Diez comarcas de la Catalunya central y Pirineos se han reunido esta tarde de Diada en Berga para representar un "latido" multitudinario para reclamar la independencia de Catalunya. Más de 60.000 manifestantes llegados desde el Berguedà, el Bages, Osona, la Anoia, el Ripollès, el Alt Urgell, la Cerdanya, el Solsonès, el Moianès y el Lluçanès han participado en el acto organizado por Òmnium y la ANC.
Después de que Lleida diera el pistoletazo de salida con un redoble de campanas en la Seu Vella, Berga ha tomado el relevo. En un acto en el paseo de la Pau presentado por Màrius Serra, se ha reivindicado la cultura y las tradiciones catalanas. Núria Picas ha sido la encargada de leer el segundo fragmento del manifiesto, después de Lleida, donde se animaba a "construir con determinación un Estado donde la educación y la cultura serán los pilares del progreso". Al terminar, los asistentes han hecho latir en el aire sus puntos al ritmo de la música, acción que se ha repetido para cada uno de los puntos por todo el territorio catalán.
En la fila cero de la manifestación, se ha podido ver a la alcaldesa de la ciudad, Monterrat Venturós, al conseller de Justicia, Carles Mundó, y al conseller de Territori, Josep Rull. También han asistido los alcaldes de varias poblaciones vecinas como Gironella o Santpedor. Teresa Forcades, fundadora de Procés Constituent, se ha dejado ver, además de profesionales no vinculados al mundo político, como el cocinero Nando Jubany.
El acto ha acabado con el Cant dels Segadors interpretado a la vez en todos los puntos de Catalunya. Acto seguido, un grupo teatral ha representado fragmentos de la obra L'11 de setembre i Gironella y la jornada ha puesto el punto y final con música. Feliu Ventura y Brams han sido los encargados de despedir a todos los asistentes, muchos de los cuales se han quedado a ver las actuaciones y, de paso, a esperar la descongestión de las salidas.
El reto de la movilidad
Esta ha sido la movilización más grande de la historia de la ciudad, que sufría por posibles problemas a la hora de acoger tantos asistentes. Berga es el único punto descentralizado de la Diada que no es capital ni tiene ninguna cerca. Gracias a los avisos previos, la llegada ha sido escalonada a lo largo de todo el día –a las nueve de la mañana ya llegaban los primeros– y, en gran parte, se ha podido absorber sin problemas.
Sin embargo, los vehículos que han llegado a primera hora de la tarde han tenido que dirigirse al pueblo vecino de Avià, desde donde tenían que caminar 20 minutos para llegar a Berga. Más de 350 voluntarios han trabajado durante toda la jornada para distribuir los 10.000 turismos y 200 autobuses previstos.
República de la Cultura
La capital del Berguedà había sido escogida República de la Cultura, un título merecido y al cual han hecho honor con actividades y actuaciones repartidas por diferentes puntos de la ciudad. Tres de las tradiciones más catalanas, como son las sardanas, los gigantes y los castellers, han estado presentes en las plazas de la ciudad durante todo el día.
Varios grupos de acordeonistas han ambientado la calle principal, la más concurrida durante la mañana. A medida que avanzaba el día, la multitud se ha ido trasladando hacia el paseo de la Pau para ocupar sus tramos, comer y esconderse del sol imponente de mediodía esperando a las 17:14 acompañados de grupos de percusión.