El alcalde de Girona, Albert Ballesta, ha asumido errores políticos y personales en su primera comparecencia pública después de que El Nacional haya anunciado esta mañana en exclusiva su renuncia al cargo. Asimismo, ha justificado el acuerdo con el primer grupo de la opsición, el PSC, después de fracasar, según ha explicado, en el intento de acuerdo con ERC.
En la comparecencia de este mediodía, Ballesta ha criticado la situación que se vivió hace unas semanas en la ciudad cuando C's rompió el acuerdo para aprobar un nuevo cartapacio, al que habían llegado el gobierno y el Partido Popular. Ballesta lo ha calificado de "deslealtad" y de acción " partidista" y " interesada". Ha asegurado que dimite ahora y no hace unos días porque no ha querido dejar el partido ni el gobierno en una situación aún más complicada, y que lo ha hecho cuando ha tenido un acuerdo de estabilidad bien atado.
Según ha podido saber El Nacional, Ballesta habría tomado la decisión tras abordar la situación del consistorio con el president de la Generalitat, Carles Puigdemont. El actual alcalde fue nombrado el pasado 22 de enero para encabezar la alcaldía que había dejado vacante Puigdemont al asumir la presidencia de la Generalitat.
Asumirá el gobierno de la ciudad Marta Madrenas, actual segunda teniente de alcalde y concejal de urbanismo, que durante el relevo de Puigdemont ya aparecía como uno de los nombres con más posibilidades para encabezar el consistorio.
El acuerdo para el cambio en la alcaldía prevé que Demòcrates de Catalunya, socios de Convergència, asuman una vicealcaldía y la concejalía de Urbanismo. De hecho, durante las negociaciones para al nombramiento de Ballesta, ya se había puesto sobre la mesa el nombramiento de Isabel Muradàs como vicealcaldesa al ser desplazada del liderazgo que le correspondía en el consistori dado que ocupó el número dos de la lista. También el PSC entra en el gobierno municipal assumiendo diversas responsabilidades.
Por su parte, fuentes de Esquerra han expresado su sorpresa ante la forma como se ha cerrado esta situación. Los republicanos gerundenses estaban en conversaciones con Convergència y tenian un acuerdo “casi a punto” pendiente sólo de una cuestión relativa a barrios.
Aunque Ballesta ha sido una apuesta muy personal de Puigdemont, su nombramiento se ha visto salpicado por múltiples polémicas. De entrada, porque ocupaba el lugar 19º de la lista, lo cual obligó a los ocho nombres que le precedían en la candidatura a renunciar al acta de concejal para hacer posible su entrada en el consistorio.
Una vez superado este primer escollo, protagonizó un error a la hora de tomar posesión. Se limitó a leer la fórmula propuesta por la Associació de Municipis per la Independència (AMI) a los alcaldes, aunque él todavía no era concejal y por lo tanto no había prometido o jurado el cargo tal como marca la ley. Eso obligó a repetir el acto de nombramiento.
El sueldo y el cartapacio se convirtieron en el siguiente traspié. En el momento en que Ballesta llegó al consistorio, el alcalde de Girona no cobraba un sueldo, dado que sólo puede percibir uno público y Puigdemont ya recibía el de diputado.
Ante la imposibilidad de cerrar un acuerdo con ERC, pactó con PP y Ciutadans, entre otras cosas un aumento del sueldo en relación a lo que recibía la anterior alcaldesa remunerada, Anna Pagans.
Ballesta pedía cobrar 75.000 euros, pero el acuerdo con C's y PP le obligó a rebajar la cifra hasta 73.000. Si no fue lo bastante tenso el debate público sobre la remuneración y el desgaste que sufrió su imagen, la guinda llegó cuando Ciutadans anunció horas antes del pleno que se echaba atrás del acuerdo.
Ni el gesto de último momento de rebajar el sueldo a 68.500 euros, como había pedido ERC durante las negociaciones, le permitió contar con el apoyo de los republicanos. El alcalde tuvo que encajar un revés en el pleno donde no pudo aprobar ni el cartapacio ni el sueldo.
Demasiados obstáculos para encajar en demasiado poco tiempo. La sucesión de polémicas ha acabado afectando tanto al alcalde como a su predecesor, que no ha escondido la decepción con los republicanos gerundenses por la forma como se ha desarrollado todo este proceso.