ABC sigue con portadas de cosecha propia. La de este miércoles es sensacional. Pone en circulación el genial concepto "política del ibuprofeno", acuñado por el inefable Josep Borrell. Catalunya está enferma, insiste el ministro (ya lo dijo el año pasado: hay que desinfectarla) y esta política "ha fracasado". ¿Cuál sería el mal que tenía que curar? En realidad, el ibuprofeno es un antiinflamatorio y, propiamente, no cura nada. Como cura, efectivamente, es un fracaso. Pero es eficacísimo para aligerar dolores de cabeza, dentales y musculares, dismenorrea, fiebre y dolores post-quirúrgicos. Es decir, lo que vendrían a ser las consecuencias de las porras del 1-O. Literalmente.

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El resto de portadas –créetelo– hablan de lo mismo, aunque parezca que exponen hechos diferentes ocurridos en lugares diferentes. Porque cada diario es, hoy miércoles, un país diferente. El mismo discurso de Pedro Sánchez, hecho ante el mismo pleno del Congreso es uno y sus contrarios simultàneamente. También puede decirse que es el mismo tema pintado en varios estilos: hay versiones expresionistas, cubistas, suprematistas, surrealistas... En las portadas, la realidad sólida de los hechos cede a las versiones líquidas o gaseosas de las interpretaciones. Es señal de que les importa más aquello que te quieren decir, lo que quieren que creas, que aquello que realmente ha ocurrido.

Así, mientras El País se esfuerza al salvar al soldado Sánchez diciendo que "planta cara a Torra" –qué heroico eh, plantar cara con todo un Estado detrás–, El Mundo explica que "agrava su soledad por su inoperancia en Catalunya". Mientras La Vanguardia dice, moderadamente, que "Sánchez eleva el tono ante el Gobierno sin cerrarse puertas", El Periódico entiende que "avisa a Torra con el peso de la ley" (ley en minúscula, nótese). La Razón, en cambio, tilda a Sánchez de "tibio" y hurga en sus problemas con los barones del PSOE. Al final, todos las eliminatorias que disputan las portadas han acabado en empate.

EP

ME

LV

EPC

LR

AHORA

Parece, sin embargo, que pincha el relato que equipara el proceso con la "vía eslovena". Fabricado en Barcelona —o no— para vincular el independentismo con la sangría balcánica, y permitir al gobierno de Sánchez alejarse del mundo indepe con vistas a las elecciones de mayo –u otras–, da la impresión de que ha acabado su vida útil. Los diarios antigubernamentales de Madrid no lo compran –de momento– y no tracciona en la opinión publicada. Ha fracasado, como la "política del ibuprofeno". Habrá que probar otro remedio. Esperemos que no sea peor que la enfermedad.