse. Casado tampoco ha mencionado a Aznar cuando contestaba a sus interpelaciones, pero sí que lo ha hecho al principio de su discurso al recordar que el expresidente fue diputado por Ávila, igual que lo fue él, que seguirá su camino llegando también a la Moncloa, tal como desea. Posteriormente, también atacó de forma más clara al líder de la ultraderecha, Santiago Abascal, y marcó perfil propio definiéndose como "un reformista" que Vox, en ningún caso, se lo plantea.