Kosovo es un asunto incómodo para España, pero todavía más para Josep Borrell, que como alto representante de la Unión Europea se ve obligado a defender una postura contraria a la de su país, gobierno y partido, que es, precisamente, la independencia de este país.

Pero el cargo es el cargo y ahora Borrell no puede hacer otra cosa que quedar en evidencia cuando, como máximo responsable diplomático de la UE, reconoce un país que declaró su independencia unilateralmente —hecho por el cual España insiste en hacer ver que no existe—. De hecho, el mismo Borrell ya ha anunciado que esta misma semana se reunirá con el primer ministro de Kosovo, Albin Kurti.

Lo ha hecho después de mantener este lunes un encuentro con el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, a quien le ha pedido diálogo para resolver el conflicto entre ambos países. Ahora bien, hay que tener en cuenta que si este conflicto existe y es reconocido por las instituciones europeas es, precisamente, por la DUI que los kosovares hicieron en el 2008 y que ha sido avalada por el Tribunal Internacional de Justicia, que negó que hubiera violado la soberanía de Serbia.

El presidente serbio, Aleksandar Vucic, y Josep Borrell / Foto: Efe

"Animo al presidente Vucic a continuar por este camino para alcanzar un acuerdo completo y jurídicamente vinculante sobre la normalización de las relaciones entre Serbia y Kosovo. Necesitamos que el proceso continúe y produzca resultados", ha instado en una rueda de prensa después del encuentro con el dirigente serbio. Borrell ha defendido de esta manera la soberanía kosovar, ya que la mayoría de miembros de la UE quieren que Serbia ponga fin al conflicto reconociendo la independencia del país.

"Nos comprometemos a construir un mejor ambiente para un posible compromiso" con Kosovo, ha dicho por su parte Vucic, y ha pedido a Pristina "la misma determinación" para "encontrar soluciones sustantivas".

La doble vara

Como se ha dicho, Kosovo es quizás una de las peores pesadillas de Borrell —con el permiso de Rusia— ya que no sólo lo obliga a reunirse con dirigentes que su gobierno no reconoce, sino que además reivindica soluciones que él mismo ha negado para conflictos similares como el de Catalunya cuando era ministro de Exteriores.

Hay que recordar que España no reconoce Kosovo por el precedente que supone respecto de Catalunya a pesar de ser el único país europeo —que no forma parte de la región— que se comporta de esta manera. Los otros países que vetan a Kosovo son Grecia, Rumania, Chipre y Eslovaquia.

El último episodio al respecto se produjo ahora hace unas semanas cuando la Federación Española de Fútbol trató de menospreciar la selección kosovar en un partido clasificatorio para el Mundial de Qatar, cosa que provocó que TVE pusiera las letras del país en minúscula.