"Sólo Suárez, González y Aznar han sido capaces de aglutinar mayorías" sentenciaba Albert Rivera en la asamblea de Ciudadanos de febrero, donde el partido abrazó el liberalismo progresista. Ni rastro de Mariano Rajoy en un discurso donde Rivera dibujaba su referente a seguir en el espectro del centroderecha. Una anécdota que el tiempo ha demostrado como la constante de las afinidades entre el expresidente José María Aznar y el dirigente catalán: rechazo a la gestión de Rajoy con la corrupción en el Partido Popular, a las políticas impositivas del Gobierno, y ahora también, a la línea contra el independentismo.
"En Catalunya ha habido un déficit de política. Los partidos constitucionales han dejado un margen enorme para la política secesionista y cuando los huecos existen, los cubren otros" denunciaba el expresidente de honor del PP en la cadena SER este martes. Las palabras eran disparadas como dardos contra el ejecutivo, después de que hace unos meses el mismo Aznar cargara contra la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría porque, según él, había renegado de la campaña de recogida de firmas para tumbar el Estatut y la descoordinación con el PSOE.
La cuestión es que Aznar hacía meses se vendía reivindicando como uno de los defensores de la línea dura contra el independentismo. Primero, instando en febrero de este año a Rajoy que aplicara el artículo 155 de la Constitución con Catalunya; segundo, recordándole al presidente en junio el "deber" de actuar contra la celebración del referéndum por la "deslealtad" del Govern; y tercero, exigiendo al jefe del ejecutivo a principios de octubre que actuara o convocara elecciones en España para que los ciudadanos decidieran quién tenía que hacer frente pues a esa "coyuntura crítica".
Así las cosas, el pionero al recoger el guante de las demandas del expresidente no fue Rajoy, sino el propio Rivera, quien se posicionó a favor de la aplicación del 155 para convocar elecciones desde el momento mismo en que se celebraron los plenos del Parlament que aprobaron las leyes de desconexión –días 6 y 7 de septiembre. Precisamente, una línea dura con Catalunya que le habría ayudado a los réditos electorales según el CIS de octubre, que ilustraba un crecimiento de la formación en al menos 4'5%, en un periodo en que la Moncloa todavía no se había decidido por el 155 ante las dudas del PSOE.
A la sazón, Aznar no se privaba de elogiar a la formación naranja, partido que este mismo miércoles volvía a instar al Gobierno a actuar contra el "chantaje" del paro de país, en protesta contra el 155 y los encarcelamientos cautelares en miembros del Govern destituido. El expresidente iba incluso más allá, y advertía a Rajoy de los peligros de que la Generalitat volviera en manos del independentistas tras el 21-D. "Si el día 22 de diciembre estamos como antes de la intervención del 155, estaremos todos peor, incluso los catalanes", se despachaba Aznar desde las ondas.
El palo, sin embargo, no es el único ítem que une al expresidente de honor del PP y dirigente de la FAES con el presidente de Cs. También la zanahoria, en su rechazo a que la reforma de la Constitución se haga para acontentar el soberanismo, como sería el caso de la reforma federal del PSOE. "Una España federal es menos que una España autonómica" denunciaba a Aznar después de que el PP hiciera esa concesión al secretario general Pedro Sánchez, a cambio de su apoyo en la aplicación del 155, abriendo una comisión que a principios del próximo año se tendría que poner en marcha.
Si bien, Rajoy podría dejar en jaque a sus dos principales críticos. En primer lugar, porque el Gobierno no descarta ya reactivar el artículo 155 si la Generalitat vuelve a "instalarse en la desobediencia". Y en segundo, porque este miércoles Santamaría ya advirtió que la reforma constitucional iría más de "Juncker que de Junqueras". Es decir, de la modernización de la Carta Magna en sentido amplio y con las mismas cesiones para el conjunto de las comunidades, y no para ofrecer una respuesta que contente al soberanism como el derecho a decidir.