La presunta etarra, Natividad Jáuregui, ha entrado en la prisión en Bélgica pocos días después de que la justicia belga aceptara definitivamente su extradición a España, según ha podido saber la ACN.
Fuentes de su defensa dicen que la estancia en la prisión es provisional mientras no le pongan un brazalete de seguimiento, que puede tardar unos días. Las mismas fuentes afirman que "teóricamente" la entrega a las autoridades españolas se tendría que hacer en 10 días, pero que a la práctica siempre son más. Así, aseguran que de momento no hay fecha para la extradición, que está en manos de la fiscalía belga.
El Tribunal de Casación rechazó el martes el tercero y último recurso posible contra la decisión del Tribunal de Apelación de aceptar la euroorden de la Audiencia Nacional, que acusa a Jáuregui de pertenecer al comando Biscaia d'ETA que supuestamente perpetró un atentado en 1981. Jáuregui hace más de veinte años que llegó a Bélgica, país que se ha negado en repetidas ocasiones a extraditarla.
Hace un año el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó el estado belga por no justificar suficientemente la denegación de la extradición y la Audiencia Nacional emitió de nuevo otra euroorden. Ahora finalmente la justicia belga ha aceptado entregar a la presunta etarra a las autoridades españolas, pero todavía no hay fecha prevista para el traslado.
Detenida en el 2016
La última vez que Jáuregui fue detenida en Bélgica fue en el 2016 a petición de la Audiencia Nacional, aunque casi inmediatamente fue puesta en libertad en Gante con el argumento que "España podría violar los derechos humanos" de la reclamada de cumplirse la extradición.
La justicia española emitió las órdenes contra Jáuregui el 2004, 2005 y 2015 por su presunta implicación como miembro del Comando Vizcaya en la muerte de seis agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, incluido Romeo, en 1981.
"Pepona", que estaba huida desde 1979, había sido detenida anteriormente en el 2013 en Gante, donde residió durante una década después de vivir en México y Francia. No estaba empadronada en la ciudad, pero sí que figuraba registrada bajo su nombre real en la seguridad social belga. La presunta etarra no se escondía en Bélgica, y de hecho trabajaba como cocinera en restaurantes y para familias particulares, según su letrado, Paul Bekaert. También participó en la elaboración de un libro de cocina en el cual colaboraron cocineros de diferentes países y ella aparecía con su nombre y fotografía.