Que un político dé apoyo a un proyecto para beneficiar un grupo económico, atendiendo el apoyo que ha dado a su partido, o que un funcionario utilice un bien público para una finalidad privada, o incluso que un profesional sanitario ayude a un familiar a saltar la lista de espera son algunas de las situaciones que los jóvenes, de entre 18 a 29 años considera ''muy o bastante aceptables'', en un porcentaje que en algunos casos triplica la concepción del conjunto de la población.
Esta es uno de los datos que se desprende del Barómetro de este año de la Oficina Antifrau que también concluye que hasta un 81,3% de la población percibo la corrupción como un problema ''muy o bastante grave'', mientras que un 71,9% considera que hay ''mucha o bastante''.
Así, el 9,4% de los jóvenes de entre 18 y 29 años cree bastante o muy aceptable el trato a favor de un político hacia empresas que dan apoyo al partido, fachada el 3,7% del conjunto, y hasta un 46,2% de los jóvenes justifica falsificar el padrón de los niños para poder acceder a una determinada escuela, fachada el 28,2%. Incluso, no pagar al metro se considera aceptable por parte del 18% de los jóvenes, una opinión que sólo tiene el 7,7% de la población.
Asimismo, los jóvenes no ven conductas corruptos al aceptar regalos de una empresa por parte de cargos públicos (30,2% respecto del 20,8%), o al dedicar tiempo de trabajo a actividades electorales, o que un médico haga un viaje pagado por un laboratorio farmacéutico.
Con estos datos, el director de la Oficina Antifrau, Miguel Ángel Gimeno ha calificado de ''fracaso social muy grande'' esta percepción que han mostrado los jóvenes de entre 18 y 29 años a las conductas de corrupción y a pesar de reconocer que no se han podido analizar las causas, especula que puede ser dado por una crisis de valores impuesta a la sociedad. Es decir, considera que la juventud está precarizada y sufre paro pero reprocha que se los ha enseñado que eso ''es una manera'' de estar en la sociedad porque es lo que se le está haciendo a él mismo
Por eso, Gimeno cree que hace falta revisar estos datos en un futuro y actuar para revertirlo porque los datos de este Barómetro son un "toque de alerta". Gimeno especula que los jóvenes están ''alejados'' del conflicto y que la sociedad no los mujer las circunstancias para hacerlos partícipes y por lo tanto, se potencia el individualismo.
Por género, las mujeres tienen más percepción de corrupción que los hombres, ya que hasta un 76% de las encuestadas cree que hay bastante o mucha, mientras que sólo lo considera un 67,5% de los hombres y hay más mujeres que creen que la corrupción ha aumentado en relación a los hombres. En cambio, los hombres castigan más los partidos afectados por casos de corrupción porque el 48,4% votaría a otra opción, un cambio que sólo reconocen que harían el 38,3% de las mujeres.
Los datos del Barómetro 2018 también concluyen que hasta un 81,3% de los catalanes consideran que la corrupción es un problema muy y bastante grave en Catalunya, una cifra que ha disminuido ligeramente respecto del informe de hace dos años, como también lo ha hecho el porcentaje de ciudadanos, llegando al 71,9%, que considera que en Catalunya hay mucha o bastante corrupción. Los ciudadanos creen que la corrupción está más tendido en los ámbitos de las obras públicas, el urbanismo y la justicia, espacios donde la percepción se ha empeorado.
A pesar de este ligero descenso, Gimeno considera que la percepción ciudadana todavía está a niveles ''inaceptables'' y por eso, pide a las instituciones a actuar ''con coherencia'' para construir uno ''compromiso político'' para luchar contra la corrupción.
Menos honestidad
El Barómetro también fija que un 54,2% de los catalanes consideran que los cargos políticos son poco o nada honestos, 4,6 puntos más que el 2016. Con respecto a la financiación ilegal de partidos, más de la mitad de catalanes cree que es habitual, y hasta un 81% cree que influye en sus decisiones posteriores de gobierno.
En el informe de este año de la Oficina Antifrau también se desprende que la percepción de transparencia de las instituciones mejora. A pesar de todo, un 54,8% todavía las considera poco o nada transparentes, 4 puntos por debajo del último barómetro. La desconfianza es el efecto principal de la opacidad. Por nivel de estudios, destaca que casi la mitad de los que tienen estudios altos creen que la administración pública es bastante transparente, mientras que el conjunto este porcentaje es sólo del 40%.
Los escollos para obtener pruebas son el motivo por el cual las personas que tienen conocimiento o indicios de corrupción no denuncian. Lo aseguran el 48% de los encuestados, mientras que las represalias o la impunidad del responsable (que consideran que no será castigado) son los otros motivos mayoritarios. No saber dónde denunciarlo también es la respuesta que mujer el 17,4% de las personas encuestadas.