"No, Josep Dencàs no fue nunca un fascista, y ni siquiera sirve como prueba la supuesta política antiobrera que desarrolló desde Gobernación." Es una de las afirmaciones del historiador Joan B. Culla, en uno de sus últimos escritos antes de su deceso, el noviembre pasado, y que se recoge en el prólogo de la biografía Josep Dencàs i Puigdollers. El conseller maldito (1900-1966) (Editorial Base), que se presenta en el Museo de Historia de Catalunya (MHC) este miércoles, 3 de abril, a las 7 de la tarde. En el acto, estarán sus autores Frederic J. Porta, Fermí Rubiralta y Fèlix Villagrassa, a los cuales Culla loa y sostiene que han escrito esta biografía "con espíritu crítico, no hagiográfico; se caracteriza -añade- por una excelente contextualización y por una destacable minuciosidad a la hora de reconstruir tanto la vida personal como la tarea política e institucional de Josep Dencàs".
Al acto, intervendrán también Josep M. Solé y Sabaté, catedrático en Historia contemporánea por la Universidad de Barcelona; Jaume Sobrequés, en representación de la Editorial Base, y Oriol Falguera, presidente de la Fundación Reeixida, la cual con la biografía del exconseller de Gobernación, Josep Dencàs, quiere iniciar diferentes actos, abiertos a todo el mundo, en motivo de los 90 años de los hechos del Seis de Octubre de 1934. "Será un recuerdo de sus protagonistas, públicos y anónimos, que expliquen con profundidad qué fue aquel levantamiento nacional y popular frustrado, de enormes consecuencias, sin duda, para nuestro porvenir histórico", en palabras de Falguera.
La entidad ha creado un logotipo y todo.
El "chivo expiatorio"
Con su pluma afilada, Joan B. Culla, manifiesta en el prólogo del libro que Josep Dencàs "fue el gran chivo expiatorio de la política catalana entre 1931 y 1936". El historiador define Dencàs como un buen médico "entre saltataulells y pixatinters", pero que tenía poca formación de cultura política. Culla deja claro que "el supuesto fascismo" atribuido a Dencàs no era tal, "sino más bien un problema de poca consistencia de las propias ideas, de gran permeabilidad a las modas, las influencias y los interlocutores de cada momento".
Eso sí, Culla asegura que Josep Dencàs "fue víctima de su imagen, de la imagen que él mismo se había construido y que lo perseguiría hasta su último exilio en Tánger. Comparecer a la jornada del Seis de Octubre uniformado como general de los escamots, evidenciar durante aquellas horas críticas la pésima preparación del levantamiento independentista así como la debilidad de su propio liderazgo y acabar huyendo, permitió al presidente Companys y al resto de la cúpula de Esquerra Repúblicana cargar sobre los hombros de Dencàs todo el peso del fracaso, obviar los propios errores y contradicciones y convertir al conseller de Gobernación en uno apestado, en el malo de la película, en el chivo expiatorio ideal".
Además, Culla sostiene que Dencàs fue para "el españolismo de antes y después de 1936 el demonio grande del separatismo; alguien a quien los servicios de espionaje franquistas en la Zona Internacional de Tánger todavía consideraban en los años 1950 un peligrosísimo conspirador y enemigo de España a quien había que vigilar de cerca". De hecho, el médico y exconseller ya no era ni siquiera independentista", concluye el historiador. Es una muestra de este personaje “maldito” y etiquetado de fascista, que se podrá profundizar en la presentación de este miércoles en el MHC.
¿Qué pasó el 6 de octubre de 1934?
Aquel 6 de octubre de 1934, el presidente Lluís Companys proclama, desde el balcón del Palau de la Generalitat, "el Estado Catalán de la República Federal española", y confluyeron un mínimo de tres estrategias diferenciadas detrás de un mismo acto insurreccional, según la Fundación Reeixida. La estrategia del presidente y la práctica totalidad de su gobierno para defender las instituciones autonómicas y recuperar el talante progresista del periodo republicano inicial; un levantamiento nacional armado por parte de las fuerzas separatistas, bajo el liderazgo del conseller de Gobernación, Josep Dencàs, para hacer realidad la República Catalana independiente, rebajada en simple gobierno estatutario el 17 de abril de 1931. Y una revuelta de los rabassaires y el movimiento obrero industrial para defender las ganancias conseguidas durante el periodo republicano anterior, e, incluso, ir más allá en el terreno de la revolución social.
El aplastamiento militar de esta triple revuelta –republicana, nacional y social–provocó 74 muertos. Entre ellos, se recuerda a los dirigentes del Partido Catalán Proletario Jaume Cuenta, Manuel Gonzalez Alba y Amadeu Bardina, caídos aquella noche en la defensa del CADCI, en la rambla de Santa Mònica.
Los historiadores de la fundación Reeixida recuerdan que "la descoordinación" imposibilitó que los 3.200 guardias de Asalto, más los 400 Mossos d'Esquadra, y los 3.400 militantes de organizaciones políticas y sindicales, (Estado Catalán, Palestra, Nosotros Solos!, Alianza Obrera, Esquerra Republicana de Catalunya, Alianza Obrera, Unión de Rabassaires, Partido Nacionalista Catalán), pudieran hacer frente con éxito a las fuerzas del ejército español, con el fin de implantar y consolidar el Estado Catalán.
Cerca de 4.000 presos políticos
La represión posterior a estos hechos se extendió durante las semanas siguientes a todos los municipios del país, contabilizándose dos meses después 3.400 presos políticos, encarcelados muchos de ellos en el puerto de Barcelona, en barcos como Uruguay y Argentina, y al de Tarragona, mientras que los oficiales que participaron eran recluidos en el castillo de Montjuïc. El gobierno de la Generalitat quedó intervenido por la autoridad militar, se suspendió el régimen autonómico catalán indefinidamente, sustrayéndole las competencias de orden público, justicia y enseñanza.
La purga fue a todos los niveles. Según Reeixida, unos 129 ayuntamientos gobernados mayoritariamente por ERC fueron disueltos, nombrando interinamente para sustituirlos a varios concejales locales de derechas; 150 personas, entre profesorado y personal administrativo, son destituidas de la universidad.
El presidente de la Generalitat, Lluís Companys, y los miembros de su gobierno -a excepción de Josep Dencàs, que se marchó al exilio- serían juzgados por el Tribunal de Garantías Constitucionales, que les condenó a 30 años de prisión. Se impuso el castellano como lengua de la Generalitat; el edificio que ocupaba el Parlament se convirtió en cuartel militar; se prohibieron las actividades de partidos, sindicatos y asociaciones catalanistas y de izquierdas; y se cerraron sus locales y sus publicaciones fueron prohibidas.
La Ley de Contratos de Cultivo, uno de los puntos principales de fricción con el Gobierno que provocó el levantamiento, fue derogada y se produjeron hasta 1.400 juicios contra rabassers y aparceros para desahuciarlos de las tierras.
A pesar de la feroz represión, se recuerda que el aplastamiento del 6 de octubre de 1934, se convirtió año y medio después en una victoria política a las elecciones del mes de febrero de 1936, con el triunfo del Frente de Izquierdas. Finalmente, sin embargo, el proceso de cambios sociales y políticos iniciados con el advenimiento del periodo republicano se rompería con la derrota y la ocupación de 1939.
La Fundación Reeixida, defensora de la cultura catalana, anima a todo el mundo a participar en los actos que organizará para recordar esta efeméride y a sus protagonistas en el #90anys6octubre1934 con el objetivo de "analizar y profundizar en el conocimiento de aquellos hechos y sus repercusiones."