El presidente del Gobierno en 2003, José María Aznar, apoyó la intervención armada de una coalición de países liderada por Estados Unidos contra Irak bajo el supuesto que aquel país, gobernado entonces por el dictador Saddam Hussein, poseía armas de destrucción masiva.
Más de tres lustros más tarde y cuando aún no han aparecido dichas armas, un libro desvela que Aznar fue informado por la oficina de espionaje español, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), de la inexistencia de las armas y que éste ignoró el aviso para secundar la iniciativa norteamericana de atacar a Irak como venganza por el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York en 2001.
Así lo avanza El Confidencial Digital, que reproduce un diálogo aparecido en el libro Destrucción masiva. Nuestro hombre en Bagdad, del periodista Fernando Rueda y de aparición inminente, donde el espía José Antonio Bernal, asesinado posteriormente en Irak, confesó a su padre que el CNI había llegado a la conclusión sobre el terreno de que no existían las armas que, supuestamente, motivaban la guerra, y que así se informó a José María Aznar. El presidente español, según este testimonio, habría ignorado el aviso y siguió con su tesis pública sobre la necesidad de intervenir para destruir dicho armamento.